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El Club del dibujo: el podcast para dibujantes en petit comité

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Es el momento de enfrentarse a la hoja en blanco otra vez. Da igual si esta huele a papel o se esconde en la pantalla de un ordenador. Frente a ella se sienta la persona que debe lidiar con ese vacío. Unos, quizá los menos, empezarán su tarea en silencio. Otros muchos abrirán su lista de Spotify para que la música les ayude a imaginar. Y quizá unos pocos en lugar de música escuchen un podcast: El Club del Dibujo.

Andrés Sanchis es el creador de este proyecto dirigido a dibujantes. En él, Sanchis habla de los problemas a los que puede enfrentarse este colectivo y de las bondades de la profesión siempre desde su propia experiencia personal y la de sus invitados.

En su segunda temporada, El Club del Dibujo salta de las ondas al escenario físico. El primero de estos eventos contará con la participación de Ink Bad Company y Nuria Tamarit y tendrá lugar el jueves 28 de noviembre en Convent Carmen (Plaza Portal Nuevo, 6) en Valencia. «Este evento nace como espejo o imitación del proyecto de mis compañeros de Cañas&Tipos, que realizan unas reuniones muy cercanas con profesionales y aficionados de las letras. Un proyecto muy cuidado que nace en Valencia, y que, por suerte, se va ampliando a otras ciudades», detalla Sanchis.

Al suyo, más modesto, lo ha llamado El Club del Dibujo: En vivo y en directo y será «una sesión en petit comité. Tanto que no se grabará la sesión. Será solo para los asistentes y en un lugar especial y mágico». El encuentro girará en torno a la realidad profesional desde la experiencia de estos profesionales y contará con «charlas, preguntas, buen ambiente, alguna que otra sorpresa, un poco de tertulia y piscolabis al final».

El Club del Dibujo

El Club del Dibujo nace, cuenta Sanchis, de varias necesidades propias. La primera, ordenar todo lo que le ha ocurrido durante los cinco años que lleva en marcha Squid&Pig, su estudio de ilustración kawaii, y lo que ha supuesto cambiar del sector del diseño interactivo como asalariado al mundo freelance. La segunda, la necesidad cada vez más evidente de compartir información entre compañeros de profesión.

El de los dibujantes, explica este ilustrador, es un colectivo abierto y cercano, siempre dispuesto a echar una mano ayudar e intentar transmitir experiencia a quien lo solicite. «Toda esa valiosa información fluye por privados o conversaciones informales y son tan interesantes que pensé que sería una buena idea el poder grabarlo y lanzarlo para todos», comenta. «Muchos me ayudaron cuando empezaba, ahora me toca compartir lo aprendido. Además, esto es un ciclo que se retroalimenta, ya que, en cada episodio, las experiencias de los compañeros que participan me aportan muchísimo. Todo se centra en la idea de que a más información que compartamos entre nosotros, más fuertes seremos como colectivo».

El podcast que dirige podría ser interpretado desde fuera como una terapia de grupo donde sus miembros se lamen las heridas de la precariedad que a veces presenta su oficio. Pero Sanchis no lo ve así. El suyo, explica, es un trabajo que se realiza en su mayor parte en solitario debido al carácter autónomo de muchos que lo ejercen.

Compartir sus experiencias a través de este medio y no en pequeños círculos (o no compartirlas y guardarlas para sí) saca a la luz la existencia de una realidad común para muchos de ellos. «Y evidentemente, en lo difícil, en lo que no sabemos resolver, está muchas veces lo interesante. Puede que mi respuesta a un tema que lancé en un programa no sea ni la única ni la correcta, pero espero que unida a las experiencias de compañeros pueda ayudar, o por lo menos entretener un rato, a ese dibujante que nos escucha desde su espacio de trabajo».

Andrés Sanchis habla siempre de dibujantes, no de ilustradores, porque para él se trata de dos conceptos distintos. «Dibujante es aquel que dibuja, y no tiene por qué ser profesional (es decir, que sea su ingreso mayoritario o único). El dibujante profesional es todo aquel que vive del dibujo, pero puede ser en diferentes sectores: diseño de personajes, ilustración, editorial, prensa, animación, publicidad, cómic, concept art, lettering, etc… E ilustración es la especialización. Yo trabajo como ilustrador y diseñador de stickers digitales, mascotas y personajes, pero el podcast intenta abarcar todas las ramas».

El Club del Dibujo

Sin embargo, resulta llamativo que un proyecto que se dirige a profesionales de la imagen prescinda de ella y se limite a la voz. «Hay dos razones de por qué elegí el formato podcast. La primera es que, cuando imaginé el proyecto, visualizaba a los dibujantes consumiéndolo mientras trabajaban», explica Sanchis. El no estar obligados a observar un vídeo les permite seguir trabajando. La segunda razón está en su timidez: «le tengo mucho respeto y pánico a ser grabado», así que pensó que el formato audio era el ideal.

Con un tono narrativo y una estética en su cartelería muy vintage, al estilo de los clásicos cartoonist de los años cuarenta y cincuenta, por la primera temporada del programa desfilaron destacados profesionales del dibujo como Laura Pérez, Ana Oncina, Lirios Bou, Jorge Monlongo, Luis Demano, Mar Hernández, Srta. M o Io Bru, entre otros muchos.

En esta segunda temporada presenta dos novedades principales. La primera es una especie de consultorio que trata de responder a las preguntas que plantean sus oyentes a través del correo electrónico y a las que responde Io Bru. Consultas sobre cómo debe ser un contrato para el extranjero, cómo enviar portfolios a clientes y editoriales, si es adecuado tener un estilo muy definido como autor o cosas tan básicas, comenta Sanchis, como cuál debería ser la manera correcta de sentarse en su puesto de trabajo y qué ejercicios deberían realizar para tener una buena salud. «Llegamos a un acuerdo: yo le abría una habitación en el local virtual del Club, y ella, cada cuatro episodios, respondía a las dudas de los oyentes en una sección llamada El Consultorio de Io Bru. Así, una duda particular, puede ser una respuesta general».

La segunda novedad es el encuentro con Ink Bad Company y Nuria Tamarit. La idea es hacer un evento de este tipo al final de cada temporada, pero Sanchis no tiene claro cuál será su evolución ni si tendrá continuación. Dependerá en gran parte de la acogida por parte del público. Pero se ilusiona pensando en que quizá este tipo de actos pudieran expandirse a otras ciudades. «Incluso que la iniciativa evolucionara y se crearan en cada ciudad círculos independientes de dibujantes que se reunieran en petit comité y compartieran vivencias reales que aporten a otros compañeros y a la profesión en general».

«Vuelvo a lo mismo: la información es poder. Cuanto más sepamos de la profesión, cuanto más compartamos, más fuertes seremos. Yo solo quiero que esta información y experiencia se comparta», concluye.

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La pixelación del trabajo: del anterior ‘empleo fijo’ al actual ‘buscarse la vida’

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Mirar el futuro del trabajo requiere echar la vista atrás. Puede parecer que la tecnología ha inventado nuevas formas de empleo: esos trabajitos minúsculos de aquí te pillo, aquí te encargo. Pero la era digital solo ha puesto los dispositivos («llamo al taxi desde mi móvil») y las plataformas de empleo fugaz («en esta app puedo contratar a un maromo que me acompañe a Ikea y me ayude a traer las billys»). Lo demás: el pago por servicio y se acabó (trabajo en crudo, sin seguridad social, sin salario fijo, sin apenas derechos laborales) es antiguo como el oxígeno.

Era así en la Edad Media, recuerda un artículo de The Economist titulado «For the future, look to the past». Es así en buena parte del presente y los estudios indican que así será aún más en los años venideros. La investigadora de Microsoft Research Mary Gray y el científico computacional Siddharth Suri dicen en su libro Ghost Work que en 2055 el 60% de la población mundial se dedicará al trabajo bajo demanda: los empleos de agencias de trabajo temporal, los contratos temporales y las tareas que llegan por apps o websites.

Esto tiene ventajas e inconvenientes. La economía de plataformas da la oportunidad a muchas personas de países emergentes de trabajar, desde su casa y en el horario que quieran, para un empleador de un país rico. El pago se hace por tarea; no hay más relación, ni más compromiso, ni más cadenas que esa. The Economist señala una virtud más: en algunas plataformas donde los trabajadores ofrecen sus servicios no aparecen sus nombres ni su género ni su edad. Están identificados por un nick (un nombre formado por una serie de números y letras) y esto espolea los prejuicios del empleador: no puede discriminar a nadie por viejo, por negro o por mujer.

Vuelve también el pasado en la forma en la que los trabajadores de la economía de plataformas tienden a unirse. Desprovistos de seguridad social y de derechos laborales que hoy van unidos a las empresas (formación, bajas por enfermedad…), muchos trabajadores de plataformas se están agrupando en asociaciones que recuerdan a los gremios medievales.

El consultor Albert Cañigueral lleva años observando el cambio que se está produciendo en el mercado de trabajo. Recorre el mundo dando conferencias sobre la economía de plataformas, asesora a empresas y prepara un libro sobre este asunto. En un bar de Madrid, esta tarde de otoño, responde a unas preguntas que intentan averiguar lo que cocina el futuro.

En una conferencia en la Fundación Cotec para la innovación, en Madrid, dijiste que el mercado laboral nunca volverá a ser como antes. ¿Por qué?

He observado que tenemos una idea única de qué es el trabajo: un empleo fijo, a largo plazo, a tiempo completo, con un único empleador. Esta es la mentalidad. Y, en realidad, la tecnología está abriendo un abanico enorme de distintos tipos de acuerdos laborales.

Hay una metáfora que me gusta mucho: el concepto de familia. Hace unos años, el modelo de familia era unívoco: un padre blanco, una madre blanca y unos hijos blanquitos; ahora hay de todo en colores y composiciones. Familias monoparentales, familias de padres homosexuales… En el trabajo está pasando lo mismo. Hay muchas nuevas opciones y esto, igual que ocurre en la familia, no hace que desaparezca el trabajo convencional. Aunque este cambio hay que acompañarlo en lo social y lo legislativo.

En España el 43% de los trabajadores ya no tienen un contrato tradicional, según datos de Eurostat de 2017.

El 43% tiene otro tipo de trabajo. Puede ser un contrato laboral a tiempo parcial, por obra y servicio, por sustitución de maternidad… Puede ser freelance o contratación mediante una plataforma… No reconocer este fenómeno hace que solo pienses en el contrato tradicional y te olvides de otras formas de empleo.

albert cañigueral

Una de tus ponencias se titula: «Tu jefe se llama algoritmo». ¿Quiénes trabajan para un algoritmo? ¿Qué es lo que deciden estas operaciones?

En las plataformas de empleo bajo demanda quien contrata es un algoritmo. Quien valida las credenciales del trabajador es un algoritmo. A los riders (los mensajeros que van en bici), quien les dice dónde tienen que entregar los paquetes es un algoritmo. Incluso si no cumplen los mínimos, un algoritmo los echa. Muchas de las funciones que antes hacía el personal de recursos humanos ahora lo hace un algoritmo.

Lo interesante es ver cómo toda esta mecánica del control de los trabajadores, incluso de la gamificación del trabajo, está llegando a la empresa tradicional. Los empleados de estas compañías utilizan cada vez más softwares de este tipo. Es la algoritmización de las relaciones laborales. Las empresas clásicas te pueden monitorizar: ven con quién intercambias correos, a qué reuniones vas… y de ahí pueden sacar una calificación, por ejemplo, de lo buen o mal compañero que eres. Hay empresas que regalan una especie de Fitbit (smartwatch de salud y fitness) laboral.

¿Es una especie de quantified self del trabajo?

Sí. Hay empresas que están experimentando con esto. Recogen tus datos y unos algoritmos te categorizan. Humanyze hace eso: reúne datos de trabajadores para alimentar a los algoritmos que te contratarán, te despedirán, te evaluarán… Todo eso lo hemos aprendido de las plataformas de empleo bajo demanda.

¿Qué es la economía bajo demanda?

Es un subsector de la economía de plataformas. Es el conjunto de apps en las que pulsas un botón y, en unos minutos, alguien aparece para resolver tu necesidad. Los trabajadores más conocidos de este subsector son los riders: los de Glovo, los de deliveroo… Hay también quien va a cuidarte el perro, a limpiar la casa, a cuidar a una persona mayor, a instalar una Smart TV. Lo llaman «bajo demanda» porque los tiempos de reacción son muy cortos. Es un mercado organizado entre oferta y demanda.

Dices que las plataformas digitales de búsqueda de trabajo están sustituyendo a las oficinas de empleo. ¿En qué consisten estas plataformas?

Igual que BlaBlaCar intermedia entre una persona que quiere viajar y una que conduce, igual que Wallapop intermedia entre el que vende algo y compra algo, las plataformas digitales laborales ordenan la oferta y demanda del mercado de trabajo. Hay microtrabajadores, trabajadores bajo demanda, freelances… y lo organizan todo en digital: la identidad, la reputación online, los pagos. Y lo digital implica velocidad frente al mercado laboral general, que es muy de papelitos: entrego esto aquí, te llamo…

albert cañigueral

Afirmas que en el futuro vamos a trabajar más por proyectos y más en remoto: «Trabajaremos como en Hollywood. Se montará un equipo, trabajará dos meses y se acabó».

Yo vivo asi. Como autónomo y como consultor, mi vida es discontinua. Mi relación con mis empleadores se basa en tareas concretas. Puede ser de una tarde, si me piden dar una clase. Puede ser de unos meses, si me encargan un estudio. Puede que me contraten por unas horas al mes durante un año para hacer una tarea. Y como mi capacidad física y mental tiene un límite, es muy importante contar con un equipo.

Somos trabajadores independientes, sí, pero aislados, no. A veces estos equipos los forman las empresas y a veces, también, los propios trabajadores. Pueden formar grupos heterogéneos para ofrecer un servicio más completo o pueden formar un grupo de élite dedicado a una sola función para tener más capacidad de negociación.

Lo de Hollywood se dice mucho en el management. Hace años que se habla del Hollywood team y de las flash organizations. Aunque últimamente lo que me obsesionan son los gremios. Para poder trabajar así, tienes que agremiarte con los de tu tribu. Si no, el que te contrata tendrá demasiado poder. El gremio es un formato que suele surgir de forma natural porque los trabajadores tienden a agruparse.

¿Están apareciendo nuevas formas de agrupación distintas al sindicato?

El sindicato tiene que buscar su nueva función. Por el momento han emergido agrupaciones como Independence Drivers Guild: un gremio de conductores de Nueva York. Desde el punto de vista legal, no pueden constituir un sindicato, porque no son empleados fijos. Al ser trabajadores independientes, solo pueden agremiarse y, así, han conseguido negociar con las plataformas un precio mínimo por hora, un seguro médico…

En Chile, algunos conductores de Uber también se han unido en un gremio. Incluso han creado la figura del aprendiz y exigen al nuevo miembro que pase tres días sentado al lado de un conductor oficial para obtener el certificado. Y en California, la cooperativa The Cooperative Platform Economy Act trabaja en propuestas de regulación gremial.

España es el país europeo que más participa en las plataformas de trabajo. ¿Por qué?

Un estudio de una universidad británica dice que el 17% de la fuerza laboral española ofrece su trabajo en estas plataformas al menos una vez por semana: venden su tiempo y sus habilidades. Frente a la narrativa de que la mayoría de estos trabajadores son riders, en realidad, casi todos trabajan desde casa, haciendo encuestas, escribiendo textos, diseñando, programando…

¿Qué plataformas hay para trabajadores de «cuello azul» y de «cuello blanco»?

De cuello azul, la más conocida en EEUU es Work Now Locallly Jobs; en España funcionan muy bien Job Today y Jobandtalent. Hay otras, de nicho, como My Work App, para personas que trabajan en conciertos, en promociones de licor o tabaco… La aplicación ofrece trabajos de unas horas.

La más conocida para trabajadores de cuello blanco (el sector de los freelances, diseñadores, productores, programadores…) es Upwork. En América Latina y Asia, funciona muy bien Workana. En Europa, Malt. Y luego hay muchas de nicho: redactores de no sé qué…

albert cañigueral

¿Qué es un microtrabajador?

Es una persona que hace microtareas en remoto, desde su casa. Estas tareas duran un minuto, dos minutos. Por ejemplo, categorizar imágenes: te dan fotos de ensaladas y tienes que decir qué elemento es el tomate, cuál es la lechuga… Esto lo hacen miles de personas desde lugares distintos para enseñar a un algoritmo a reconocer tomates, lechugas…

Otro microtrabajo es la validación de la inteligencia artificial. Una vez que el algoritmo ha sido entrenado, se comprueba su funcionamiento. Por ejemplo, Google Translate. Un microtrabajador corrige la traducción que ha hecho el programa. El humano valida lo que ha hecho un algoritmo para que vaya mejorando. O, por ejemplo, revisar las interacciones de Siri. Una persona escucha conversaciones de este asistente virtual con los dueños del móvil para ver si tienen sentido o si las respuestas no son correctas.

Esto lo hacen plataformas como Amazon Mechanical Turk o Crowd Workers. Lo utilizan grandes tecnológicas, investigadores… Y a todos les pagan por tarea.

¿Qué es un workertech?

Es un sector emergente del que aún no sabemos si quedará con este nombre. Igual que existe el insurtech en el ámbito de los seguros o el agrotech para el tema de la agricultura, está naciendo este sector de servicios digitales y aplicaciones de apoyo a los trabajadores independientes que tienen que reconstruir la estructura que aporta un contrato de trabajo convencional.

Un trabajador por libre tiene las mismas necesidades que el de una empresa: acceso a herramientas de trabajo, acceso a seguros y protecciones sociales, compañeros de trabajo, formación… El workertech intenta garantizar estos derechos y servicios a través de la tecnología y de forma individualizada porque las necesidades de cada persona pueden ser muy distintas.

Hay muchas herramientas digitales pero hay una parte analógica muy grande: un espacio de coworking, como Impact Hub, por ejemplo. O webs muy básicas que cuentan cómo ser un buen conductor o foros de empleo…

¿Vamos hacia una seguridad social escuálida y sistemas de protección social privados?

Volvemos a la metáfora de la familia. Tenemos un sistema de protección social diseñado para lo que entendemos hoy como trabajo (el de contrato indefinido) y no reconoce a ese 40% de personas que tienen otro tipo de contratos. Quien está dando una respuesta más rápida a este problema es el sector privado. Por ahora no ha habido un movimiento fuerte del sector público.

Me parecería arriesgado que acabáramos en un sistema tan privado. El sector público tiene que formar parte de la solución. Tenemos que renegociar el contrato social. Hay que ver cómo se reparten el Estado, las plataformas, los trabajadores, los consumidores y los neogremios todos los deberes, las responsabilidades y los riesgos que derivan de este cambio laboral.

Otro riesgo es que mucha narrativa nos viene de los países anglosajones. En EEUU el sistema de protección es mucho peor que el de aquí. Es peligroso copiar sus medidas y no poner en valor lo que tenemos en España.

Hay otra metáfora interesante que utilizamos mucho: la pixelación del trabajo. Antes había una estabilidad y una continuidad en el empleo; teníamos un solo empleador, ahora muchas personas tienen varios empleadores y la carrera laboral se hace vertical porque vas cambiando de función y de empresa. Pasamos de la línea contínua a una pixelación, a una discontinuidad laboral. Muchos lo llaman fragmentación, fractura del lugar de trabajo, y ahora lo que tenemos que hacer es reconstruir esa continuidad que nos daba el primer sistema.

Dices que este nuevo escenario plantea crear nuevos derechos: la identidad digital, la reputación, la gestión de los datos de los trabajadores… 

Y muchos temas de control algorítmico. Hay quienes dicen que hay demasiadas decisiones automatizadas y debería haber un derecho a poder reclamar la intervención de un humano: «Quiero a un humano que hable conmigo».

En la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya han planteado un nuevo contrato social. Ya se ha empezado a hablar de protecciones sociales adjuntas a la persona en vez de adjuntas al contrato.

Se habla mucho de la portabilidad de beneficios. Todos los trabajadores deberían tener los mismos derechos: los derechos que ahora solo están previstos para el empleado tradicional.

Analizando todo esto, hemos visto que también hay un desequilibrio entre el trabajador tradicional y el resto. Cuando vas a pedir una hipoteca, a contratar un alquiler… Todo está preparado para ese 57% de empleados de contrato fijo. Si no tienes ese contrato, te ponen trabas sociales. Es casi un estigma. Hay que ir limando esas diferencias y proteger a todos por igual.

Hace solo 20 años creíamos que lo que aprendíamos de un oficio nos serviría para toda la vida. Hoy sabemos que el que no se actualiza puede acabar fuera del mercado laboral. 

Esto ocurre por la velocidad de los cambios tecnológicos. Las hard skills, los conocimientos duros, caducan cada vez más rápido. Aprendes a usar una app, la actualizan y tienes que volver a aprender a utilizarla. La capacidad de desaprender y reaprender es básica. Las soft skills son más permanentes: las habilidades sociales, trabajar en equipo, escribir bien, escuchar…

El sociólogo finlandés Esko Kilpi dice que el trabajo posindustrial consistirá en aprender. Trabajar y aprender deben ser una misma cosa. Y hay también quien habla de organizaciones con el propósito de que sus empleados aprendan. Esa binarización de aprender y trabajar ya no tiene sentido. Ni esa idea de voy a la universidad, aprendo y, después, a trabajar hasta que me jubile. Trabajaremos y aprenderemos en un zig zag. Y lo de retirarse… tampoco está muy claro. Hay una consultora, Heather E. McGowan, que dice: «Aprender es la nueva pensión».

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Los diálogos a contracorriente de ‘El camino’ (‘Breaking Bad’)

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Diálogos mundanos, fuera de lugar, que normalizan la sordidez y la violencia. En eso consisten los diálogos a contracorriente de Breaking Bad, una de sus señas de identidad. Estos diálogos también están en El camino.

CONVERSACIÓN DE ASCENSOR

En un flashback de El camino (Breaking Bad), un barbudo y desaliñado Jesse Pinkman (Aaron Paul) dormita en un agujero a oscuras. Sobre su cabeza, barrotes y sobre estos, una lona blanca translúcida que deja pasar un rayo de sol en una esquina. Son los tiempos en los que Jesse cocina meta en cautividad para garantizar la vida de Andrea (su última relación) y Brock, el hijo de ella.

Todd (Jesse Plemons), uno de sus captores, aparta la lona y pasa a Jesse un cigarrillo encendido atado a una cuerda. A continuación mantienen una conversación trivial sobre el tiempo:

TODD
El tío de la KOB sigue diciendo
que va a llover. ¿Tú qué opinas?

JESSE
No lo sé.

TODD
Dijo que había un 40% de posibilidades
ayer. Hoy un 60. O quizá ayer fuera un
50. Pero, de momento… O sea, sí, veo
nubes, pero no diría que son nubes de
lluvia, solo nubes normales. Nubes sin
más. Normales. O eso me parecen a mí.

JESSE
Bueno, esos tíos no siempre aciertan.

TODD
Ya, es verdad. No es que vaya de
experto… ni nada de eso, pero creo que va
a hacer una tarde buenísima.

En otro guion, esta conversación entre tipos corrientes, en una situación ordinaria, posiblemente sería eliminada. Pero esta conversación funciona en El camino. 

LA IMPORTANCIA DE LOS DIÁLOGOS QUE NO DICEN NADA

Los diálogos a contracorriente son también ejemplo de lo que Rafael Azcona consideraba un buen diálogo: «Cuando los lees, no entiendes la película».

Azcona matizaba el concepto. Tampoco cualquier diálogo vale. Debe estar en contexto. En cualquier caso, contienen una verdad: el cine y, ahora, las series, son historias visuales. Historias de gente que hace cosas, no historias de gente que habla de hacer cosas o de las cosas que hizo.

Sin embargo, muchos manuales tradicionales de guion insisten en que los diálogos solo tienen tres funciones:

  • Informativo: «Es el diamante más grande del mundo».
  • Hacer avanzar la trama: «Robemos el diamante».
  • Mostrar cómo es el personaje: «Cuando vendamos el diamante, con mi parte, me compraré una isla desierta».

Es cierto que algunos manuales mencionan los diálogos a contracorriente. Un ejemplo clásico es una declaración de amor en una fundición (Flashdance). ¿No es un ejemplo pobre?

¡El amor está en el aire!: declararse en una hamburguesería o un cementerio no están fuera de lugar. Por otro lado, una declaración de amor avanza la trama o la concluye dependiendo de si está en mitad de la película o al final.

Los manuales insisten con los diálogos funcionales para matar diálogos sobre música pop o libros. Diálogos que igual sobran o igual no… depende de donde estén colocados.

Muchos productores y editores de guion que exigen rapidez dejarían el diálogo de arriba así:

TODD
El tío de la KOB sigue diciendo
que va a llover. ¿Tú qué opinas?

JESSE
No lo sé.

TODD
Creo que va a hacer una tarde buenísima.

Y a continuación, añadirían o permitirían la frase que hace avanzar la trama.

Vince Gilligan no teme extender el diálogo sobre la lluvia más allá de lo que, por costumbre, exigen los guiones. Además, los actores se toman su tiempo. No tienen prisas para soltar sus párrafos.

LA NORMALIZACIÓN DEL HORROR

Gilligan tiene una clara intención con el diálogo: la normalización del horror. Todd actúa como el carcelero que pretende granjearse cierta simpatía con el preso. Por esto, y solo por esto, el diálogo mundano adquiere importancia.

Además, este diálogo si muestra la personalidad de Todd: es un manipulador. Podría dar órdenes a Jesse, pero Todd prefiere que su cautivo no ofrezca resistencia para enterrar un cadáver.

Más adelante, Todd y Jesse sostienen otro diálogo a contracorriente. Jesse encuentra una pistola en la guantera del coche de Todd. El pistolero no amenaza a Jesse con frases manidas de telefilme: «Si me matas, mi tío matará a toda tu familia»:

TODD
Dame eso, Jesse, dame eso. De
camino a casa, iba a comprar pizza.
Dos de las grandes. Un paquete de
seis cervezas. Cerveza helada. ¿Te
parece bien? Porque hoy te lo has
ganado. Sin duda. ¿Qué pizza te gusta,
Jesse? ¿Qué pizza?

JESSE
La de pepperoni.

TODD
La de pepperoni. Vale. Un clásico.
A mí también me gusta.

Así Jesse Pinkman entrega el arma. Ha perdido por completo su voluntad. No solo tiene el horror como algo normal, también está aceptado.

Si Jesse hubiera devuelto el arma por amenazas, esta escena de El camino hubiera sido convencional y el personaje habría perdido matices.

LA CALMA ANTES DE LA TEMPESTAD

Otro diálogo a contracorriente ocurre cerca del final. Una escena de un lejano pasado, antes de que Walter se convirtiera en Heisenberg. Un Walter ingenuo y Jesse desayunan en un bar poco después de cocinar meta en la autocaravana. Este diálogo dura poco más de cuatro minutos. Aquí, un Jesse joven paga un dinero excesivo por una jarra de agua.

el camino

WALTER
Es como si estuviera con Sinatra.

JESSE
¿Verdad?

WALTER
No te has cortado con la piña.

JESSE
¿A qué capullo no le gusta? ¿A usted?

WALTER
Ni fu ni fa.

JESSE
La piña es buena. Tiene bromuro.

WALTER
Bromelina. Pero casi. Bueno, casi, no.

JESSE
¿Va a comer? Debería comer algo.

Y continúan hablando de comida. A Jesse le preocupa que Walter no coma ni tome agua. A Walter le preocupa el futuro de Jesse. Le insiste en estudiar Marketing y Empresariales. Jesse acaba ofendido:

JESSE
Ya tengo título. Estaba a mi lado cuando me lo entregaron.

WALTER
Lo sé, se me había olvidado.

JESSE
Me gradué del instituto, capullo.
Y no gracias a usted, ¿vale?

WATER
No nos desviemos, ¿vale? Lo importante es…
¿Sabes qué? Da igual. No hay nada importante.
Era por hablar.

En este diálogo hay intenciones más allá del homenaje:

  • Gillian muestra un momento antes del caos. Esto solo es posible con una conversación mundana.
  • La maduración de Jesse. El camino del héroe, de alguien que nunca quiso serlo.
  • Cerrar las heridas con su mentor Walter White.

Era por hablar, dice Walter White. Pero pueden decirse muchas cosas con palabras corrientes sin decirlas.

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¿Cuántos sabores tiene la Navidad?

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De entre las muchas respuestas que recibiríamos ante la pregunta «qué te sugiere la Navidad», seguro que se encuentra algo relacionado con la comida y los regalos. Sobre todo si entre las personas de tu círculo más cercano hay algún foodie (y si no lo encuentras, es que eres tú).

All Those Food Market es el mercado de emprendedores y artesanos gastronómicos donde podrás matar dos pájaros de un tiro: comprar todo lo que necesitas para preparar esa comida o cena tan especial que has planeado para estas fiestas, y encontrar el regalo perfecto para tus amigos gourmets.

All Those Food Market Navidad

Del 30 de noviembre al 1 de diciembre tendrá lugar la primera edición navideña de este mercado en el Teatre Nacional de Catalunya, en Barcelona. Un evento que, además de reunir a emprendedores, productores locales, artesanos gastronómicos y amantes del buen comer, ofrece también música, actividades gratuitas en torno a la gastronomía para los más pequeños e interesantes talleres como el de roscones de Reyes de BonsFocs, descubrir variedades antiguas de cebollas con Les Refardes y la cata de cervezas de Cyclic Beer, donde se hablará del papel que tienen las bacterias, la fruta y la levadura silvestre en su elaboración, entre otros.

All Those Food Market Navidad

All Those Food Market Navidad

En All Those podrás encontrar deliciosos quesos, embutidos y dulces, productos veganos y sin gluten, originales propuestas como Kensho Sake, el primer sake elaborado localmente con arroz del Delta del Ebro; hierbas aromáticas, panettones y turrones… Pasear entre sus puestos te permitirá también descubrir curiosas y originales piezas de menaje y accesorios para decorar la mesa, como los utensilios de Votto, los delantales de Apron y los ecoenvoltorios de Bee The Planet.

All Those Food Market Navidad

Tampoco faltarán los vinos (¿qué tal probar un vaso de vino caliente de Organic & Orgasmic o alguno de los vinos naturales y biodinámicos de Human Vins?), el vermut y la cerveza artesana.

All Those Food Market Navidad

All Those Food Market Navidad

Los proyectos gastronómicos instalarán sus cocinas en los jardines del teatro para que puedas probar en directo todos estos sabores. Propuestas de temporada como Auto Rosellon, la asiática Aiueno, las brasas de Gresca, el curry de Masala’73 o los bocadillos de La Porca. Y todo ello amenizado por los DJ del All Those Food Market.

La Navidad no solo sabe a turrón y a roscón de Reyes.

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FLIC, festival de ilustración y creación literaria en Barcelona

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Si hay un binomio difícil de separar es el de literatura infantil y juvenil e ilustración. Casi el 90% de este tipo de libros lleva algún tipo de elemento gráfico que ayuda a hacer más apetecible a su público objetivo adquirir el hábito de la lectura.

Para fomentar esta sana costumbre en niños y jóvenes nació hace casi una década el FLIC, un «festival de experiencias y creación literaria que invita al público a disfrutar de la literatura y las artes», cuentan desde Tantágora, la asociación sin ánimo de lucro de Barcelona que lo organiza y que lleva casi tres décadas realizando proyectos en torno a la literatura infantil y juvenil. Su décima edición está prevista para los días 13 y 14 de marzo de 2020 en el Museu del Disseny de Barcelona.

FLIC, festival sobre literatura infantil y juvenil e ilustración

De las muchas actividades que tendrán lugar en el marco de este evento multidisciplinar, se encuentra una Feria de Creación Literaria sobre obra gráfica, libros, propuestas de juego y cultura en torno a este tipo de literatura. Durante la misma, 40 ilustradores podrán exponer y vender su obra a modo de promoción. A través de un concurso, los profesionales de este campo que quieran participar en la misma podrán presentar su candidatura hasta el 30 de noviembre inscribiéndose a través de la web y enviando su portfolio.

FLIC, festival sobre literatura infantil y juvenil e ilustración

«Cuantos más agentes, más editores puedan ver la obra de un ilustrador, más posibilidades tiene de ser contratado», explica Magalí Homs, directora del festival. Se trata, pues, de brindar a los profesionales del dibujo una gran oportunidad de dar a conocer su trabajo entre quienes trabajan en el mundo editorial. Y para hacerlo aún más valioso, cada año escogen a una galería de arte especializada en ilustración que se encargará de seleccionar a los candidatos. En esta ocasión será Miscelánea, un espacio artístico multidisciplinar de la Ciudad Condal, la que se ocupe de ello. Los ganadores se darán a conocer el 13 de enero.

FLIC está dirigido a fomentar la lectura no solo entre el público juvenil e infantil. «El festival quiere que las familias, las personas, en definitiva, leamos y leamos por gusto, porque nos apetece leer», explica Homs. «Y sabemos que para poder hacer esto, muchas veces aliarnos con otras artes va muy bien: con la ilustración, con la música, con la danza… Y es a partir de aquí que nace el festival, con este objetivo de acercar la literatura a familias y a escolares desde un punto de vista un poquito más artístico».

FLIC, festival sobre literatura infantil y juvenil e ilustración

Este evento tiene por objetivo, explican en su web, acercar iniciativas internacionales a partir del crossing art literario y pone especial interés en incentivar la acción literaria en espacios poco habituales y en acercarla a públicos con riesgo de exclusión social. Barcelona, Vic y Madrid (actualmente se está celebrando en Móstoles hasta el 30 de noviembre) acogen este festival itinerante que invita al público a experimentar diferentes maneras de vivir la literatura y que favorece la creación interdisciplinaria con la participación de todos los agentes implicados: familias, profesores, bibliotecarios, escritores, ilustradores, jóvenes creadores, etc.

FLIC, festival sobre literatura infantil y juvenil e ilustración

En su programación, en la que aún se están ultimando detalles, se incluirán talleres familiares, presentaciones de libros, conferencias, un mercado de la edición, la Feria de Creación Literaria y un evento especial dirigido a jóvenes ilustradores: el European Network FLIC, «talento emergente que ilustra literatura», explican desde la organización.

Se trata de un programa internacional dirigido a estudiantes de escuelas de ilustración y diseño, bachillerato artístico y profesionales del sector cuyo objetivo es fomentar la relación entre literatura e ilustración. De entre sus participantes saldrán los ganadores del Premio Network FLIC, que se darán a conocer el próximo mes de diciembre y cuya entrega de galardones tendrá lugar durante la celebración del festival en marzo.

FLIC, festival sobre literatura infantil y juvenil e ilustración

¿Por qué un premio dirigido a estudiantes y no a profesionales? Todo parte, explica Homs, de un comentario preocupante que les hacían las escuelas de ilustración con las que trabajaban y colaboraban desde antes de empezar con el festival: «que sus alumnos, los futuros ilustradores de literatura infantil y juvenil, no leen (o no leían en ese momento) literatura infantil y juvenil. Y es entonces cuando empezamos a crear este Network de escuelas de ilustración». Es, según la directora del FLIC, «un premio de ilustración de literatura infantil y juvenil. Y es ahí donde nosotros queríamos hincar el diente, donde queríamos propiciar esa relación con los futuros creadores que tienen una relación como más directa y básica con la literatura, que es la ilustración».

FLIC, festival sobre literatura infantil y juvenil e ilustración

La propuesta era sencilla: esos futuros ilustradores debían leer un texto de este tipo de literatura e ilustrarlo. El tema para esta edición fue «Personajes singulares», una galería de individuos ficticios hechos de un material que los hace ser, actuar y pensar de una manera nada estereotipada, alejada de los cánones. Los candidatos debían ilustrar un fragmento de una obra literaria universal que da la organización sobre un soporte tridimensional. En este caso fue un frasco de cristal.

El jurado está formado por profesionales de todos los ámbitos. «Lo que nos interesa mucho es que sea gente muy diversa desde diferentes puntos de vista del sector que tenga relación con la literatura infantil y juvenil, tanto sea de la parte más de negocio (el editor, el librero…) como de la parte creativa», comenta Homs sobre la composición del mismo. «Y también de esas instituciones que conglomeran diferentes agentes. Sobre todo, que sea poliédrico, que tenga relación con la literatura y que pueda aportar diferentes puntos de vista sobre ella».

FLIC, festival sobre literatura infantil y juvenil e ilustración

El panorama de la ilustración infantil y juvenil en España ha cambiado mucho en los últimos 15 o 20 años, comenta la directora. «España iba un poco atrás en la cola en este tema si comparamos con otros países europeos. Ahora muchos de los ilustradores de nuestro país están siendo contratados por editoriales de fuera. Evidentemente, tendría que ser más. Pero ha habido un cambio». Ello se debe, en parte, a la mayor oferta formativa en este sector que se encuentra en todo el país. También es importante el gran número de ilustradores destacados que se dedican también a dar clases. Todo ello, opina Homs, sitúa a la ilustración española en un buen nivel, aunque admite que aún deben mejorar las cosas. La buena noticia es que ya vamos por el buen camino.

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La chispa adecuada de los conflictos sociales: ¿Por qué protestan los que protestan?

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«¿Cómo empieza una guerra? Los libros de historia nos dicen que al principio de todo hay una explosión, un disparo. Un país invade otro, alguien muere, mueren cientos o miles. Pero no es cierto. Las guerras empiezan mucho antes del primer disparo». Así arrancan todos los capítulos de Guerra 3, un exitoso podcast que relata, en forma de ficción, el estallido de la tensión entre las dos Coreas.

El guion, de José A. Pérez Ledo, narra cómo una voluntariosa periodista de guerra española invitada a Corea del Norte acaba enredada en una trama diplomática de consecuencias imprevisibles para todo el planeta. Pero, más allá de la ficción, la frase del arranque es la adaptación de un célebre mantra periodístico: «Las guerras siempre empiezan antes del primer disparo; comienzan con un cambio del vocabulario en los medios».

La idea original –de la frase, no del podcast– es de Ryszard Kapuscinski, una de las figuras más leídas y estudiadas en las facultades de Comunicación actuales. Eso le convierte también en uno de los autores más citados en la profesión y, de forma indirecta, en alguien cuyas ideas trascienden lo comunicativo para calar también en lo social.

Parece evidente que las guerras –o los conflictos no necesariamente violentos– emergen en un momento dado, pero no lo hacen por un estallido violento, aunque ese sea el inicio que se recuerda. Hay un desencadenante, sí, pero siempre como consecuencia de un conflicto subyacente y un estado de opinión al respecto. Ahí sí intervienen los medios, amplificándolo o condicionando su percepción.

Causas de los conflictos sociales
Revueltas en Estambul, Turquía, 2013. Foto: Gabriel Petrescu/Shutterstock

Porque no, en realidad las grandes convulsiones sociales no empiezan ni con un disparo ni con un cambio de vocabulario. De hecho, para que se den ambas cosas resulta necesaria una crisis larvada de fondo. Es más, ni siquiera suele ser cosa de los medios, todo viene de la propia sociedad. Podría decirse que un conflicto, por tanto, empieza cuando la gente de la calle, sus representantes, sus referentes o sus líderes de opinión empiezan a alterar los significantes de la realidad.

A veces, claro, son los medios. Sucedió, por ejemplo, en la guerra de Ruanda, cuando la Radio Libre de las Mil Colinas, que estuvo apenas 13 meses activa, logró condicionar de forma definitiva a la población ruandesa para que acabara estallando una suerte de guerra civil contra la etnia tutsi que derivó en genocidio. Lo hizo de forma sencilla: conectando con los más jóvenes –con emisiones musicales–, pasando entonces a transmitir mensajes velados –con programas de sátira política– y acabando con un llamamiento directo al exterminio. Pero aun así el clima de odio existía antes, y sin él nada habría sucedido de la misma forma.

Así pues, ¿habría tenido lugar el genocidio ruandés sin la radio? Posiblemente sí, aunque quizá de forma menos explosiva. ¿Habría calado el mensaje de la emisora si no hubieran existido odios raciales previos? Parece difícil.

Valga otro ejemplo con la radio como detonante: ¿inició la emisión de Grândola, Vila Morena la Revolución de los Claveles en Portugal? Fue la señal para que los militares tomaran posiciones, pero en realidad era solo eso, una señal: el clima contra Salazar había alcanzado su apogeo y con canción o sin canción el dictador hubiera sido igualmente depuesto.

LA IMPORTANCIA DEL DETONANTE

Los detonantes son, en resumen, el hecho concreto que la gente recuerda, lo que da inicio al conflicto. El casus belli romano. Pero en realidad no son más que el símbolo, el momento fundacional, la etiqueta.

El disparo que mató al archiduque Francisco Fernando en 1914, por ejemplo, pasó a la historia como el momento que dio inicio a la Primera Guerra Mundial porque Austria declaró la guerra a Bosnia. Sin embargo, el asesinato no tuvo lugar de forma aislada y repentina, sino después de varios intentos anteriores que respondían a la misma lógica: la oposición de grupúsculos nacionalistas serbios a la anexión de territorios Balcánicos por parte del imperio austrohúngaro seis años atrás.

¿Qué inició la guerra entonces?, ¿el disparo o las tensiones nacionalistas? La respuesta se vuelve más clara si se salta a la Segunda Guerra Mundial: ¿Empezó porque Hitler invadió Polonia? En realidad habría que mirar atrás, a las –de nuevo– tensiones nacionalistas. O incluso más atrás, al Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial estableciendo durísimas condiciones a los derrotados, lo que llevó a Alemania a la subyugación económica. Caldo de cultivo perfecto para todo lo que vino después.

Lo mismo sucedió con la denominada Primavera árabe, la profunda sacudida social que recorrió decenas de países norteafricanos y de Oriente Próximo contra sus regímenes autoritarios. El detonante fue Mohamed Bouaziz, un joven vendedor ambulante que se prendió fuego después de que la policía tunecina le confiscara su puesto de frutas y, al ir a denunciar los hechos, fuera humillado por los agentes.

Parece verosímil que la muerte del heredero de un imperio llevara a gran parte de las potencias mundiales a entrar en guerra, pero quizá resulte más sorprendente entender que el suicidio de un humilde frutero llevara a la sacudida de regímenes dictatoriales, llegando al extremo de que algunos de ellos cayeran tiempo después.

Resulta ambicioso resumir bajo una etiqueta algo que sucedió en decenas de países que, a pesar de los estereotipos occidentales, tienen poco que ver entre ellos. De hecho, no hubo una Primavera Árabe, sino muchas. Bouaziz no buscaba más democracia, pero encarnó un símbolo contra la arbitrariedad y las desigualdades.

En otras latitudes, incluso años después, los alzamientos populares respondieron a detonantes muy distintos, como por ejemplo la reforma de la Plaza Taksim en Turquía. Poco tienen que ver, por ejemplo, Túnez con Baréin, o Turquía con Siria, por citar ejemplos de regiones en las que se registraron movilizaciones sociales en esos años.

Causas de los conflictos sociales
Protestas contra el gobierno chileno en octubre de 2019. Foto: abriendomundo / Shutterstock

IDENTIDAD Y DESIGUALDAD

Si resulta complicado resumir como Primavera Árabe eventos tan heterogéneos en países tan distintos, más complicado es abordar una región tan heterodoxa como América Latina. Sin embargo, es ahí donde más rebeliones sociales se están produciendo, casi en cadena, en los últimos meses.

Como siempre, los detonantes parecen totalmente distintos. Venezuela lleva años en un convulso enfrentamiento político entre el controvertido régimen bolivariano y la oposición conservadora, apoyada por intereses extranjeros hasta el punto de que decenas de países reconocieron como presidente a Juan Guaidó, que en ningún momento llegó a tener capacidad para ejercer dicho mandato.

Bolivia, por su parte, acaba de vivir un golpe de Estado a manos de una formación minoritaria tras estallar las denuncias de fraude electoral contra el depuesto gobierno de Evo Morales, que modificó la Constitución para perpetuarse en el poder.

En Ecuador la decisión del Ejecutivo de retirar la subvención de los combustibles provocó una oleada de protestas que acabaron con el levantamiento de la comunidad indígena. El presidente Lenín Moreno, que llegó a acusar a su antecesor en el cargo de alentar las protestas, acabó dando marcha atrás.

En Chile, el país lleva semanas sumido en la violencia por la subida del precio del transporte público decretada por el Ejecutivo, hasta el punto en el que se ha acabado por aceptar la posibilidad de abordar una reforma constitucional.

Ahora Colombia empieza a ver cómo se recrudecen las protestas contra el Ejecutivo, que ha intentado aplacarlas con una fuerte represión policial e incluso medidas excepcionales en Bogotá.

Son solo cinco ejemplos con detonantes distintos en apariencia. Se podrían sumar más, como los bruscos cambios políticos vividos en Argentina o Brasil. Pero, al margen de esos países, ¿es la discrepancia ideológica, el fraude electoral, la subvención al gasóleo o el precio del transporte público la causa última de las eclosiones sociales?

TENSIÓN ENTRE VISIBLES E INVISIBLES

En el caso chileno confluyen muchos factores distintos, según explica Christian Cancino, profesor de Economía y Negocios en la Universidad de Chile. «El país ha vivido un enorme ciclo de crecimiento desde 1985 que ha hecho que el PIB per cápita se disparara. Pero por supuesto,, la distribución de esos ingresos es muy desigual, aun cuando estadísticamente no lo es tanto. Es decir, nuestro pobre no es tan pobre como el pobre de países en desarrollo», explica.

Es más una cuestión de percepción, en sus palabras: «El más pobre sobrevalora su vulnerabilidad real, y lo que es peor, el más rico la infravalora. Así, hay mensajes de superrricos o políticos diciendo tonterías del estilo «Las flores están baratas; seamos más románticos y compremos más flores». Decenas de ejemplos como este hicieron sentir a la gente que se estaban riendo de ellos», resume.

Hay más: en su opinión, un estrato social joven muy reivindicativo que apoya sus protestas en la crítica a una dictadura que no conocieron, la pulsión por apostar por un giro hacia el modelo de bienestar en lugar de a una economía liberal, la propagación de control de información falsa o manipulada y, en último término, el hecho de que el propio presidente del país sea, además, un empresario. «Si bien puede saber mucho de administrar grandes corporaciones, poco sabe de empatizar con la gente y dirigir un país», parafrasea.

«Piñera no ha sabido enfrentar bien la situación –resume–, le tomó por sorpresa y sin herramientas. Quedan dos años de gobierno, con un presidente inexistente, donde quiere construir un nuevo plan con puras ideas que él detestaba y que eran justo las contrarias de su previo programa de gobierno».

El problema de fondo, según sintetiza, es que la gente que no puede acceder a una mayor calidad de vida «decidiera por no aguantar más este modelo y exigir uno distinto». En esa línea, cala la idea de que es mejor «destruir el modelo completo, que todos estén peor, pues son los privilegios de los que están mejor lo que detestan. No creen en que pueda haber oportunidades para los más desfavorecidos», concluye.

Causas de los conflictos sociales
Quito, Ecuador. Foto: Diego Frames / Shutterstock

EL INCENTIVO SOCIAL

Con algunas diferencias, es una descripción similar a la que hace Ivonne Gaibor, editora general del diario ecuatoriano Primicias, que ve tres factores tras las protestas que sacudieron su país hace unas semanas.

«El primero es el deterioro de la situación económica, sobre todo, atado a un freno en el gasto público que durante los diez años del anterior gobierno fue el motor del crecimiento. Las cifras de desempleo han subido causando malestar, sobre todo, en la clase media», explica. El hecho de que la moneda oficial del país sea el dólar hace que los precios, por sí, sean altos, de forma que eliminar el subsidio al combustible hizo que se temiera un aumento aún mayor del coste de los productos de primera necesidad.

«El segundo son las reinvindicaciones propias del sector indígena», continúa. «Son el 7% de la población, y siguen siendo la minoría más excluida y con los índices de pobreza más altos».

«Y, claro, en las manifestaciones que se tornaron violentas también pesó, y mucho, el componente político. Actualmente, el Gobierno de Lenín Moreno tiene poco o nulo apoyo de partidos, sectores sociales o empresariales. En ese escenario, intentar aplicar una medida económica impopular como el retiro de los combustibles sin acuerdos previos era la receta del fracaso», analiza. «El descontento con el gobierno cruza también por buena parte de la clase media, desempleados y jóvenes con pocas opciones de futuro».

En perspectiva, resulta complicado concretar las causas específicas de cualquier conflicto, aunque muchos tienen mimbres similares. Todo es consecuencia de algo y explicar un estallido social requiere de una perspectiva histórica en ocasiones más amplia que la tensión en sí. Eso sí, en muchas ocasiones la chispa adecuada tiene focos similares, y las desigualdades o la falta de oportunidades y visibilidad de ciertos sectores sociales parecen catalizadores comunes de casi cualquier incendio.

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Jesús Alcoba: «Lo que mueve el mundo son las ideas que hacen que las personas generen más ideas»

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Jesús Alcoba ha cogido la creatividad por las solapas y le ha pegado unas cuantas sacudidas. Y, ozú, ¡qué susto nos ha dado! Llevamos años oyendo en las escuelas de negocios y leyendo en los PowerPoints de vendedores de fórmulas mágicas contra la calvicie empresarial que no hay más receta que el ingenio.

Entonces llega un día de este otoño y el experto en estrategia y psicología publica un libro, Génesis (Planeta), que anuncia: «Hemos entrado en un mundo en el que ser original es malo». Apenas hay que pasar nueve páginas para llevarse este menudo sobresalto.

«Noto cada vez más presión hacia la conformidad y creo que se señala más al diferente. Es algo que están potenciando mucho las redes sociales», indica el director de la escuela de negocios La Salle. «La diversidad es la salsa de la vida, pero vamos hacia un mundo que parece empeñado en que todos seamos el mismo ciudadano y vivamos en la misma ciudad; que veamos las mismas series, que vistamos la misma ropa… Y a mí eso me asfixia. Por eso escribí Génesis. A ver si animo a alguien a salir un poco del carril».

Resulta paradójico. Tenemos más información, más productos y más opciones culturales que nunca y, a la vez, con la globalización, somos cada vez más homogéneos. 

La globalización no es mala; lo malo es la pereza. Esa es la gran trampa que tienden los algoritmos de recomendación. No es que nos hayamos vuelto perezosos (el humano lo es por naturaleza). No es que seamos malos y torpes; es porque necesitamos ahorrar energía.

Es muy fácil quedarse con la opción recomendada, con la opción que sigue todo el mundo. Es muy fácil terminar de ver una película y, después, ver la que el algoritmo recomienda. En lugar de usar mi criterio para buscar un restaurante, es muy fácil ir a ese que tiene 5 estrellas. Es más sencillo porque el juicio crítico y la originalidad cuestan, igual que todo proceso intelectual o cognitivo. El mundo actual alimenta la pereza natural del humano. Es facilón seguir el mainstream y el relato dominante. Por eso el relato dominante es cada vez más dominante y el mainstream es cada vez más mainstream.

Esta tendencia a la uniformidad está relacionada con el «gigantismo» en los negocios del que hablas en Génesis. Algunas marcas llegan a millones de personas y tienen un poder salvaje.

Y tendrán más si nos dejamos. Esto lanza un enorme interrogante ante cada uno de nosotros. Si me dejo, acabo comprando sota, caballo y sota. No deberíamos dejarnos. Tenemos que pensar si estamos siguiendo al rebaño o si queremos salirnos.

Cómo hago yo para buscar mi propia singularidad. En todo: en mi ocio, en mi manera de hablar, en mi forma de vestir. Cómo busco yo un resquicio para diferenciarme. Fíjate qué gran palabra. Es curioso que ahora hablemos tanto de diferenciación y, en cambio, cada vez sea más difícil diferenciarse. A nosotros nos toca agitar el tema. Nos toca ser un poco díscolos y un poco rebeldes y buscar nuestro propio camino. Así, además, aumentamos nuestra realización personal y el gusto por nuestro yo individual.

La insistencia en la «marca personal» (en tantos cursos, en tantos libros, en tanta receta en las biblias del éxito empresarial) parece la reacción lógica a este mundo cada vez más homogéneo. 

Sí, surge ante esa presión tan grande que parece que nos pone a todos de uniforme. Aunque siempre insisto en que no es algo nuevo. En los años 60 y 70, en aquellos años de rebeldía y deseo de individualidad, los jóvenes escogieron vestir una prenda favorita: los vaqueros. Todos eran rebeldes porque todos llevaban vaqueros. Y, así, al final, todos acabaron en la misma uniformidad de la que pretendían salir.

El fenómeno no es nuevo, pero ahora se está potenciando. Y lo que ocurre es que, cuando más se habla de la marca personal, más presión hay hacia la conformidad. En el ámbito empresarial ocurre lo mismo. Ahora, vayas al foro que vayas, no se habla de otra cosa que del big data, la transformación digital… Y yo me pregunto: ¿no tenemos otros términos? ¿No tenemos otra manera de referirnos a lo que nos pasa que no sea la estándar? Vas a distintos eventos y todos se parecen de forma sorprendente. Es porque todos leemos lo mismo, todos estamos en las mismas redes sociales. E insisto: eso me asfixia.

Hablas de la burbuja de filtros: las redes sociales, en vez de mostrarnos la diversidad, van estrechando el catalejo por el que nos muestran el mundo. En Génesis dices que «hace falta una actitud decidida de salir de esas “mentes colmena”, esos estados de opinión globales y simplistas».

Esta campana bajo la que vivimos las personas de los países desarrollados nos filtra todo lo que nos llega. Recibimos datos de los productos por los que hemos mostrado interés, de las cosas que nos gustan, y eso nos hace llegar a la conclusión de que el mundo es como nosotros lo vemos. Si lo llevamos al extremo, cuando vemos a otros que piensan distinto, empezamos a discutir. A veces, de forma airada y violenta. Eso es lo que está pasando en Twitter. Ahí hay muchas «mentes colmena» tirándose los trastos a la cabeza.

¿Cuál es mi mayor inquietud? La generación más joven. Hay dos tipos de personas: los que dicen «voy a entrar en internet» y los que no entran porque están siempre conectados. Me llama la atención cuando alguien dice «voy a entrar». Es una sensación casi física. Entras y luego sales. Pero hay una generación que siempre está ahí. Es una generación entera que no tiene conciencia de cómo se vive sin burbuja de filtros. Y eso me preocupa. Han definido a estos jóvenes como nativos digitales, dicen que saben todo sobre tecnología, pero se ha demostrado que es radicalmente falso. Al final lo que son es megaconsumidores y muy vulnerables. Y eso está afectando a la capacidad creativa de los chavales, porque el primer impulso de muchos, en vez de pensar, es ir a buscar a Google.

Estamos dejando de lado muchas capacidades. Para qué utilizar el sentido de la orientación si me lleva Google Maps. Para qué sumar si lo hace mi calculadora.

Eso es. Pero antes teníamos el «con calculadora» y «sin calculadora». Ahora no lo tenemos. Me gustaría que Google hiciera este experimento: que un día, durante una hora, diera como respuesta «No lo sé, no tengo ni idea. Busca tu propia respuesta». ¿Cómo nos quedaríamos? ¡Ah, es que tengo que buscar dentro de mí!

Nos quedaríamos huérfanos, inútiles y deprimidos.

Sería un shock. ¡Sería peor que una bajada de la bolsa a nivel planetario!

Jesús Alcoba

En Génesis hablas del «excedente cognitivo». ¿En qué consiste?

Antes, muchas personas, en su ocio, veían la tele. Ahora, mientras ven la televisión, están con un ordenador y pueden producir contenido. El ocio se ha vuelto productivo de cara a los demás. Hay un excedente de productividad que se está volcando a internet y eso multiplica la infoxicación hasta niveles paroxísticos. Ahora hay mucho de todo en todas partes. Parte de ese contenido es bueno: el más trabajado. Pero hay otro contenido que no está trabajado. Y como todo se sube a internet, cada vez es más difícil encontrar lo bueno.

Citas una investigación que muestra que la era de internet está muy lejos de alcanzar la productividad que consiguió la revolución industrial. En Génesis dices: «El fantasma de que los milenials vivan peor que sus padres aleja la idea de que la revolución de internet haya contribuido a hacer un mundo indiscutiblemente mejor». Esa idea incuestionable que nos vendieron de que la red está haciendo el mundo mejor es muy discutible. 

Da la sensación de que la revolución de la bombilla tuvo más utilidad que internet a nivel planetario. Es un enorme jarro de agua fría porque no estamos opinando de temas sociales, éticos o morales. Estamos hablando de productividad, de crecimiento económico y de futuro.

Parece ser que internet no es lo que nos habían vendido. ¿Cómo justificar que la bombilla generó más productividad que internet? Hay muchas explicaciones. Una de ellas es que en la revolución industrial, los inventos llegaron a más personas. La bombilla es planetaria, pero no todo el mundo tiene un ordenador. Una bombilla alarga las horas de sol: un médico o el empleado de un taller puede seguir produciendo. Pero internet se ha reducido al tema del comercio y la información: tiene un ámbito mucho más restringido.

Creo que, como personas y como sociedad, tenemos que ser más críticos con la tecnología. No podemos quedarnos con el ciclo de sobreexpectación. Nos prometieron que internet iba a ser la gran esperanza de la humanidad y ya estamos viendo que no lo ha sido. Ahora volvemos a hablar con el mismo entusiasmo de la robótica, de la inteligencia artificial… Es urgente que construyamos herramientas de juicio crítico con la tecnología y que situemos las cosas en su sitio. El ciudadano no debe dejarse llevar y comprarlo todo sin medida. Y no es negativizar la tecnología; es ser más cauto. Porque lo que ya sucedió una vez tiene una alta probabilidad de que vuelva a ocurrir.

En el libro haces una pregunta inquietante: «¿Qué pasaría si llegara un momento en el que la cantidad de originalidad necesaria para estimular el progreso fuera superior a la capacidad de ideación del mundo entero?».

Los que creamos y los que consumimos somos los mismos. Si nuestra capacidad creativa disminuye (esto es obvio porque todo se lo preguntamos a Google y Google solo nos cuenta lo que ya nos ha contado), por una parte, nos estamos debilitando. Pero, por otra, cada vez necesitamos más originalidad para conmovernos y sorprendernos.

Dicen que la primera vez que se estrenó una película de cine apareció un tren en la pantalla y la gente salió corriendo porque pensaba que los iban a atropellar. Fue un shock (aunque puede que sea falso, como todas las buenas historias). Hoy podemos ver películas de muertos vivientes que se arrancan la cabeza mientras comemos palomitas. Ya nada nos sorprende. ¿Qué va a ocurrir cuando nadie pueda sorprender a otro?

Ese momento causaría un cataclismo planetario. Al final, la copia recursiva (copia de la copia, de otra copia, de otra copia…) genera una reducción al infinito. Estamos haciendo un refrito de un refrito de un refrito y, al final, ya no sabe a nada. El mundo se quedaría sin ideas, como dice el libro de Franklin Foer que se titula precisamente así: Un mundo sin ideas.

En Génesis desarrollas otro concepto: la hipótesis de la atracción creativa. ¿De qué se trata?

Es un concepto que medio me he inventado. Desde tiempos remotos los humanos aprendimos que sorprender a otro es una manera de llamar su atención. Las personas utilizamos la creatividad para llamar la atención. Puede haber sido útil para fines reproductivos en los tiempos remotos y puede ser útil también para un comerciante que quiera vender una mercancía. Al salirnos del patrón, atraemos miradas. Este es uno de los orígenes de la creatividad. No se puede explicar solo a partir del siglo XIX, como ocurre a menudo.

Te voy a hacer una pregunta nada creativa: ¿cómo se puede intentar ser más creativo y original?

Apagando el móvil, lo primero. Hablamos de liderazgo, de empatía, de creatividad… Cada vez que se habla de una habilidad surge una pregunta paralizante: ¿Se puede ser creativo? ¿Se hace o se nace? Y ahí surge la parálisis por análisis. Empezamos a darle vueltas y no nos movemos. A mí esto me aburre soberanamente. La ecuación es siempre la misma: todo el mundo puede ser siempre mejor y peor en casi todo. Eres mejor si lo practicas y eres peor si lo dejas.

Pero yo creo que en la base de todas las habilidades humanas está la actitud; no me refiero a la actitud positiva y estas cosas que tanto dicen. Me refiero a la actitud de querer ser aquello que tú quieres ser. Creo que la gente que juega muy bien al baloncesto es porque son enamorados perdidos del baloncesto y eso es lo que les hace adquirir la habilidad y perfeccionarla.

Las personas empáticas lo son porque viven y se emocionan con la empatía, con el encuentro. Las personas muy buenas en comunicación lo son porque vibran en un escenario. El paso 1 es querer, desear.

Acabas el libro diciendo: «Este siglo está llamado a ser el del nuevo amanecer de las ideas génesis». ¿Cuáles son?

Lo que mueve el mundo son las ideas génesis: las ideas con influencia generativa. Son ideas que hacen que las personas generen más ideas. Un ejemplo está en la música contemporánea. El rock and roll nació del country clásico y del rhythm and blues. El R&B no fue solo una copia; fue una copia generativa, una copia fertilizada, una diferencia. Pasa lo mismo con los memes. A veces se copian sin más y otras veces los transforman. Esa es la influencia generativa y esa es la que mueve el mundo.

El siglo pasado (el de la industrialización, la profesionalidad, la excelencia) estuvo muy bien. Y este siglo nos toca dedicarlo a las ideas génesis. No sé por qué a tanta gente le dan miedo los comienzos. Muchos piensan que está todo hecho, pero yo creo que está todo por hacer. Me parece fascinante que tengamos este reto tan increíble de reinventar la creatividad. ¿Por qué no se habla de esto en los foros? Dejemos ya el brainstorming y el post-it. Que hay otras cosas. Que puede haber otras cosas. Por eso lo llamo el nuevo amanecer. El ser humano puede reinvertarlo todo. Lo ha hecho varias veces. Y ahora somos nosotros: tú, yo y los que estamos. No va a venir ningún marciano, no. Esto no va a ocurrir.

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Ricardo Cavolo aborda en ‘La herida del héroe’ cómo superar una depresión

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Vuelve Ricardo Cavolo. Después de siete años recorriendo el mundo, el salmantino regresa a Madrid. Hay quien celebra su retorno a una ciudad con una fiesta o una inauguración de piso, pero este ilustrador de fama internacional ha decidido festejar con una exposición efímera. La herida del héroe (del 30 de noviembre al 1 de diciembre en la calle Velarde 14, Madrid ) que habla de la faceta más personal y vulnerable de los héroes de nuestra infancia.

En la muestra, comisariada por Gunter Gallery, personajes como Batman, Lisa Simpson, Goku, Oliver Aton o Darth Vader lloran a lágrima viva en las icónicas ilustraciones de Cavolo. El artista, que ha superado una depresión, reflexiona así sobre las vulnerabilidades de nuestros referentes.

Sus colores vivos y sus formas angulosas llamaron la atención de Yorokobu cuando ganó la portada del concurso de Yorokobu Hazlo Tú en 2012. Mucho ha llovido desde entonces. Colaboraciones con El Circo del Sol, más de una decena de libros publicados o colecciones cápsulas con Zara, Alexander McQueen o Bally dan cuenta de su fama internacional.

Ricardo Cavolo se ha convertido en una marca. Pero más allá de esto, él sigue prefiriendo las exposiciones, los murales y las intervenciones. Ahora está preparando dos, una en Veracruz y otra en Singapur. Pero antes de coger el avión, Cavolo se centra en su retorno madrileño y charla con nosotros días antes de inaugurar su nueva exposición, La herida del héroe.

Vuelves a Madrid, a exponer y a vivir. ¿Cómo llevas estos cambios después de haber desarrollado una carrera y una vida tan internacional? ¿Cómo era el Cavolo que se fue y cómo es el que vuelve?

Estoy muy contento de poder celebrar así mi vuelta a Madrid. Esta ciudad es mi casa, y hacer esta expo me hace mucha ilusión. He aprendido muchas cosas en estos años que estuve fuera. Pasé por una depresión, mi carrera ha crecido, he viajado por medio mundo… Es como si me hubiera leído mil libros y ahora sé mucho más al menos de las cosas importantes.

Solo expones dos días, ¿por qué dura tan poco tiempo La herida del héroe

Me gusta mucho el formato de pop up. Cada vez creo menos en las exposiciones de dos semanas. Prefiero hacerlo dos o tres días, estar allí todo el tiempo recibiendo a quien se quiera pasar y a otra cosa. Es todo más intenso, me gusta más.

La Herida del héroe parte de dos conceptos, héroes y salud mental, que a priori parecen antagónicos, ¿por qué has decidido yuxtaponerlos?

Justamente porque de esta manera queda más evidente que todos, TODOS, tenemos situaciones relacionadas con la salud mental. También me gusta desmontar ese mito del triunfador. Un héroe o un triunfador no vive en un sueño constantemente. También tiene sus fantasmas y demonios, como todos. Y eso les convierte a ellos un poco más en personas, y a los demás un poco más en héroes y heroínas.

En los últimos años está muy de moda el cine de superhéroes, aunque no sé si tanto el mostrar las debilidades de estos personajes, ¿eres seguidor de este género? ¿Qué opinión te merece?

Salvo en contadas excepciones (como Joker), estas películas de superhéroes no son más que un medio para ganar dinero sin pensar mucho en nuevas historias. Es un producto muy rentable para las productoras. Yo desde muy pequeño he leído cómics de superhéroes, y por tanto tengo una relación más personal con ellos.

No sé si hay alguna pieza con la que te sientas más identificado. ¿Qué tienes tú de héroe y a qué fantasmas o villanos te enfrentas?

La verdad es que no me planteé buscar un personaje con el que me sienta más identificado. Quizás el agotamiento de Súper Mario y el aislamiento de Miércoles Addams son males también míos.

La herida del héroe está compuesta de unos 20 retratos. ¿Cómo iniciaste esta serie y cómo ha sido el proceso de creación? ¿Te ha llevado mucho tiempo elegir los personajes y los fantasmas a los que se enfrentan?

Después de pasar por un proceso de depresión y terapia aprendí mucho sobre las emociones. Y decidí escoger a estos personajes, que los veo casi ya como amigos, para hablar de algún tipo de trauma o debilidad con cada uno de ellos. La verdad es que la lista era gigante, y luego fui reduciendo ya un poco en función de las debilidades de uno o de otro, para hacerlo más variado. Son personajes que conozco muy bien, y por tanto no se me ha hecho complicado buscar sus debilidades.

En 2012 hablábamos en Yorokobu de cómo diseñabas tatuajes por encargo. Siete años después siguen estando tan de moda como entonces, y si antes los llevaba Bimba Bosé ahora los lucen los actores de Élite, ¿por qué crees que tu dibujo se da tan bien sobre la piel?

Pues no lo sé, estas cosas es mejor que las respondan los que se lo tatúan. A mi me sigue haciendo la misma ilusión, me parece precioso que alguien encuentre en mi trabajo algo con lo que conecte a un nivel muy íntimo y decida llevarlo en su piel. Es un honor.

Entonces te lo pregunto a ti, que tienes muchos dibujos tuyos tatuados. ¿Cómo es eso de llevar tu propia obra en las manos?

Para mí es lo más natural, claro. De hecho, ya ni me los veo, forman parte de mí, no solo porque los lleve en la piel, sino porque esa simbología la llevo también en mi cabeza.

El uso que haces del color nace de tu vocación inicial. Te querías dedicar a la ilustración infantil, ¿es este un campo frustrado o estás contento con que gente de todas las edades disfrute tu obra?

Ninguna frustración. Todo sucede por algo. Lo de la ilustración infantil era casi el único camino para publicar libros ilustrados en su momento. Ahora es otra escena, y me permite sacar libros para todo el mundo, me gusta mucho más.

Estás trabajando en un libro sobre Lorca, ¿qué nos puedes contar sobre él?

Me temo que de momento no debo decir mucho. Pero sí diré que es algo que soñaba hacer desde hace muchos años. Es algo mágico, y espero estar a la altura del maestro Lorca.

En tu autobiografía, Jamfry, narras como viviste una época de tu infancia con gitanos, ¿cómo influyó esa experiencia en tu arte? ¿Hay algo de influencia romani en tu ilustración?

Estéticamente no hay ninguna influencia. Pero sí afecta a mis temáticas habituales. En mi trabajo siempre trato de mostrar y honrar a personas que viven en lo que llamo la cara B de la sociedad. Desde muy pequeño entendí que en la sociedad hay dos realidades, y a mí me interesa más lo que sucede en la cara B.

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Practica el noble arte de perder el tiempo

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La rapidez está sobrevalorada. Su prestigio proviene del pasado, pues entonces ir a pie o a caballo marcaba la diferencia. En la guerra y en la vida. Una distinción que sigue operando de forma absurda a día de hoy. Hay quien paga un dineral por un coche de muchos caballos porque alcanza más de 200 kilómetros por hora cuando no se puede circular a más de 120.

Pero ese absurdo se dispara cuando trasladamos ese componente de velocidad al pensamiento. Contestar rápido se convirtió hace ya mucho tiempo en un signo de inteligencia.

La perspicacia, la ocurrencia, el ingenio se valoran más cuando vienen avalados por una respuesta inmediata sin tener en cuenta el precio que pagamos por ello.

Los franceses utilizan el término de la phrase de l’éche refiriéndose a esa respuesta que se nos ocurre en la escalera cuando nos marchamos tras una discusión y que siempre es mejor que la que dimos durante la misma. ¿Por qué? Pues, sencillamente, porque hemos podido pensarla.

Los españoles, más dados a la holgazanería, hablamos de consultarlo con la almohada para señalar que toda respuesta a un interrogante mejora con el paso del tiempo.

Y es cierto. Los dos grandes enemigos de la respuesta acertada son la prisa y la verborrea. La primera por defecto y la segunda por exceso.

Tal vez esa sea la razón por la que, desde la antigua Grecia, muchos intelectuales se han servido del paseo para meditar. El paseo marca un ritmo físico que se traslada al intelectual. Porque el dicho de que piano piano si va lontano abarca tanto al uno como al otro.

Pero si antes la prisa mandaba, ahora el tema se ha exacerbado. La inmediatez ha llegado a revalorizarse de tal manera que para exaltarla nos inventamos términos tan absurdos como el «tiempo real», como si existiera un tiempo irreal con el que poder compararse.

Esa es la razón por la que la latencia en el mundo digital, entendida como la suma de retardos temporales dentro de una red, haya adquirido tanta importancia. Nuestra fascinación hacia lo inmediato es tal que ya incluso se habla de «latencia cero», aun a sabiendas de que, desde un punto de vista tecnológico, tal cosa es imposible.

El desfase entre el pensamiento humano y la rapidez de respuesta digital es tal que la única solución para que ambos concuerden nos exige delegar el primero a la inteligencia artificial sacrificando con ello la propia. Esto es algo que ya se está haciendo en determinados campos como la estrategia militar, las operaciones bursátiles o el internet de las cosas.

Hay que darle tiempo al tiempo, decimos. Cuando en realidad lo que hay que darle es espacio. El suficiente como para que en él quepan los monólogos interiores que enriquecen nuestra mente.

Ahora, para defendernos del problema que nosotros mismos hemos creado, practicamos la meditación, el mindfulness, la relajación autógena, sin darnos cuenta de que resulta imposible separar el tiempo del estrés del tiempo de la calma.

Y ello por una simple razón: el tiempo solo es discontinuo en nuestra mente (aunque este punto está siendo cuestionado ahora por la mecánica cuántica).  Por eso creemos poder fraccionarlo en rápido o lento. Una ficción que hemos creado para no asumir la cuestión de fondo. Es decir, que en muchas ocasiones las prisas solo nos sirven para una cosa: para llegar antes al lugar equivocado.

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 ¿Tener sexo o ver un capítulo de tu serie favorita? 

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Un plan casero de mantita y sofá se hace mucho más apetecible con la llegada del frío. Sin embargo, lo que antes habría sido una excusa para quedarse con la pareja debajo de las sábanas y atrasar la cena, ahora es el momento perfecto para hacer un maratón de series o para acurrucarse y comprobar las últimas notificaciones en redes sociales.

De hecho, si preguntásemos un domingo por la tarde a parejas jóvenes si prefieren una sesión de sexo o encadenar capítulos de su serie favorita en Netflix, la experiencia nos diría que la segunda opción tendría más fans.

Mucho más si hablamos de los milenials. Como ya anticipaba un estudio publicado en Archives of Sexual Behavior, esta generación parece tener menos relaciones sexuales que la llamada Generación X (es decir, los nacidos en los 60 y 70).

Por otra parte, según el 8º Barómetro Los jóvenes españoles y el sexo elaborado por CONTROL este mismo año, el 34% de los jóvenes practica sexo al menos cada 2 o 3 días; un 30%, 1 vez a la semana; un 13%, cada 15 días y un no poco relevante 23%, cada más tiempo. Un dato que no tendría más repercusión si la calidad siempre primase ante la cantidad, pero la realidad es que en esta misma encuesta 8 de cada 10 afirmaba que querría practicar sexo de manera más frecuente. Entonces ¿cuál es el problema?

¿ESTAMOS DEMASIADO CANSADOS?

«La disminución del sexo se debe a varios factores, pero las nuevas tecnologías, la infinidad de opciones de entretenimiento, la alta satisfacción que generan y la facilidad de acceder a ellas hace que muchas personas elijan divertirse o distraerse, en vez de tener relaciones sexuales», aporta la sexóloga Ana García.

No obstante, pocas personas se resisten a irse a la cama sin mirar el móvil una vez más o son capaces de ver un solo capítulo de una serie sin dejarse seducir por la intriga de qué pasará en el siguiente. Hábitos que no solo no dejan tiempo para otras tareas, como las artes amatorias, sino que roban horas de sueño y, por lo tanto, aumentan el cansancio diario.

Quizás el cansancio sea otra de las cuestiones que habría que analizar. No es que las anteriores generaciones no trabajasen, no llevasen una casa y formasen una familia, ni mucho menos. Pero quizás no pasaban horas en el gimnasio, no recorrían la ciudad para cumplir con la agenda de actividades extraescolares de sus hijos ni se conectaban desde casa para dejar hecho trabajo pendiente.

La frase «no me da la vida» se ha convertido en el leit motiv de una sociedad que vive pegada a la agenda, exigiéndose cada vez más en el terreno laboral, social y familiar y llegando a la cama con pocas ganas de hacer nada que no sea dormir.

«Evidentemente, el ritmo laboral, el estrés, la familia, las preocupaciones, las relaciones sociales, los hijos y el cansancio del día a día son inhibidores directos del deseo sexual. Esto conlleva que las relaciones sexuales tiendan a disminuir considerablemente, no solo en cantidad, también en calidad». Que al final, como insiste la sexóloga, es el verdadero problema.

FALTA DE PRÁCTICA, FALTA DE DESEO

Acostumbrarse a no tener sexo es más fácil de lo que parece. Decidir apagar la tele y acercarse a la pareja tras un día duro de trabajo da más pereza que darle al botón de Siguiente capítulo. Y puede que una noche esté más que justificado, pero cuando se convierte en rutina, acaba por ser la norma. Al final, se vuelve complicado salir de ese círculo vicioso, que sustituye el sexo real por el que practican los personajes de nuestra serie favorita.

«Si al sexo no se le dedica tiempo, no se le da su espacio y no se trabaja, el deseo disminuye, llegando incluso a desaparecer. Y si no tenemos deseo, es más que probable que entonces no queramos sexo. Y con el tiempo, te habitúas a vivir sin él», indica García.

Pero ¿sobrevive una relación a base de Netflix? Quizás hasta que llega el momento en el que no encuentren una serie que quieran ver juntos. Es decir, hasta que la pareja se dé cuenta de que la falta de apego físico también les ha acabado distanciando en otros aspectos. Por eso es importante reaccionar antes de que pueda ser demasiado tarde.

«Es cierto que esta generación es más vaga y se acomodan con más facilidad. Buscan la satisfacción rápida y fácil, dejando de lado lo que reconforta la satisfacción plena de un encuentro sexual trabajado, planeado y dedicado», recuerda la experta.

De esta forma, puede que la clave esté en salir de lo de siempre y ponerse las pilas. O en este caso, alguna noche, quitárselas al mando a distancia.

«Esto se suele trabajar en terapia consiguiendo que las parejas le den al sexo su sitio, la importancia, el espacio y el tiempo que merece. Hay que hacerles entender que el sexo a veces surge solo, de forma natural; pero que otras muchas veces no. Y en estos casos, hay que buscarlo», comenta la sexóloga. «Y solo así, buscándolo y trabajándolo, volveremos a conseguir que surja de forma espontánea».

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Aro, la marca de zapatos que no quiere que compres en Black Friday

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No es posible escapar al mensaje. Por todas partes se lee, se ve y se escucha la misma cantinela machacona e impaciente: «¡Compra! ¡Compra! ¡Compra! ¿Es que no ves que ha llegado el Black Friday?». Y todos se lanzan como locos a la competición de los descuentos imposibles y de las compras compulsivas.

¿Todos? No, todos no. Aro se niega a entrar en ese círculo. Su propuesta es otra. Detente un segundo antes de comprar. Toma aire, mira en tu interior y piensa: ¿realmente lo necesitas? Si la respuesta es no, no lo hagas.

Compremos las cosas por el valor que tienen. Compra menos y mejor. Ese es el mensaje.

Sin embargo, si aun así quieres comprar, pero no quieres entrar en el juego del Black Friday, existen otras opciones como la que esta marca de calzado te ofrece: el MedFriday. Por cada par de zapatillas Aro compradas durante esta campaña, la empresa donará el 15% a la ONG Save The Med, dedicada a la preservación del Mediterráneo.

¿Por qué a esta fundación y no a otra? Porque el Mediterráneo es una constante en la empresa y en la vida de su fundador, Jaime Serramalera. Menorquín de nacimiento y establecido en Barcelona, «comprenderás que estoy rodeado de mar y estoy muy sensibilizado con lo que veo todos los días en la playa cuando voy con mi perro a pasear, llena de plástico…», afirma. «Además, mi hija, bióloga marina, trabaja en esta ONG y fue ella la que me indujo a esto. Ella es muy muy militante con ese tema».

Esta es la primera campaña de Black Friday en la que Aro no va a participar. «Es que yo soy muy crítico con todo lo que viene de EEUU. Todo lo que viene de Norteamérica o Europa así, impuesto por un sistema totalmente a base de dinero, no me interesa», comenta sin pelos en la lengua. Él apuesta por un consumo responsable, una manera de comprar que sea consciente del impacto que cualquier paso que damos tiene sobre el planeta («Piensa solo en todo el packaging, en todos los envoltorios de lo que se va a consumir en el Black Friday»). «Pero ya no es solo un tema de sostenibilidad ecológica, sino también social. Yo creo que contamina a la gente», afirma con rotundidad

Autor:Javilostcontrol

 

Jaime Serramalera fundó la empresa hace 22 años. Empezó con la marca Vialis y después llegó Aro. Desde siempre, apuesta por la calidad de los materiales y por el respeto al medio ambiente. De hecho, los tejidos de su calzado están hechos con hilos fabricados a partir de botellas de plástico de agua mineral recicladas que compran a una empresa coreana porque, se lamenta el fundador de la marca, en España aún no sabemos hacer estas cosas. También el caucho que utilizan se obtiene de manera natural, sangrando los árboles.

«Nosotros somos una empresa un poco peculiar. No somos de grandes producciones, somos una empresa pequeña. Y, sobre todo, somos unos enamorados de lo que hacemos. Y el Black Friday va en contra total de esto». Para él, supone una manera de devaluar el no solo el producto, sino también el oficio. Porque los zapatos de Aro están hechos de forma artesanal, poniendo en su elaboración mucho esfuerzo y todo el peso de un saber hacer las cosas que pasa de padres a hijos.

«Nuestros zapatos no salen como churros. Para hacerlos, los artesanos tienen que trabajar mucho», corrobora Serramalera. «Los artesanos que tenemos son gente con oficio que cobran por lo que saben, porque su know how lo vale. Y esto se paga», sentencia.

Los artesanos que tenemos son gente con oficio que cobran por lo que saben, porque su know how lo vale. Y esto se paga.

Dejar de participar en esta campaña consumista es solo un paso más en la labor de concienciación en este sentido que lleva a cabo también entre sus empleados. Tiene claro que todo es una cuestión de actitud. «El futuro –dice– está en manos de las empresas, no de los políticos. Es la empresa la que tiene que tomar conciencia de todo esto, liderar esto. Es una cuestión de honestidad».

Y aunque es posible que no ofrecer descuentos a sus compradores puede afectar al volumen de ventas, no es algo que le preocupe. «A nosotros no nos va a arruinar hacer esto, pero sí creo que es un granito de arena que puede ayudar a concienciar a la gente, a nuestro consumidor. Tenemos un consumidor muy en esta línea y me gusta. Creo que está dispuesto a aceptarnos en este sentido».

Autor:Javilostcontrol

 

Por eso es optimista y cree que algo ya está cambiando. «Yo no quiero vender menos; yo quiero vender más, pero vender bien y con la conciencia tranquila», asegura. «Compremos las cosas por el valor que tienen. Compra menos y mejor. Ese es el mensaje».

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‘La Retorica delle Puttane’: lecciones para prostitutas

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«Es importante haber tenido otra experiencia laboral antes de ser prostituta. Saber poner límites, saber decir que no, es un requisito indispensable antes de aventurarse a ser una trabajadora sexual. Valerie cuenta con Nerea, una sexóloga que se ha convertido en amiga a la que recurre cuando tiene dudas. Cuando la conocí comprendí que el binomio tenía sentido. Digamos que cumple la función de la figura del coach deportivo que tienen algunas carreras profesionales. Valerie, de esta manera, descubrió su propio punto G. Para mí fue una cura de pudor estar presente y comprobar la relación entre ambas. La vagina sigue siendo un gran enigma para nosotras mismas».

Este es un fragmento de la lección 14. (consejos) del fotolibro La Retorica delle Puttane, un título en el que la autora Julia de Castro y el fotógrafo Juan Baraja hacen un retrato íntimo y costumbrista de dos prostitutas, Valerie y Susana. A través de 15 capítulos a modo de lecciones profesionales, la autora reflexiona sobre las distintas aristas de la prostitución.

Su estructura en leccciones no es casual. La Retorica delle Puttane es la segunda puesta al día de una obra clásica. El texto del jesuita toledano Cipriano Suárez Arte Rethorica resumía, en el siglo XV, cómo ser un buen orador cristiano en 15 lecciones. Un siglo más tarde el italiano Ferrante Pallavicino actualizó la obra poniendo en el centro de sus enseñanzas no tanto a los cristianos como a las putas. Este libro, que también se titula La Retorica delle Puttane, retrata desde una óptica humorística y misógina cómo trabajaban las prostitutas de la época.

Ahora la artista Julia de Castro retoma ese material (que ha sido traducido al español por primera vez en este libro) y establece un diálogo con el autor, contraponiendo las lecciones ficcionadas y humorísticas de Palavicino con las realistas que ha conocido ella en los últimos meses, conviviendo con dos prostitutas.

La prostitución está aquí reflejada como una realidad que las mujeres ejercen libremente. Para garantizar este extremo, de Castro escogió a dos trabajadoras sexuales que cumplieran ciertos requisitos. Tenían que ejercer en su país de origen (Susana en Italia, Valerie en España), haber tenido otro trabajo anterior y gestionarse ellas solas sus ganancias. Por eso De Castro asegura que ellas ejercen un oficio y que es tan lícito como cualquier otro.

«Y si no lo crees así y eres abolicionista, me parece genial, pero eso no es incompatible con que yo tenga ciertos derechos», remata Valerie. Es una perezosa mañana de otoño y el sol se cuela a borbotones en la habitación. Julia de Castro y Valerie; artista y musa, mensajera y mensaje, están presentando el libro en una sala acristalada de la embajada de Italia. Ambas defienden su visión artística y activista de la prostitución siendo conscientes de que no todo el mundo lo verá así. Es la idea.

La obra de Palavicino escandalizó tanto en la época que acabaron apresándolo y decapitandolo por ella. Los tiempos han cambiado y parece difícil que de Castro se enfrente a un destino similar, pero más de uno va a pedir su cabeza, en sentido figurado, por su defensa desprejuiciada de la prostitución ejercida libremente.

«Soy consciente de ello desde la génesis del libro, desde el primer momento en el que les comento a mis amigas de qué va y se confrontan conmigo, ahí empezaron a saltar todas las alarmas», explica la autora. «Eso ha sido lo más duro y a la vez lo más constructivo de este proceso. Enfrentarme a grandes amigas con ideas totalmente opuestas».

La Retorica delle Puttane ofrece una visión distinta sobre un tema mil veces analizado y debatido. Una mirada refrescante también quizá por ser femenina. «Ocurre algo curioso con la prostitución», explica de Castro, «que, a pesar de ser una profesión emintentente femenina, ha sido seimpre contada por los hombres».

La autora tampoco cae en la trampa de señalarse como pionera en este campo y señala a otras autoras que han tratado el tema antes. Personas como Virgine Destempes, Beatriz Gimeno o Pol Preciado. Pero tampoco se adscribe en esta categoría, su libro no es un análisis ensayístico ni novelado, es una reflexión artística.

Esta reflexión parte de la historia de dos prostitutas a las que refleja sin caer en la victimización ni el paternalismo. Glosa su historia, real y presente, con la ficcionada y pretérita de Palavicino. Y completa el tríptico con datos más genéricos sobre el estado de la prostitución y su forma de ser regulada en el mundo. «Yo creo que es lo bueno de este libro, que lanza al diálogo calmado, sin violentarnos», explica la autora. «Y es algo esencial porque este es un tema que la mujer que es abolicionista lo odia de una forma muy visceral e inconsciente. Lo que he intentado yo es decir, «bueno, ¿por qué no nos escuchamos?»».

Quien quiera escuchar a Valerie tendrá que atender como señala a «razones morales, económicas, institucionales y culturales» como los elementos que han acabado dando mala fama al libre ejercicio de su profesión. «También hay algo de cultural, de la típica rivalidad entre mujeres», añade la prostituta, «a las mujeres siempre nos han dividido entre la santa y la puta, ni siquiera nosotras somos conscientes de esa rivalidad que nos ha impuesto el patriarcado».

Valerie es activista y ejerce la prostitución desde el feminismo. Antes de ser trabajadora sexual era trabajadora social. Es muy clara al separar lo que considera una profesión, la prostitución, de todo aquello que no es ejercido de forma voluntaria. «Eso es otra cosa, es otro debate», asevera.

LAS PUTAS QUE LEVANTARON ROMA

La Retorica delle Puttane es también un libro sobre Roma. Por sus páginas desfilan lugares que fueron importantes para la historia de la prostitución en el pasado de la ciudad. La plaza Fiammetta Michaelis, que debe su nombre a una influyente prostituta; la iglesia de Sant’Agostino in Campo Marzio, a donde acudían las meretrices del pasado.

Lugares e iconos que permanecen difuminados en un anonimato centenario. Las caras de las prostitutas del pasado descansan en los cuadros más famosos de los museos, las iglesias esconden sus cuerpos cerca de Papas, nobles y reyes. Han sido testigos mudos de un pasado borrado.

O no del todo. Cuando llegó a Roma, De Castro se embarcó en una particular ruta turística de la prostitución. Gracias a la ayuda de un guía conoció el pasado de este oficio en la ciudad y constató como antiguas meretrices acabaron convirtiéndose en algunos de los personajes más influyentes de la ciudad.

La Retorica delle Puttane

Fueron amantes de los hombres más pudientes y eso les dio acceso a unas cotas de poder que hasta entonces estaban vedadas a las mujeres. Bautizaron plazas, financiaron hospicios y levantaron edificios. En la actualidad, estos lugares pasan desapercibidos a ojos de los viandantes romanos, al igual que lo hacen Susana y Valerie, personas que ejemplifican una realidad invisible.

El burdel La locanda della Vaca estaba en la Piazza dei Fiori. Lo regentaba Vanozza Cattanei, la amante del Papa Alejandro VI. En la actualidad las piedras han sustituido a las flores de la plaza y el burdel es un local de pizza al taglio lleno de turistas.

Su dependiente posa junto a Valerie en una de las fotos del libro. Es una especie de diálogo fotográfico entre el pasado y el presente. «Es que quería que Roma fuera un personaje más», explica su autora.

La periferia también está presente en el libro, los lugares donde hoy ejerce Susana, la prostituta romana que también protagoniza el libro. Los descampados de Vía Salaria, que son los descampados de cualquier periferia urbana se retratan en toda su sordidez.

Este, sin embargo, no es un libro sórdido, aunque sí quizá un libro incómodo. «Si haces esto lo que tienes que dejar muy claro es que yo soy feliz», le dijo Susana a De Castro cuando decidió embarcarse en esta aventura y poner cara (y cuerpo) al mundo de la prostitución voluntaria. Y eso ha intentado hacer la artista. Contar la historia de Valerie y de Susana, dos mujeres que eligieron ser prostitutas y defienden su derecho a serlo.

Puede que sus historias no sean las que mejor reflejan un mundo lleno de mafias, de sometimiento, de esclavismo. Pero son historias reales, parte de una realidad mucho más compleja y con muchas más caras. Caras como las de Valerie y Susana.

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Javier Valverde: «No es que ahora la adolescencia llegue antes, es la sociedad de consumo la que la anticipa»

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Cambios de humor, introversión, adicción a las pantallas… Cuando la adolescencia llega a una casa se nota. El advenimiento de esta etapa suele pillar a los padres a contrapié. Su hija o hijo está cambiando e intentar remontarse a sus años mozos para tratar de comprender a sus vástagos no vale. Los adolescentes de ahora no tienen nada que ver con los de hace unas décadas. La coyuntura es completamente distinta y no valen las mismas recetas.

Javier Valverde lleva años encontrándose con padres en esta situación durante su larga etapa como docente y orientador en diversos centros pedagógicos. Él mismo también se ha visto en alguna en su propia casa. Por eso ha recopilado 40 de esos marrones en un libro que ha titulado precisamente así, 40 marrones con hijos adolescentes. Y cómo afrontarlos con cariño, para demostrar a los padres que de la adolescencia también se sale.

Lo hace con humor, sin dramatizar y con guiños a padres que como él, en algún momento, han llegado a pensar que todo estaba perdido.

¿Por qué ese temor de los padres a la adolescencia? 

Porque recibimos una imagen distorsionada de su realidad, centrada en estereotipos que enfatizan los aspectos más negativos y frecuentemente más exagerados. Hace falta una mirada tranquila y serena para entenderla.

¿Es la etapa con más marrones o, como dices en el libro, es más bien un problema de tamaño («hijos mayores, problemas mayores») ? 

A veces, la forma que tenemos de ver el problema forma parte del problema. Hay padres que se preocupan en exceso respecto de la imagen que da su adolescente en el proceso de búsqueda de su identidad y ven un marrón, cuando en rigor no lo es. Por ejemplo, cuando su hijo quiere hacerse un piercing.

En cambio, no parece preocuparles tanto, por no decir nada, el proceso de orientación escolar que esté siguiendo su chica o chico con 13 o 14 años. Este sí es un marrón de verdad que muchos padres ni ven. Su forma de ver el problema es el problema. La infancia y la adolescencia son etapas de asentamiento de muchas características del adulto. Poca broma.

¿Es cierto eso de que cada vez la adolescencia llega antes («yo a su edad estaba aún jugando con muñecas…»)? 

Desde los años 60 del siglo pasado, la adolescencia se ha convertido en un mercado y la presión de este es brutal. No es la adolescencia la que llega antes, es la sociedad de consumo la que la anticipa.

Querer probar y mostrar que ya no se es niña o niño es propio del adolescente. Ahora bien, las multinacionales, conocedoras de esta realidad, la explotan, la anticipan, la segmentan, se especializan en generar y potenciar estas realidades conviertiéndolas en necesidades.

¿Hasta qué punto es contraproducente que en esta etapa el adolescente no muestre la rebeldía, los cambios de humor y demás  rasgos típicos de esta etapa?

En casa y en la escuela deberíamos enseñar a identificar las emociones como primer paso para saber gestionarlas. Esto y un correcto uso del diálogo interior ayudan mantener una relación más satisfactoria. En psicología cognitiva se dice que la realidad no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa. Un marrón también es una oportunidad.

La escucha y la empatía son dos de las armas que más se mencionan en el libro a la hora de tratar de hacer frente a los marrones, pero ¿cómo empatizar con unos adolescentes cuyas circunstancias y entorno son tan distintos a los de sus padres cuando tenían su edad?

No podemos comparar su realidad y la nuestra. En todo caso podemos aprovechar este periodo por el que ellos y nosotros pasamos para hacer un peeling mental y ponernos al día.

Se considera que los padres empáticos son los que dan ejemplo de comprensión hacia los sentimientos de los demás y hacen a sus hijos conscientes de las reacciones de esa actitud. Los padres que se toman un tiempo para hablar sobre las emociones y los sentimientos relacionados con situaciones o problemas dados.  Los que entienden, miran y leen al adolescente en clave emocional. Los padres que educan la empatía.

Javier Valverde

Mencionas que el libro va dirigido a los padres y madres involucrados («padres coraje»). ¿Qué ocurre con los que no lo son? 

Los no implicados se arriesgan a perder el control. Esto también ocurre con los hiperimplicados. En ambos casos, el adolescente no se sentirá reconocido ni validado en sus necesidades y buscará fortalecer su autoestima por vías insospechadas.

¿Cómo afecta a sus hijos ese pasotismo de los no implicados?  

Ese pasotismo no siempre significa desentenderse. El problema real es cuando no existe entendimiento entre los padres y el entorno escolar, social o sanitario en el que vive el adolescente. Padres que no atienden las orientaciones o indicaciones que le suministra el contexto a esos niveles. Padres que desatienden a los hijos pensando en que «yo sé cómo tratar esto». Este es el peor pasota porque impone un mal criterio.

¿Y los que pertenecemos a generaciones anteriores en las que los padres no solían implicarse tanto como los padres de ahora? ¿Cómo nos ha podido afectar como adultos?

Peor lo tuvieron nuestros padres respecto a la generación de sus padres. Los que nacimos en los años 60 y 70 fuimos educados de forma disciplinaria, premio, castigo y aburrimiento. Los movimientos de renovación pedagógica de aquellos años ayudaron a entender la realidad del niño y del adolescente de forma diferente, no disciplinaria y más centrada en el desarrollo de la autonomía de trabajo y el aprendizaje basado en centros de interés.

Esto me llegó a mí cuando yo ya era adolescente. De aquellos años disciplinarios me quedo con el aburrimiento como gran generador de imaginación. Vivíamos en un sociedad en la que estábamos obligados a cultivar la espera y la paciencia, el aplazamiento de la recompensa.

Para los de nuestra generación, creo que el efecto colateral positivo de todo aquello ha sido el cultivo de la espera. Hoy vivimos en un mundo en el que todo puede ser a cualquier hora y en cualquier momento con un solo clic; hoy ya no hay que esperar a que abran la tienda para tener el producto en casa. Esto, por definición, no es ni bueno ni malo, es la sociedad en la que nos ha tocado vivir y que podemos compartir o no. Lo cierto es que vivimos en un mundo que quiere erradicar el aburrimiento y la espera, ambas fuertemente educativas.


Vivimos en un mundo que quiere erradicar el aburrimiento y la espera, ambas fuertemente educativas.
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Entre las las lecturas recomendadas en el libro se encuentra un texto de Cicerón sobre la amistad. ¿Al final este concepto no ha cambiado tanto en 2.000 años?

En última instancia, no. Cicerón dice: «La única amistad posible es entre iguales». En la adolescencia hay tres elementos que forman el pilar en la relación: la confianza, la sinceridad y la lealtad. Tres dimensiones de las relaciones humanas que se remontan más allá de Cicerón y entroncan en nuestra propia evolución como especie. Somos seres sociales aunque muchas veces no lo parezca.

En el libro también se alude a lo conveniente que puede llegar a ser que el adolescente se mueva en ambientes diversos para que el grupo no le absorba. ¿Pueden hacer algo los padres en ese aspecto?

A la adolescencia se llega con una mochila formada por experiencias vitales y un conjunto de recursos personales que el niño/a ha ido acumulando. La adolescencia no aparece de forma súbita. Esa mochila le permitirá afrontar con mayor o menor éxito lo que llamamos presión a la conformidad que ejerce el grupo de iguales.

Aquí su autoestima y su capacidad para mantener filtros para poder elegir son decisivos. Una baja autoestima podría comprometer su autonomía a la hora de tomar decisiones y dejarse absorber por la presión del grupo. Carecer de filtros para poder elegir puede comprometer su salud y su seguridad. Hemos de acompañar y facilitar que pueda tener diferentes grupos de pertenencia y referencia. La diversidad siempre enriquece.

A medida que la identidad se fortalece, la confianza en sí mismos también lo hace y las presiones del grupo van perdiendo la fuerza que tenía a los 12. La mayoría de los adolescentes superan los periodos de inestabilidad con el tiempo y, sobre todo, con el apoyo de sus padres y adultos referentes. Dedicarles tiempo y atención, hablar, dialogar tranquilamente, con una perspectiva amplia y acompañarlos a conocer nuevas y diferentes realidades puede ser una fórmula para encontrar diversidad de intereses.

También los padres deben estar dispuestos a asumir que los intereses de sus hijos sean diferentes y estar dispuestos a afrontar lo que eso signifique. En todo caso, buen humor con tacto y buen ánimo para salir de la confortable infancia. Ánimo.

¿Qué conclusión sacarías del hecho de que sean adolescentes quienes están abanderando causas como el derecho de educación de las niñas (Malala), la lucha contra el cambio climático (Greta Thunberg), el control de armas (Emma González)…? 

La conclusión que sacaría es que los adolescentes son usuarios de sistemas de comunicación complejos y no conocidos hasta ahora. El liderazgo en la adolescencia es un fenómeno que hoy no se restringe a los modelos clásicos del grupo de amigos. Existe una realidad digital, virtual, viral, real, multidimensional que facilita este tipo de fenómenos.

Los adolescentes tienen mucho que aportar y es necesario saberlos escuchar. Lo que importa es el contenido del mensaje y lo que nos quieren decir, y en los casos de Malala, Greta o Emma son, a mi modo de ver, contenidos y causas justas y necesarias. ¿Quién puede no defender a niñas indefensas, ecosistemas arrasados o víctimas de una guerra? No es buenismo, no es demagogia, es emergencia humana, de vida y de paz.

¿El acceso a más información ha conseguido que los adolescentes hoy sean más conscientes y estén más implicados en los problemas de la sociedad de lo que éramos antes? 

Por supuesto. La potencia para acceder a información hoy está a solo un clic de un pequeño aparato que llevan en el bolsillo. Esto nos obliga a educar una actitud crítica ante el volumen de información al que pueden acceder. La clave y la discusión está en saber distinguir el grano de la paja.

Hoy están igualmente implicados de lo que pudimos estar nosotros, pero con una diferencia fundamental: disponen de multitud de herramientas y razones para dedicar su tiempo para provecho de todos y/o para sus intereses más personales e individuales. Nosotros utilizábamos el ciclostil o la fotocopiadora para poner nuestra voz en el mundo. Hoy hablar de esto es hablar de la prehistoria tecnológica.

Ellas y ellos están en una dimensión diferente a la que tuvimos nosotros como adolescentes y diferente también a la que nos enfrentamos hoy como padres.

Tenemos que reducir la distancia semántica en nuestra relación con ellas y ellos, entendernos en definitiva, y si nos encontramos con un marrón, cariño y cercanía. Solo así el marrón se convertirá en una oportunidad. Ánimo, existen muchas maneras de hacerlo.

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LELO SONA 2 Cruise: La nueva llave al paraíso del multiorgasmo

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Una de las preguntas más típicas en cuestión de sexo es cuáles deben ser las cualidades de un buen amante. Podría decirse que sea atento, que sepa cuáles son tus verdaderos puntos de placer, que tenga capacidad de innovar, de adaptarse a tus gustos y que pueda tener energía para repetir si surge el caso. Puede que por ello los succionadores de clítoris hayan supuesto toda una revolución sexual, porque cumplen casi todos los requisitos.

Bromas aparte, es obvio que ningún juguete sexual ha venido para sustituir el calor y la emoción de un amante de carne y hueso. Pero lo que sí es cierto es que pueden suponer una experiencia totalmente nueva a nivel de autoerotismo e incluso avivar la llama si se utilizan en pareja.

De hecho, el succionador de clítoris no es en sí un invento nuevo. pero su punto fuerte es que ha sabido renovarse. Es el caso del LELO SONA 2 Cruise. Para empezar, cabe decir que su versión anterior, el SONA, ya no era un succionador tipo. Este modelo ya supuso la reinvención de los llamados juguetes sónicos. Es decir, succionadores que consiguen la estimulación no solo del glande externo del clítoris, sino del 75% de sus raíces internas, gracias a sus toques rítmicos a través de ondas longitudinales. Todo un masaje sónico del único órgano del cuerpo dedicado exclusivamente al placer.

Una de las grandes ventajas de este masaje sónico respecto a otros modelos de succionadores es, precisamente, que aumenta la capacidad de llegar al multiorgasmo. Más allá de la subjetividad de la experiencia personal, la explicación es sencilla: estas ondas sónicas suponen una mayor estimulación del clítoris y, por tanto, una mayor acumulación de energía y tensión sexual, que tienen como consecuencia que, tras el primer orgasmo, la zona esté lo suficientemente congestionada como para necesitar repetir la experiencia.

SONA 2 de LELO

UN NUEVO MODELO

Si bien el SONA de LELO ya supuso una revolución en su anterior versión, ¿qué tiene de nuevo el LELO SONA 2 Cruise ? Las respuestas son múltiples. A un nivel estético, LELO SONA 2 Cruise ofrece más colores y un diseño aún más ergonómico y sofisticado. Lo más interesante, quizás, es la apertura de su boquilla, que permite ahora un contacto más directo y más suave que la anterior versión.

Para las mujeres que buscan llegar a orgasmos de forma rápida este juguete es toda una ventaja. Pero para aquellas que prefieren deleitarse más tiempo con el placer de las ondas sónicas y no ir tan al grano, LELO SONA 2 Cruise ofrece hasta 12 modos de vibración y una batería con el doble de carga. O dicho de una manera más clara: 200 orgasmos de media con cada recarga (sin pilas, sino a través del USB del ordenador).

Además de haber conseguido una mejor regulación de la intensidad para poder ajustarlo a las necesidades de cada momento, la versión LELO SONA 2 Cruise permite, respecto a la versión SONA 2 estándar, reservar el 20% de la potencia máxima del juguete durante su uso normal. De esta forma, cuando se está a punto de llegar al clímax y el juguete se presiona sobre el cuerpo por inercia con mayor fuerza, este reacciona y la tecnología Cruise Control libera la potencia reservada para que se libere en el momento preciso.

SONA 2 de LELO

PARA TODOS LOS USOS

Más allá de todas las características técnicas que podemos leer en cualquier libro de instrucciones, lo que nos convence a la hora de elegir un juguete es la experiencia real de las usuarias. Teniendo en cuenta que cada persona es un mundo, y que para gustos colores, lo que ofrece LELO SONA 2 Cruise  es precisamente diversidad. Capacidad de innovar y de adaptar la experiencia a la forma que tiene cada mujer de masturbarse, o a la manera que cada pareja tiene de buscar ese punto extra de placer durante las relaciones sexuales.

Por ejemplo, teniendo en cuenta que se trata de un juguete 100% sumergible, puede combinarse con los ratos en placer de la ducha, donde siempre es más fácil encontrar intimidad cuando se convive con más gente.

A este respecto, que no sea un juguete para introducir en la vagina sino que sea de uso externo supone que no es necesario estar previamente muy excitada para utilizarlo ni tener que recurrir a lubricantes. Esto significa que se trata de un juguete sencillo, menos agresivo, y que puede ser la opción ideal para iniciarse en el mundo de la juguetería erótica. Además, será más fácil de limpiar y de recoger cuando queramos ir con prisa.

Por otra parte, la cuestión de tener más tipos de ondas supone también poder jugar a descubrir sensaciones nuevas tanto a solas como en pareja. Porque, aunque su diseño está pensado para la estimulación del clítoris, como en cualquier otro juguete, su uso se basa en la imaginación, pudiendo aplicarlo, por ejemplo, en los pezones o incluso en la búsqueda de nuevas experiencias en el glande del pene.

OTRO NIVEL DE PLACER

Aunque, desde luego, quizás lo más interesante de LELO SONA 2 Cruise  es la capacidad de aumentar la intensidad del placer. Más allá de la succión, la estimulación por las ondas sónicas consigue no solo orgasmos rápidos, sino, sobre todo, orgasmos más intensos. Y en el caso de dedicar más tiempo al placer, la búsqueda del multiorgasmo, a solas o en compañía, se convierte en una experiencia a otro nivel. Algo así como si estuviéramos jugando a un videojuego, y con cada nuevo orgasmo se nos abriera una nueva pantalla, una nueva puerta, con una intensidad de placer que, lejos de disminuir, va en aumento.

Si hubiera que buscar un pero siempre está la cuestión del precio. Sin embrargo, en juguetería erótica, y sobre todo hablando de algo tan íntimo, mejor apostar por una inversión de calidad a largo plazo que por algo que nos puede acabar saliendo más caro. Pese a ello, siempre es buena opción aprovechar los momentos de descuento, como el Cyber Monday, en el que LELO ofrece hasta un 25% de descuento para que el LELO SONA 2 Cruise  sea el mejor regalo de estas Navidades, o el mejor autorregalo de nuestras vidas.

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‘OK Boomer’: la Generación Z responde así a las monsergas de los baby boomers

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 —Los milenials y la Generación Z sufren el síndrome de Peter Pan. No quieren crecer nunca.

No sabía el hombre con canas y gorra de béisbol que dijo esta frase la que iba a liar. Quizá pensó que esa observación era un hallazgo de lince. Pensó quizá que los jóvenes de hoy están aniñados y, en cambio, en su infancia, a mitad del XX, los niños eran maduros como pasas.

Tal vez no supiera que ese comentario de que los jóvenes son unos degenerados ya está más sobado que los pasiegos El Macho. No sabía, tal vez, que a la generación anterior a los milenials, los X, los llamaron también «Generación Peter Pan», porque, decían, no querían crecer ni a gorrazos.

Quizá el hombre del polo pijo no tenía consciencia de que lo único que hacía era perpetuar un tic histórico: los más conservadores de cada generación acusan a los jóvenes de atolondrados, ignorantes y desnortados. Estas personas retrógradas desdeñan a los adolescentes desde su verdad absoluta («lo mío es lo güeno»), pero, en realidad, lo hacen porque sus entendederas no alcanzan a comprender el nuevo mundo que llega.

El hombre de la gorra de béisbol se hizo famoso porque lo colgaron en TikTok. El vídeo en el que acusaba a los jóvenes de peterpanes empezó a correr por esta red social, y por YouTube, y por Twitter, y por Instagram. Pero en la era del meme lo que voló de verdad fueron los mixes, y remixes, y mashups del vídeo, y unas palabras que pueden acabar siendo tan populares como «Keep Calm».

https://www.instagram.com/p/B5kB8OdJuM4/

Miles de memes y proyectos artísticos echaron a volar la frase «OK Boomer». Es la respuesta a la condescendencia y la superioridad moral de muchas personas mayores (casi todos, baby boomers) con los jóvenes y adolescentes. Es la contestación a ese «en mis tiempos», a las monsergas y a esas historias de abuelo cebolleta que tanto quitan las ganas de vivir.

Y es también una forma de revancha. «OK Boomer» (que aprovecha el famoso «OK, Google» de este asistente virtual para hacer la parodia) ha saltado de las pantallas a camisetas, jerséis, calcetines, leggings, sábanas, carcasas de móviles, pegatinas, libretas, botellas de agua… Hacer de un meme una taza no es ninguna novedad. Ya ocurrió con «Ola K Ase» o «Keep Calm», pero, esta vez, algunos lo están haciendo con recochineo.

Cuenta The New York Times que Shannon O’Connor diseñó una camiseta y una sudadera que muestran la frase «OK Boomer» en el mismo estilo que aparecen las palabras «Thank you» en las bolsas de plástico. La joven de 19 años lo subió a la web de ropa Bonfire y, después de promocionarlo en TikTok, recibió pedidos por más de 10.000 dólares.

—Las generaciones más mayores crecieron con una mentalidad y nosotros tenemos una perspectiva distinta —dijo O’Connor al periódico estadounidense—. Muchos de ellos no creen en el cambio climático o no creen que la gente pueda conseguir un trabajo si tienen el pelo teñido. Muchos están atascados en esa visión del mundo. Los adolescentes les responden: «Ok Boomer». Es como: probaremos que estáis equivocados, nos va a ir bien porque el mundo está cambiando.

Otra joven, Nina Kasman, vende cuadernos, tarjetas, pósters y ropa con el lema «OK Boomer». Esta universitaria de 18 años, más enfadada aún, dijo a The New York Times:

—Toda la Generación Z está afectada por las decisiones de los boomers. Lo que hicieron y lo que siguen haciendo.

No le faltan motivos para esta ira: el estado de bienestar se está cayendo a cachos, los contratos basura se propagan como el moho, el único alquiler asumible es un agujero de extrarradio. Pero los baby boomers ni son una única persona ni tienen una sola identidad. No todos piensan que reciclar es una cipotada ni todos son Donald Trump.

Fueron las mujeres de esa generación las que salieron a las calles a exigir su libertad sexual. Fueron los gais y las lesbianas de esa generación a los que reventaron la cabeza con una cachiporra en los disturbios de Stonewall. Las libertades de hoy no vienen de serie en la partida de nacimiento. Fueron otros, los baby boomers, quienes se llevaron los palos para que los X, los milenials y los Z de Occidente puedan meterse en la cama con tanto menda como quieran y tantas veces como les dé la gana.

Dice el New York Times que todo movimiento necesita su himno. El de «Ok, Boomer» es una canción escrita por Johathan Williams. Aunque este universitario de 20 años ve matices: «Ser un boomer es tener esa actitud. Puede aplicarse a cualquiera que no le gusten los cambios».

Esa forma en la que Williams entiende ser un boomer podría aplicarse, por ejemplo, a Fox News: una cadena de noticias ultraconservadora. Pero ¡qué les importa a ellos! Ese canal tan próximo a un baby boomer del que abominan muchos jóvenes, Donald Trump, ya ha intentado convertir este meme en una marca registrada, en su marca registrada, para crear una serie de TV con esa frase como título.

Ok, Boomer!

https://www.instagram.com/p/B5jf0OYgZ9i/

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¿Estamos ante el final de la democracia?

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Cuando unas pocas personas comparten una idea crean una ideología. Si esa idea es trascendente, crean una religión.

Si esas pocas personas se convierten en muchas, se transformarán en un partido o en una iglesia. Y si el partido o la iglesia continúan creciendo, la idea original se reajustará para ponerla al servicio del poder que ella misma creó.

Es la historia del mundo, qué le vamos a hacer.

Pero dentro de ese vaivén ha habido una idea que, aunque a trompicones, no ha parado de crecer y mejorar a través de la historia: la democracia.

Desde que los atenienses inventaron aquella primera democracia tan excluyente (mujeres, esclavos y extranjeros not included), la idea del gobierno del pueblo por el pueblo ha ido incorporando en su seno a las mujeres, a los trabajadores, a las minorías étnicas e incluso a los emigrantes.

Hicieron falta dos guerras mundiales, una descolonización global, la caída de los grandes regímenes totalitarios y el ocaso o la reconversión de las monarquías para que la democracia gozara del prestigio del que ha disfrutado durante más de medio siglo.

Pero ahora las cosas están cambiando a peor. Y no porque haya sucedido una gran hecatombe que la haya puesto en cuestión. Mas bien por una acumulación de hechos que la van deteriorando lentamente:

  1. La sistemática desaparición de las clases medias, verdadero sustento de las democracias modernas. La revolución digital está diezmando a los componentes de esas clases a velocidades vertiginosas.
  2. Los abusos de la clase política. Su sistemática usurpación de los espacios civiles y la focalización exclusiva en sus propios intereses ha deteriorado su credibilidad hasta niveles pocas veces conocidos.
  3. El encadenado de crisis económicas que está poniendo en cuestión el modelo capitalista, tan vinculado en la historia reciente a la propia democracia.
  4. El auge de modelos autoritarios alternativos, como los de China o Vietnam, a caballo entre el comunismo y el capitalismo, que tan buen resultado les está dando desde el punto de vista económico.
  5. El resurgimiento de los populismos que basan su estrategia en el cuestionamiento de los pretendidos logros de la democracia, a tenor de las dificultades presentes.

Pero el mayor de los problemas es otro y mucho más grave: la democracia, tal como la conocimos en el pasado, ya no es necesaria.

El neocapitalismo surgido tras la revolución digital ha descubierto que la tecnología actual le permite manejar a los ciudadanos a través de las redes sociales sin control alguno.

Hoy son esas redes sociales las que deciden lo que sabemos, quiénes lo sabemos y cuánto lo sabemos sin importar si la información es verdadera o falsa.

Es un nuevo escenario en el que el poder político, que tradicionalmente ha supervisado los contenidos xenófobos, racistas o violentos de la prensa, la televisión y demás medios de comunicación de masas no considera que precise hacer lo mismo con las redes sociales.

Eso les otorga un dominio tal que el presidente de Facebook se ha permitido decir, sin el menor rubor, que publicará cualquier mensaje que esté pagado sin importarle en absoluto la veracidad del mismo.

Todo en aras de una pretendida libertad de expresión que, en realidad, solo sirve para encubrir los intereses de una minoría cada vez más reducida y cada vez más poderosa.

Algo que ya intuyó Daniel Bell en su obra Las contradicciones culturales del capitalismo, cuando dijo que una de las carencias de la sociedad actual es la de la información, porque la cantidad de la misma no conlleva en absoluto una distribución adecuada.

Pero en su análisis Bell se quedó muy corto. Probablemente porque cuando él publicó su libro, en el año 1973, todavía faltaban más de 30 para que se fundara Facebook.

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La lotería mantera que sortea cazadoras de los mejores ilustradores

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Una veintena de ilustradores han decidido crear una colección cápsula de cazadoras vaqueras. Cualquier gran marca pelearía por conseguir una colaboración con gente como Ricardo Cavolo, Flavita Banana, Olga Capdevila o David de las Heras, pero estos han preferido hacerlo para el Top Manta. Las mayúsculas aquí no son casuales, hablamos de una marca, fundada en Barcelona hace dos años, que vende ropa original (y bien molona) para ayudar a salir de la marginalidad y la exclusión a cientos de vendedores ambulantes. Ropa legal hecha por gente ilegal, reza su eslogan. 

Las cazadoras solo se pueden conseguir comprando un boleto de la Lotería mantera y rezando al dios de la fortuna. Puede que esta lotería no te haga millonario, pero al menos te hará sentir más solidario. El dinero obtenido será destinado al Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, una ONG que lucha por regularizar la situación de cientos de personas que se ganan la vida como manteros.

Ricardo Cavolo es ilustrador y diseñador. Ha trabajado para marcas de ropa como Alexander McQueen, Bally o Zara. Se lo rifan los mejores diseñadores, pero para su próxima colaboración textil pensó en Top Manta. «Yo siempre que puedo trato de aportar algo en proyectos de este tipo», explica el ilustrador en un correo electrónico, «quiero visualizar desigualdad sociales o apoyar a colectivos expuestos a riesgos».

De manera similar se expresa Olga Capdevila, ilustradora con un buen puñado de libros en su haber, que destaca que «este proyecto demuestra que el trabajo del ilustrador puede servir para transformar la sociedad, que es algo que a veces se olvida». 

Capdevila conocía y empatizaba con el proyecto desde hacía tiempo. Cree que el sistema estigmatiza a este colectivo y que los ciudadanos somos cómplices mirando hacia otro lado, por eso ha estado encantada de prestar su voz, sus manos, a la causa. 

La idea era buena pero su ejecución complicada. «Ha sido un reto profundo», confirma Capdevila. «Este es un tema complicado y da miedo enfocarlo desde un sitio que se puede malinterpretar». Al final, Cavolo ha intervenido su cazadora con pintura acrílica, estampando la figura de un fantasma. «Es básicamente como la sociedad percibe a los inmigrantes».

Capdevila ha optado por intervenir dibujando una figura que sale de una caja corriendo y con los brazos en alto. «Es una gestualidad muy potente que utilizamos cuando bailamos, cuando damos la bienvenida, cuando queremos abrazar a alguien», explica la artista. «Incluso los niños, cuando simulan volar, hacen este gesto. En definitiva, creo que es empoderador y bonito».

Otro detalle a destacar de su chaqueta es que tiene una parte interactiva. Tiene un mensaje escrito (que reza Fake System, True Clothes) que solo puede ser escrito si quien la lleva imita a la figura ilustrada  y alza sus brazos. Quizá para abrazar, bailar o dar la bienvenida a alguien.

La lista de posibles premios de la lotería mantera se completa con nombres como Flavita Banana, David de las Heras, Amaia Arrazola o Javier de Riba, componiendo un mosaico textil rico en colores y estilos, pero con un mensaje unívoco.

ROPA LEGAL HECHA POR GENTE ILEGAL

Top Manta es fruto del esfuerzo del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes. Esto, no hay que dejarse engañar una vez más por el lenguaje, no es propiamente un sindicato, sino una ONG. Su finalidad, según su estatuto fundacional, es «tener voz propia, defender nuestros derechos y negociar con las Administraciones. Mucha gente cree saber qué es top manta o quiénes son los manteros, pero poca gente se ha acercado a hablar con nosotros y nos ha preguntado cuál es nuestra historia» .

Decidimos preguntarle por la suya a Aziz Fate, uno de los responsables del Sindicato. «Tengo 36 años, soy de Senegal, llegué aquí en 2007», arranca en un resumen monocorde que va ganando en detalle y profundidad a cada frase. Fate huyó de la miseria de Senegal hacia una vida mejor en Mauritania; allí se recicló y pasó de costurero a pescador.

«En Mauritania descubrí el mar», recuerda Fate. Con su cayuco navegaba y pescaba. A veces veía a lo lejos Tenerife, y empezaba a soñar con un futuro mejor. «Todos los jóvenes soñamos con irnos a Europa», explica, «y creí que el momento había llegado cuando me llegaron rumores de que se buscaba a gente en el campo». Así que decidió intentarlo. Decidió intentarlo hasta tres veces. Cuando a la tercera fue la vencida, Fate puso rumbo a Barcelona y allí preguntó «¿cómo hago para trabajar?».

La respuesta fue un silencio (y una inactividad) de ocho meses. «No podía más. Al final un compañero, que hoy trabaja conmigo en Top Manta, me compró algo de mercancía para venderla en la calle. Mi primer día de trabajo me la confiscaron».

Fate habla de lo duro e invisible del trabajo como mantero, de la criminalización de la figura desde la política, denuncia cómo se simplifica un problema que debería ser atacado de raíz. «Hablan de que no pagamos impuestos, de que competimos con los comerciantes y ocupamos el espacio, pero es que no tenemos alternativa», se lamenta.

Ante ese callejón fundó, junto a otros compañeros, el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes. La idea era ayudar a otros compañeros a salir de la ilegalidad mediante iniciativas como la lotería mantera. Denunciar su situación, cambiar el tono del discurso para buscar soluciones consensuadas entre todos los sectores afectados. También el de los manteros.

«Esto es una lucha», explica Fate con vehemencia. «Todos los que queremos formar parte de esta sociedad, los que queremos mejorarla, tenemos que oponernos y cambiar estas leyes juntos. Al final lo que perjudica a los inmigrantes puede acabar perjudicando a las personas autóctonas». Pasa entonces del discurso local al global para analizar la crisis migratoria con perspectiva. «África está sufriendo, y la que sufre las consecuencias también es Europa. Si se quiere frenar esto se tiene que poner solución. Y la lucha es tan global que en cualquier rincón podrías aportar tu granito de arena».

Él ha decidido ponerlo en Barcelona, donde vive. Y hacerlo de la forma más creativa y bonita que ha sabido. La lotería mantera es solo la última de sus iniciativas. Una actividad conjunta en la que ilustradores de renombre y antiguos manteros han unido esfuerzos para luchar por una causa común.

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La cumbre del heavy metal está en Camilo Sesto

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El pasado viernes fue Black Friday, y como no hay nada más negro que una mazmorra llena de heavies, aquí vamos a abordar el tema desde la perspectiva de Camilo Sesto, un dios, un pionero del más noble género de la música: el heavy metal.

Aunque su incursión estuviera encubierta en la pomposidad sensible del musical Jesucristo Superstar y aunque durase 30 segundos. Pero es que el gran Camilo no necesita más de 30 segundos para mearse en todos lo rockeros de medio pelo que habitaron el infierno.

Camilo Sesto se ocupó de traer, financiar, producir y realizar la versión española de Jesucristo Superstar, el musical acerca de la vida de la joven estrella mediática de Palestina que murió de manera fortuita y desgraciada en el año 33 después de sí mismo.

Por si no lo recuerdas, toda la fuerza del estado de derecho romano cayó sobre el subversivo hombre barbudo que acabó colgado en una cruz de madera en lo alto de un cerro. Jesucristo Superstar cuenta esa historia, pero con canciones muy bonitas y muy emocionantes.

Andrew Lloyd Webber, autor de la versión original en inglés, dijo que la adaptación española de su ópera rock fue la mejor que se hizo en todo el mundo. El responsable musical de dicho trabajo fue Teddy Bautista, vocalista y líder de Los Canarios. Sí, ese Teddy Bautista.

Bautista, además de dirigir el proyecto, interpretaba a Judas en la obra y en, un sentido homenaje al personaje, aprovechó para inscribir los derechos de la obra al exclusivo nombre de su menda, lo que confirma que su querencia por el trabajo de los demás viene de lejos.

Esta bochornosa actuación televisiva reune a Bautista (Judas) y Sesto (Jesucristo). Se trata de un homenaje a Camilo y el divo de Alcoy le afea a Bautista la apropiación. Mientras, el canario se recochinea y dice que el negocio fue estupendo. Es complicado reunir más vergüenza ajena en una alegoría bíblica.

En lo musical, una de las piezas más célebres del musical es Getsemaní, una canción en la que Jesucristo duda de si su padre –da real and authentic God– no le estará haciendo una putadilla por echarse unas risas en casa.

La canción confirmó lo que ya se sabía: que Camilo Sesto tiene mucha mejor voz que Jesucristo himself y que es una bestia capaz de dominar cualquier registro vocal.

El momento más glorioso llega con esos agudos falsetes acompañados de rugido que constituyen la cumbre del heavy metal en España sin ser ni Camilo Sesto ni Jesucristo Superstar nada de eso. Bueno, Jesucristo Superstar sí era un poco heavy porque el primer álbum conceptual que se grabó de la obra de Webber llevaba a Ian Gillan, voz de Deep Purple, como cantante. Y solo una lluvia de hachas es más heavy que Deep Purple.

Hay dos maneras de comprobar esta rotunda afirmación que un servidor les hace. La primera es acudir a los archivos de RTVE para ver una actuación en directo en el programa Esta noche fiesta del 10 de mayo de 1977. En ese programa, solo el bigotón de José María Íñigo hace sombra al cantante sin ser capaz de oscurecer el falsete con el que Camilo invocó a Satán en la España posfranquista. Nunca hubo claveles tan merecidos.

La otra manera de comprobar certezas es ir a YouTube para ver los numerosos vídeos de reacción a las interpretaciones de Getsemaní por parte del alicantino. Para boomers y otras especies que no vivan en el tiempo presente, un vídeo reacción es un vídeo en el que un youtuber con más o menos gracia graba su primera impresión acerca de otro vídeo que conoce por primera vez. Como lo de Two Girls and One Cup, pero sin mousse de chocolate.

Existe una interesante colección de vídeos de reacción a Getsemaní por parte de profesores de canto, musicólogos, musicófilos o civiles indocumentados que retratan muy bien la magnitud de la interpretación del dios Camilo. Esto de aquí debajo es una lista de YouTube con siete ejemplos.

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NeonTalk: El Delorean de Instagram

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La vida se nos va gastando y hay momentos a los que ya no podemos volver. Intentamos captarlos en cosas: fotografías, objetos, canciones y películas. Acaban convirtiéndose en anclajes al pasado, máquinas del tiempo, los horrocruxes de una vida ya muerta. Una vida a la que todos queremos asomarnos.

La nostalgia vende. Facebook lo sabe cuando nos propone recuperar aquella foto de nuestras vacaciones de hace cinco años, cuando estábamos en otras playas, al abrazo de otro amor, viviendo otra vida. Lo sabe también Netflix, cuando viste sus nuevos productos con estéticas añejas y música ochentera. Lo sabe mejor que nadie Hilding Bengtsson.

 

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Este diseñador sueco gestiona el Instagram y la web de NeonTalk, una cuenta dedicada a ensalzar la estética retro de los 80. «Lo cierto es que no solo me interesa esta época, soy un nerd de lo retro en general», indica Bengtsson en conversación con Yorokobu. «Por eso empecé esta cuenta hace ahora cinco años. Demonios, sí que pasa rápido el tiempo», se sorprende.

De eso va NeonTalk, de lo rápido que pasa el tiempo. Cardados, calentadores, colores flúor y bien de brillos. Su Instagram es un Delorean tamaño bolsillo que nos traslada a otra época. «Pongo cosas de los 80 porque me gustan, pero también porque creo que es la época en la que hay cosas más raras y curiosas», explica Bengtsson, que tiene un interés desmesurado por la estética kitsch y el diseño, sin importar su origen o su fecha de fabricación.

De esa fascinación nació su cuenta hermana, ConceptTalk, más centrada en el diseño, siempre imbuído de una estética retro y su web decoredeco, que reúne el trabajo de diseñadores como Mark Conlan, Léna Mačka, Daphna Sebbane and Yeye Weller.

 

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Pero Bengtsson no se limita a recopilar postales viejunas, su especialidad es remezclaras, retorcelas y añadirle música hortera. «De hecho, esto nació de mezclar la estética vintage con mi otra pasión: el synthtunes, el new romantic y el italo disco», comenta. NeonTalk no solo luce como el pasado, también suena a años 80.

Su éxito no ha sido orgánico y pausado. Lo cierto es que NeonTalk no se hizo tanto viral como pandémico. Apenas tenía seguidores cuando Bengtsson subió un vídeo, Spacer Woman, en el que se veía a una mujer bailando a ritmo italo disco. Los visionados superaron el millón y medio, los compartidos se contaban por decenas de miles y el vídeo se ganó el corazoncito (virtual) de gente como Katy Perry, o ASAP Rocky.

Y con ello llegó el éxito. Un telefilm estonio sobre el Joker, un disfraz de Alien hecho con crochet o diseños de artistas actuales imitando los códigos de aquella época. NeonTalk se configura como un cajón de sastre ochentero, un lugar en el que las imágenes nostálgicas se amontonan a ritmo de italo disco. Y el batiburrillo parece gustar a todos por igual.

El 25% de los seguidores de NeonTalk tiene entre 18 y 24 años; el 50% anda entre los 25 y los 34, y el 25% restante tiene entre 35 y 45 años, explica Bengtsson, tirando de los datos de su Instagram, que rebasa ya los 400.000 seguidores. «La verdad es que mis seguidores no tienen una edad concreta, pero llama la atención que parece no haber muchos de los que fueron adolescentes en los 80».

El porqué de este misterio Bengtsson lo explica en clave personal. «Nací en 1984, así que sí, soy un niño de los 80, pero mi adolescencia transcurrió en los 90, que la verdad es una época que me gusta menos. Quizá sea porque la adolescencia suele ser una etapa más dramática. No lo sé, pero es una cuestión interesante».

Sí parece tener más claro el porqué de este revival cíclico, que ahora parece haber puesto a los 80 en su punto de mira.

La gente que ahora dirige estudios, películas y marcas de ropa, aquellos que producen discos y dirigen empresas fueron niños de los 80, es la generación que dirige el cotarro cultural (y la que más dinero se deja en consumirlo). Son los tan mencionados milenials. Muchos dicen que el futuro será suyo. Mientras tanto ellos parecen empeñados en volver al pasado.

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Linkedin nos roba el alma, no los datos

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Todo el mundo habla de la robotización del trabajo, pero nadie de la robotización de los trabajadores, o sea, de esa distópica, encorbatada y tecnófila red social que precede a la ansiada conquista de un nuevo curro donde todo es motivación, y coaching, y entrepreneurismo, y sostenibilidad y otro montón de vacuidades hashteadas que constituyen una suerte de neolengua laboral perversa y superpaleta.

Una manera de hablar que nos hace sonreír en nuestras fotos de perfil como si alguien nos estuviera apuntando con una recortada fuera de plano. En efecto, estoy hablando de la verisón sovética del Show de Truman Linkedin, lo más parecido a un campo de reeducación que hay ahora mismo en internet.

Por aquí las notificaciones siempre van de felicitar al personal: por su cumple, por su nuevo puesto, porque se ha cambiado de ciudad o porque simplemente le conoces de algo (de nada). Y ni siquiera hace falta escribir, la máquina ya lo hace por ti:

«Dedica un momento a dar un reconocimiento a Antonio García, lleváis 4 años en contacto», me sugiere el Gran Hermano. Antonio es un jambo que se sentaba cuatro filas detrás de mí en la facultad y que me acabo de enterar de cómo se llama. «Mis pasiones son el SEO, el SEM y el Digital Marketing». Yuju. Pincho en «Dar Reconocimiento», y a continuación se despliega un menú donde aparecen las opciones de «Gran Mentor», «Impacto Positivo» e «Ideas Originales». Pincho en esta última, y al rato me llega un mensaje del tal Antonio que dice: «¡Muchas gracias, Eduardo Naudín!». Y todos contentos. Todos networkers. Todos, con cara de Buruaga (incluidas las mujeres) caminando de la mano hacia la muerte cerebral.

Y es que tanto las formas de expresión como los mensajes vienen paquetizados para que, intuyo, el vulgo no se pierda entre tanta parida buenrollista made in Sillicon Valley: «Siempre es estimulante hablar de big data con XX», «Estupenda iniciativa de managment la de XX», «Me siento afortunada de charlar sobre inteligencia artificial con XX», y así sucesivamente. Mentiras y más mentiras. Nos hemos convertido en folletos del Cofidis con rostro humano subidos a un tren de Auschwitz que nunca llega a Auschwitz, sino que más bien da vueltas en círculos sobre raíles oxidados hasta que –ojo, spoiler– terminamos ahogados en nuestro propio vómito. El progreso.

En fin.

Así que al cabo de un par de horas ahí dentro, stalkeando perfiles, analizando interacciones, me pongo a fantasear con la idea de lanzar una performance de pretensiones colectivas –una revolución digital, tal vez– que dinamite la alienante estructura retórica de esta granja de bots desde sus entrañas. Empezaría subiendo una foto de perfil con filtro de Joker (o de perrito, da igual), seguiría contestando con memes a aquellos que pagan por colarse en mi bandeja de entrada –payasos sin filtro– y, lo fundamental, terminaría compartiendo este artículo para que su mensaje se extendiera como un virus por todo Linkedin. Muerte al sistema. A ver si así alguien me nombra CEO de algo.

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