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Alvy, el milenial que se ríe de los milenials para empoderarlos

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Alvy, conocido en el mundo analógico como Álvaro García Soler, se ríe hasta de su sombra. Sentido de humor no le falta. «En realidad de lo que más me «río» es del sinsentido común», afirma con rotundidad. «Lo aprovecho para mis posts y siempre procuro aportar un poco de surrealismo o exagerar las cosas para que se note que en realidad nadie tiene ni pajolera idea de lo que está pasando. El mundo a veces me parece una broma».

Alvy es un milenial que se descojona de su condición de milenial mientras que hace gala y ostentación de ello a la vez. En realidad, podría decirse que el humor es su escudo de defensa. Y aunque no le gustan las etiquetas («Hacer alarde de cualquier etiqueta en concreto es peligroso (o más bien tedioso)», lo hace «para empoderar a mi jodidísima generación».

 

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Hoy he ido al médico #memesespañol #medicina

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Lo de Lo Puto viene de su etapa en el instituto. Un día le dio por raparse el pelo porque le pareció muy divertido, y sus amigas le crearon un perfil en Instagram. «Me pusieron alvaro_loputo porque «Lo Puto» viene de «Lo puto amo», un meme de esa época». Una gracia más que adoptó como nombre y que se resiste a cambiar.

 

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Es una buena forma de pedir nudes pero como sea un bratwurst te las cargas #memesespañol #policiavegana #averesenabo

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Los memes, los hilos, las redes sociales en general son la base de sus bromas que compagina con su trabajo en Código Nuevo. Desde la risa, Alvy critica el excesivo peso que tiene lo digital y el postureo en su generación («Es un agobio total») y que, sin embargo, no llegan a entender.

«Los milenials nos encontramos entre los que les importan tres pepinos los likes los follows y los comments y la Generación Z, que han nacido con móviles en las manos. Lo que quiero decir es que nosotros vamos a medio gas en todo; no somos ni adolescentes, ni adultos, ni trabajadores, ni ninis; estamos en el limbo y me parece de risa porque vamos más perdidos que un pulpo en un garaje».

Esa contradicción, ese no saber cuál es su sitio, es lo que les lleva, en su opinión, a subir frases intensas que acompañan fotos ridículas o a creerse algo que no son. «Algo nos dice a los milenials que eso no tiene ningún sentido, pero nuestro otro yo nos dice que es una grandísima idea. Los Zetas se sienten más ubicados en las redes sociales; nosotros no sabemos muy bien qué hacer ni cómo usarlas, y por eso creo que nos genera tanta ansiedad».

Por esa razón le parece «un sinsentido supergracioso y posmoderno» la seriedad con la que se toman algunos la creación de boomerangs. Considera, sin embargo, que los memes «son una cosa muy curiosa» por su capacidad de unir realidades que pueden estar a años luz. «Vargas Llosa se puede reír de un meme del que también se ríe mi primo, que no ha leído un libro en su vida (y fuma un montón de porros)».

 

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Por estas cosas debería haber un dispensador de ibuprofeno en la calle, para que no te de un soponcio. #memesespañol

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Por si no sabes qué responder a un mensaje de estos #memesespañol #autoconocimiento

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Todos somos Marisa #memesenespanol #prayformarisa

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Reconoce que su Instagram responde a «una necesidad inherente de comunicarme, enseñar mi mundo y, de alguna forma, hacer algo con todos los «jajas» que se me pasan por la cabeza. A veces me río solo en casa y digo yo qué sé, igual se ríe alguien más. También hago música, aprendí a hacerla con un tutorial de YouTube. Todo por sacar un poco lo que me ronda la cabeza y, de paso, si alguien lo disfruta, pues mejor».

Y, aunque pretende lanzar un mensaje esperanzador para una generación tan perdida como la suya e invitar a la reflexión, afirma con rotundidad: «Tenemos esperanza, pero no tenemos solución». Confía en que algún día «saldrá el sol para los milenials» y en que puedan estar abriendo camino para que otras generaciones no lo pasen tan mal.

 

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Les dejo un sencillo vidéo tutorial para que puedan disfrutar de esta espléndida mañana #memesespañol #weed #420

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Esto es muy Sagitario pero es también muy yo. #SagitarioVibes #memesespañol #caidas

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«Quizás seamos la antesala de una era en la que todo vaya bien gracias a nuestra lucha por el cambio climático, el feminismo, los valores y la virtud, pero es un dramón porque estamos en el punto de mira y en un punto en el que parece que el futuro recae sobre nosotros; y estamos abrumados porque hay tanto por hacer y tan poco tiempo que siempre sentimos que estamos dando palos de ciego».

 

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Oh vaya

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Y concluye: «Supongo que por eso miramos memes, porque los usamos de ibuprofemo para el dolor de cabeza que nos da el mundo».

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Cómo escribir historias de amor

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¿Son malos tiempos para las historias de amor cuando hay aplicaciones móviles que dan respuestas automáticas del tipo me gustas, ¿un quiqui? o estoy en el sofá, otro día quedamos…?

Los desencantados y los cínicos así lo creen.

Y, sin embargo, o justo por eso, buscamos historias de amor entre balas y
explosiones, pero no nos percatamos de ello.

  • Nos gustan los misterios… y que Mulder y Scully estén juntos.
  • Queremos que Walter White sea el puto amo de Nuevo México, pero nos entristece que pierda el amor de Skyler.
  • Detrás de cada ambición de los aspirantes al Trono de Hierro hay un corazón
    destrozado.
  • Soportamos la amargura de El cuento de la criada por las historias de
    amor que la tachonan.

¿Cómo podemos escribir historias de amor que no sean insustanciales y no acaben en carreritas al aeropuerto?

Escarbando en nuestro corazón y cabeza. Desarrollando con paciencia un manual de la naturaleza humana (un diario del comportamiento ajeno). Y siendo un público atento, no pasivo, de libros, películas y series.

Con lo último, observaremos patrones en las historias de amor. Aquí, unas pistas y sugerencias con ejemplos de películas y series.

OBSTÁCULOS PARA EL AMOR EN EL PASADO

Cuanto más obstáculos superen los enamorados, más interesante será la historia. En el pasado no faltaban trabas: la familia, leyes represoras y sociedades intolerantes. Los amantes mantienen en secreto sus relaciones o buscan lugares sin leyes. Estas son algunas de las trabas que podían darse en historias ambientadas en otro tiempo:

CLASISMO EN EL PASADO

No es raro que la protagonista femenina tenga una fortuna o posición superior. El personaje masculino es mozo de cuadras (Cumbres borrascosas), jardinero (Solo el cielo lo sabe) o granjero (El diario de Noah).

Historias de amor - Ryan Gosling and Rachel McAdams in The Notebook (2004)
EL DIARIO DE NOAH.

¿Por qué ellas tienen una posición superior?

No importa qué grande sea la fortuna de una mujer. Un hombre rico que se casa con su criada será, como mucho, víctima de chascarrillos. Una mujer que tiene una relación con su jardinero puede perderlo todo:

  • Será acosada por la familia y la sociedad por salirse de los convencionalismos. Escuchará comentarios así: «Él solo la quiere por su dinero» o «Es un hombre sin amor propio».
  • La protección económica de la familia que la repudia. La protagonista no tiene fortuna propia ni estudios ni habilidades para valerse por sí misma.

Por todo esto, acabaría siendo un lastre para sí misma y el hombre que ama.

RACISMO EN EL PASADO

En estas historias heterosexuales, el hombre es blanco; la mujer es negra o nativa americana o china. Por lo general, suceden donde vive la protagonista femenina. Tristemente, se insinúa que un hombre blanco tendría una relación con una mujer de otra raza cuando no hay una mujer blanca disponible. Es el argumento del cuento dramático Jess Uck (1904), de Jack London, que inspiró películas en el cine mudo.

No será hasta los años 60 cuando Hollywood plantee historias donde una
mujer blanca se enamora de un hombre negro
. Son los tiempos de las luchas
por los derechos civiles en Estados Unidos.

La creencia popular es que Adivina quién viene esta noche (1967) fue la
primera en tratar el tema. Pero la pionera fue A patch of blue (1965), donde una joven ciega (Elizabeth Hartman) se enamora de Sidney Poitier. Las escenas de besos fueron censuradas en el sur de los Estados Unidos. (Tres años después, el capitán Kirk y Uhura protagonizan el primer beso interracial de la televisión, que recibe una oleada de críticas).

HOMOFOBIA EN EL PASADO

Ante los ojos de la sociedad, los amantes homosexuales visten su relación de amistad. Pertenecen a clases acomodadas, por lo que pueden centrarse en la relación. Retorno a Brideshead y Gentleman Jack son ejemplos
magníficos.

GENTLEMAN JACK

En todos los supuestos, las épocas son tan protagonistas como los personajes. Chocan las historias de época donde las relaciones homosexuales o interraciales son de dominio público, pero no tienen obstáculos. Estos productos no normalizan: deslucen las luchas del pasado contra la intolerancia.

HISTORIAS DE AMOR ACTUALES

Los modernos Romeos y Julietas no pasan de ser meros comentarios a la hora del café descafeinado para las abuelas:

—Mi nieta vino con su novia a la comunión de…

—Ah.

—Sí, una chica muy maja. A mí no me importa, mientras sea buena persona y trabajadora.

Si la novia de la sobrina fuera de otra raza, religión o clase social, los comentarios serían parecidos. Por supuesto que hay homofobia y racismo, pero en círculos concretos. Esto, que es bueno para los amantes, es malo para los escritores vagos.

Los Romeos y Julietas de otros tiempos desafiaban a los padres. Hoy, los padres, como mucho, fastidian con comentarios del tipo: «Deberías haberte casado con X». (Solo porque X les cae mejor).

A falta de la oposición de la familia, la sociedad y el Estado, abundan las
comedias románticas con dilemas banales:

—Soy superabogada, pero necesito un marido antes de que se me pase el arroz.

—Estoy estupenda a mis 50, ¿puedo salir con un chico que tiene 35?

—¿A quién elijo: al fuertote de 300 o un rubiales que parece Tarzán?

Dilemas cuya resolución no comporta esfuerzos ni romper con lo conocido
y lo establecido.

Sin las trabas del Estado, la sociedad y la familia, ¿cómo creamos historias de amor que emocionen? Siempre queda un obstáculo: el amante contra sí mismo, contra sus miedos:

MIEDO A ROMPER CON LA VIDA CONOCIDA

Historias de amor - Love & Other Drugs (2010)
AMOR Y OTRAS DROGAS.

El amante está cómodo con su vida aunque sea insatisfactoria. Saber qué ocurrirá cada día es una seguridad en un mundo que cambia. El amor, si aparece, no debe alterar esta rutina.

Amor y otras drogas es un ejemplo de comodidad personal contra el compromiso. Para el protagonista (Jake Gyllenhaal) el amor es un pasatiempo en su organizada vida. Cuando conoce a una chica con Parkinson (Anne Hathaway), su rutina se desmorona. Estar atento a una persona con una enfermedad degenerativa es un gran sacrificio en tiempos del yo y lo mío.

El miedo a romper con la vida conocida es también el tema de Cuando Harry encontró a Sally. La amistad es un territorio seguro; el amor, no tanto.

EL MIEDO A LA INTIMIDAD

Quien ama acabará exponiendo su intimidad física y espiritual a la otra persona. Es difícil eludir lo que somos con la persona que amamos.

Dexter Morgan (Dexter) desea aparentar que es una persona normal. Eso significa tener pareja. Pero Dexter teme la intimidad sexual. También, acabar revelando su oscuro pasajero. Por esto tiene como novia a Rita, que, traumatizada por una violación, evita el contacto físico.

Steve Carrell en Virgen a los 40 teme la intimidad sexual porque no ha tenido suerte en la búsqueda de pareja.

EL MIEDO A PERDER EL CONTROL

Dejar de ser uno mismo es un temor de algunos amantes. Gil Grissom es un ejemplo. El jefe de criminalística de Las Vegas ama la inteligencia y la belleza de la dominatrix Lady Heather. Pero Grissom teme caer en el lado oscuro… y dejar de ser el que todos conocen.

CONSIDERAR QUE NO SE MERECE EL AMOR

Hay personajes que encadenan relaciones que, de entrada, se saben abocadas al fracaso. Estos personajes se autocastigan. No creen merecer el amor y buscan parejas difíciles o relaciones complicadas, como la protagonista de Fleabag.

LOS AMANTES INFIELES

La infidelidad es un tema que se adapta a los tiempos. En el pasado, los amantes infieles lo son a su pesar. El divorcio no existía o la sociedad lo condenaba. En estas historias, los cónyuges de los amantes suelen ser fríos o incluso unos monstruos. Estas historias quieren que sintamos pena por los infieles que viven matrimonios tristes o dramáticos.

Historias de amor - Ralph Fiennes and Kristin Scott Thomas in The English Patient (1996)
EL PACIENTE INGLÉS

En los tiempos modernos, los infieles no temen la cárcel ni el rechazo social. Los amantes incluyen las relaciones extramatrimoniales en la rutina de vida. Se sienten cómodos. ¿Por qué romper los matrimonios y rehacer los mundos?

En estas historias, las parejas legales son personas maravillosas. Esto crea en los amantes el sentimiento de culpa que antes producía la sociedad y la religión.

En las historias de infidelidad contemporáneas el problema llega cuando uno quiere más del otro. O cuando la persona amada es la pareja de un amigo o amiga (Love Actually).

AMOR RÁPIDO, AMOR PAUSADO

¿Cuánto tiempo pasa entre que dos personajes se miran a los ojos y se convierten en amantes? Lo que requiera el género.

Historias de amor - Bruce Willis and Cybill Shepherd en Luz de luna (Moonlighting, 1985)
LUZ DE LUNA. IMAGEN: ABC.

Los encuentros y desencuentros entre Rachel y Ross (Friends) duran 10 temporadas. Los guionistas de Friends recordaron que Luz de luna perdió audiencia cuando Cybill Shepherd y Bruce Willis dejaron de pelear y formalizaron la pareja. (Cuando la historia de amor no es la base de una serie, la unión de los personajes no provoca la deserción del público. Mulder y Scully es un ejemplo).

Por supuesto que sería absurdo que dos personajes se miraran a los ojos y en la misma escena hicieran el amor. Para esto están las elipsis (saltos en el tiempo), que eluden las partes aburridas de una historia.

Una elipsis permite que dos extraños se conozcan una tarde y se casen borrachos al acabar la noche.

Si la fuerza de una historia está en una relación de amor, debemos plantearla cuanto antes. Digamos que una relación de amor tiene un tiempo de cocción entre cuatro y cinco secuencias.

Vamos a verlo con dos películas de distintas épocas: Encadenados y Olvídate de mí.

‘ENCADENADOS’

La pasión entre Ingrid Bergman y Cary Grant nace y se desarrolla en seis secuencias breves.

Antecedente: Bergman es la hija de un nazi.

1. Grant y Bergman se conocen en una fiesta que ella da en su casa.

2. Pasean en coche. Ella conduce ebria. Apenas intercambian palabras. Un policía manda detener el coche. Grant se identifica como agente federal. Ella se enfurece.

3. Él le propone espiar a un antiguo amante de ella que es nazi.

4. Han pasado ocho días. Vuelan a Río de Janeiro. Ella se asoma para ver el Cristo de Pan de Azúcar. Él la mira embelesado.

5. Ella se burla de él: «Tienes miedo de haberte enamorado de una borracha».

6. Ella lo llama cobarde. Él la besa.

En el espacio de tiempo de los ocho días de entrenamiento de Bergman para ser espía se produjo la chispa. Bendita elipsis. La escena del avión nos pone en la pista: Grant está fascinado con Bergman.

En la escena 5 queda claro que ella nota el interés que ha despertado en Grant, aunque este se muestre evasivo.

En la escena 6 solo queda una opción: el primer beso.

‘BREAKING BAD’: JESSE & JANE

A Vince Gilligan le bastan cuatro escenas en dos capítulos para crear la
relación entre Jesse y Jane.

📺 Cap. 2×05

1. Jane muestra a Jesse la casa que alquila. Ella exige cumplir unas normas. Jesse no las cumple. «Mis padres me han echado de casa», dice él para dar pena. Jane le da las llaves y se convierten en vecinos.

2. Jesse y Jane coinciden en la entrada

📺 Cap. 2×07

3. Jesse sale a fumar para ver a Jane.

4. Jesse ha comprado una pantalla de plasma. Invita a Jane a verla. Mientras esperan que se sintonicen los canales, Jane coge la mano de Jesse.

¿De qué han hablado en las distintas escenas? Del alquiler, de los dibujos de Jane y de la pantalla de plasma. Cosas insustanciales. Pero se han mirado. Se han gustado. Con eso basta.

DECLARACIONES DE AMOR

Las declaraciones de amor suelen estar en comedias de medio pelo. Se han convertido en un cliché. Arriba vimos que los amantes apenas necesitan palabras para establecer una relación.

Las palabras de amor tienen una poderosa influencia entre los que se aman. Pero las mismas palabras que la gente real se dice en la intimidad suenan falsas en boca de los personajes de ficción.

Up (2009)
UP

No hay declaraciones de amor en In the mood for love, Lost in traslation, Encadenados, El apartamento…

Up lo resuelveincluyendo una secuencia de escenas de 5 minutos que recoge 50 años de una pareja, desde la boda hasta entierro de ella. Los personajes no hablan, pero en cada escena los ojos de ellos dicen «te quiero». Cuando ella muere, nosotros lloramos. Eso es una auténtica historia de amor verdadero. Sobran las palabras.

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Un Oktoberfest germanocatalán en la Fàbrica Moritz Barcelona

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Hace tiempo que el Oktoberfest rebosó las fronteras alemanas y se propagó por todo el planeta. A día de hoy y llegado el mes octubre, rara es la ciudad en la que no se celebre esta popular fiesta cervecera. En el caso de Barcelona, el Oktoberfest se vive de manera especial en la Fàbrica Moritz.

La primera cerveza de la Ciudad Condal se suma este año a esta tradición, pero haciéndola, dicen desde la marca, «más nuestra». En el Oktoberfest by Fàbrica Moritz Barcelona, que se celebrará el sábado 5 de octubre desde las 7 hasta 12 de la noche en el sótano de la Fàbrica (Ronda Sant Antoni, 41), los asistentes podrán degustar las seis variedades de Moritz Fresca y sin pasteurizar disponibles, con una novedad: Moritz Original se servirá en la microcervecería directamente desde el tanque, sin filtrar.

«Es uno de los toques de exclusividad que hemos querido aportar al evento, ya que (tomar cerveza fresca y sin pasteurizar) no es algo que se suela poder hacer en una celebración del Oktoberfest», explica Albert Viaplana, maestro cervecero de la Fàbrica Moritz Barcelona.

Tanto la Original como el resto de cervezas Moritz se podrán acompañar de los platos preparados para la ocasión por Jordi Vilà. El chef propone un menú germanocatalán en el que no faltará una amplia variedad de salchichas alemanas (Fleischwurst, Weisswürstchen, Mettswurst, Thüringer Bratswurst y Nüremberger), costillas de cerdo… y todo acompañado de pan, xucrut, cebolla y salsas.

A estas hay que sumar las recetas tradicionales de la cocina catalana como la escalivada o la ensalada de romescu, y los platos insignia de la Fàbrica como la Galta a la Moritz Epidor o el Carrot Pie a la Moritz negra para finalizar.

Los diez euros que cuesta la entrada al Oktoberfest by Fàbrica Moritz Barcelona (y que se puede adquirir online aquí mismo, en la Moritz Store y en taquilla el día del evento) incluye una cerveza Moritz de 50cl y una tapa degustación.

MORITZ OKTOBERFEST1

Además de la comida, las mesas alargadas y, por su puesto, la cerveza, la música es otro de los elementos imprescindibles en cualquier Oktoberfest que se precie. En el que prepara Moritz, esta correrá a cargo del grupo Arrels de Gràcia, que amenizará la tarde-noche con sus divertidas versiones de rumba catalana.

A falta de solo unos días de la primera edición del Oktoberfest versión Moritz, Viaplana no puede disimular la emoción con la que desde la marca se han llevado a cabo todos los preparativos: «Es un orgullo que la gente pueda disfrutar de un evento en el que la cerveza es protagonista. Las semanas previas uno trabaja para que, por nada del mundo, falte cerveza ese día y todo esté preparado».

En cuanto al papel que desempeña la calidad cervecera en una fiesta en la que se consumen enormes cantidades de esta bebida, el maestro cervecero de Fàbrica Moritz Barcelona no cree que una cosa tenga que estar reñida con la otra: «Existen estilos de cerveza pensados para que te apetezca beber más cantidad y otros pensados para disfrutar de una sola cerveza».

Y añade: «En la Oktoberfest tendremos de todo porque nuestros consumidores tienen paladares diversos, y todo el mundo encontrará su cerveza».

oktoberfestMoritz

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Una portada de ‘charity’ y modernismo

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Los vuelcos obligan a la renovación de los procesos. Por eso, cuando Carolina Lindberg metió su vida en cajas y se mudó al Reino Unido, comenzó a plantear las cosas casi de cero.

El traslado supuso «el paso a un periodo de experimentación e introspección en el cual comencé a sentirme muy atraída por el estilo Art Nouveau, símbolo de la mujer y de la naturaleza», explica.

Así, elementos que no habían estado en su trabajo de manera consciente comenzaron a aflorar en las imágenes que creaba o en las tipografías display que acostumbra a diseñar.

El cambio de los telones de fondo, de luz y de horas variaron también su pulso creativo. «Algo que hago mucho por aquí es perderme en charities y tiendas de libros de segunda mano en buca de alguna buena editorial de moda de revistas antiguas, de donde recibo mucha inspiración».

De esta manera, en su caja de herramientas creativas entraron los libros antiguos y sus tipos; la clásica joyería británica de plata, tan del gusto del condado de Surrey y, desde ahí, del mundo entero, y muchas de las cosas que ponen el alma de Lindberg en efervescencia.

Entre esas cosas está la limpieza del óxido de la cadenas de las mujeres. «Me hace muy feliz que las mujeres y las minorías como el colectivo LGTB nos estemos levantando cada vez más para luchar por unos derechos que nos pertenecen. Ser una mujer independiente y emprendedora me hace sentirme muy feliz». Eso, y un día de sol en Londres, que también se agradece.

El resultado de todo el meneo es el lettering de Carolina Lindberg para Yorokobu, tan de joyero y tan callejero a la vez. Tan de campiña y tan de callejón de East London.

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‘The Bully Pulpit’, tus insultos tatuados en mi frente

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«Sí, la gente cree que eres repugnante».

«Eres gorda y asquerosa. Tus brazos me hacen vomitar».

«No entiendo cómo las mujeres se permiten ser gordas. Sabes que te tratarán como la mierda».

Los insultos empezaron a llegarle por goteo a Haley Morris-Cafiero. Con el paso de los días, el goteo se convirtió en aluvión. Corría 2015, la fotógrafa acababa de publicar su primer y rompedor ensayo fotográfico: Wait Watchers

Haley Morris-Cafiero, 'The Bully Pulpit¡

En esta serie, Morris-Cafiero realiza autorretratos en los que se muestra como una turista rechoncha. Su aspecto es el extremo opuesto a los cánones de belleza difundidos por las revistas de moda. Los transeúnes se asombran, ríen, la rechazan; expresan su disconformidad con sus curvas generosas. La interacción con las personas que revela Wait Watchers es pasiva: la observan y la juzgan sin miramientos. La protagonista no participa. 

Este trabajo se viralizó en internet, la autora no lo esperaba. Hubo algo aún más inesperado: la animadversión que otros usuarios demostraron y que alcanzó cotas extremas de sadismo. «Hasta hoy he recibido millares de correos electrónicos y comentarios de desconocidos que me llaman fea, gorda, enferma y me dicen que debería cambiar o morir», cuenta la autora, originaria de Atlanta. Lejos de desanimarla, este material explosivo inspiró su siguiente ensayo, al que titula The Bully Pulpit (El púlpito del matón).

Haley Morris-Cafiero, 'The Bully Pulpit¡

Haley Morris-Cafiero, 'The Bully Pulpit¡

Con la determinación de una investigadora y la creatividad de un ser excepcional capaz de transformar una experiencia desagradable en arte, Morris-Cafiero espía los perfiles públicos de sus acosadores en las redes sociales. Después, se disfraza para parecerse a ellos e incluye, en cada autorretrato, el mensaje agresivo que le enviaron. 

Haley Morris-Cafiero, 'The Bully Pulpit¡

«Nunca imaginé que Wait Watchers podría suscitar las críticas y el interés de tantas personas. Desde el primer mensaje, me reí de los comentarios de los acosadores. Si, por un lado, no fue difícil hacer el proyecto, por el otro debo decir que necesité años para experimentar muchas situaciones difíciles y reaccionar de esta manera. He sobrevivido al cáncer y al odio hacia mi cuerpo desde mi adolescencia», cuenta.

Haley Morris-Cafiero, 'The Bully Pulpit¡

En The Bully Pulpit, elige los personajes que le llaman la atención desde una vertiente meramente visual. En total son 30 retratos de personas muy diferentes: hay desde un adolescente de 13 años apasionado por los videojuegos hasta un exculturista de 70. Morris-Cafiero inventa versiones grotescas de sus censores; pelucas chillonas, narices falsas, músculos de mentira. Cada imagen nace cargada de un profundo sentido del absurdo.

Haley Morris-Cafiero, 'The Bully Pulpit¡

Haley Morris-Cafiero, 'The Bully Pulpit¡

El resentimiento y la intolerancia se convierten en el punto de partida de su trabajo. «Creo que internet proporciona un colchón para que las personas expresen sus pensamientos de odio, seguras de que no van a ser reprendidas. En muchas ocasiones pueden actuar de forma anónima. Uno de mis acosadores, por ejemplo, se esconde detrás de la imagen de una caricatura, y cuando busqué su nombre en Google, descubrí que había sido arrestado», explica. 

La fotógrafa crea una estética fake que alude precisamente a la falsa sensación de seguridad que ofrece la red. The Bully Pulpit intenta demostrar que, a pesar del presunto anonimato, nadie está realmente a salvo y todo el mundo puede ser rastreado. Al mismo tiempo, pretende estimular una reflexión sobre la belleza, la aceptación, la tolerancia y, sobre todo, el ciberacoso. 

Haley Morris-Cafiero, 'The Bully Pulpit¡

«Las redes sociales proporcionan una plataforma para que las personas que propagan el odio reciban aplausos e incluso se hagan famosas. Los medios de comunicación son cómplices a partir del momento en el que publican los cosas odiosas que los líderes mundiales y los políticos dicen unos de otros», señala Morris-Cafiero, que se escuda en el humor para neutralizar la negatividad y crear una parodia de los peores instintos humanos. 

Haley Morris-Cafiero, 'The Bully Pulpit¡

Hoy sigue provocando. Trabaja en una serie de retratos en los que delata a los poderosos que aprovechan su situación privilegiada para soltar impunemente declaraciones aterradoras. «No me refiero a personas como Donald Trump o el periodista Boris Johnson, ya que ellos son criticados públicamente todo el tiempo. Hablo de figuras con un poder manifiesto que controlan los debates sobre el arte y que tienen ideas horribles flotando en su cerebro, ideas que, ocasionalmente, salen de sus bocas». 

Bully Pulpit estará expuesto en el festival Getxo Photo del 4-29 de septiembre.

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Javier Pérez Campos: «Todos los testigos describen una voz firme, calmada y que no tiene que ver con el propio yo»

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Era pequeño. Estaba en su casa, un día cualquiera, a plena luz. Vio una sombra bajar por la escalera. Era oscura, densa y se deslizaba con rigor. Su hermano también la vio. No se dijeron nada, no hizo falta, y echaron a correr tan rápido como pudieron.

En el portal del edificio estaban sus padres. Los niños, aterrorizados, les contaron lo ocurrido. Los adultos los convencieron de que no podía ser una sombra real; había sido una alucinación. Los dos hermanos lo aceptaron porque creían a la voz adulta, la sabia, la que calma. Pero, pasado el tiempo, Javier Pérez Campos recordó aquel día, aquella sombra y le preguntó a su hermano. Sí, él también se acordaba. En su memoria había quedado grabada, con todos los detalles, aquella penumbra que se escurría escaleras abajo.

«Yo lo tenía medio enterrado, pero, en el fondo, fue el motor de esta búsqueda», cuenta el autor del libro Los guardianes (Planeta, 2019). «Quería encontrar la respuesta de qué vimos ese día. ¿Era un fantasma, como diríamos popularmente? ¿Era una alucinación? Si era una alucinación, ¿por qué la vimos los dos? ¿Existen las alucinaciones colectivas? ¿A qué obedecen? ¿Dos cerebros se pueden comunicar y generar una visión idéntica? Me parece un enigma fascinante. Y todavía me hago esa pregunta. Los guardianes pueden tener que ver con la mente y con el momento en que uno se encuentra: instantes de estrés absoluto… ¿Qué diferencia hay si es una alucinación? Tú lo has vivido. Para ti es real».

Aquel misterio llevó a Javier Pérez Campos al periodismo del misterio y a publicar los libros En busca de lo imposible (Oberón, 2012), Los ecos de la tragedia (Planeta, 2013) y Los Otros (Planeta, 2016). El reportero del programa de televisión Cuarto milenio aborda ahora el enigma de los guardianes: esas voces, esas siluetas y esas apariciones que, en las encrucijadas entre la vida y la muerte, sueltan un aviso terminante y desaparecen para siempre.

En Los guardianes cuentas que el neurólogo Oliver Sacks dijo que una vez se salvó de la muerte por la indicación que le dio una voz enigmática. 

Oliver Sacks siempre me ha interesado. Antes incluso de conocer su aproximación al misterio. Había leído El hombre que confundió a su mujer con un sombrero y Musicofilia, un estudio interesantísimo de afecciones neurológicas que tienen que ver con la música, como un hombre que cada vez que escuchaba el sonido de unas campanas se desmayaba. Era una persona con una gran capacidad de enfocar su atención en lo insólito, para dar una respuesta siempre que podía, y cuando no la tenía, lo decía con absoluta honestidad.

Eso me parece un signo de humildad por parte de uno de los mejores neurólogos. Él era consciente de que tenía la suerte de recibir en su consulta a personas que vivían situaciones muy extrañas porque en la neurología está ese mundo mágico, a veces desconocido. El cerebro es el gran desconocido y no descarto que gran parte de estos fenómenos del misterio tengan que ver con él.

Hubo un momento en el que Oliver Sacks empezó a recibir pacientes que le hablaban de estos mensajes. Una mujer le contó que estaba pasando por una depresión horrible y que en el momento exacto en el que iba a tomarse un puñado de pastillas para suicidarse apareció ante ella una figura vaporosa vestida como en el siglo XVIII. Se quedó paralizada y la figura le dijo: «No lo hagas porque el dolor que sientes ahora no va a volver». Esa visión fue tan brutal para ella que tiró las pastillas y salió de esa depresión de una manera milagrosa e insólita.

Ese caso no es aislado. Oliver Sacks recoge casos parecidos de gente que ha sobrevivido en situaciones límite gracias a este tipo de apariciones y lo curioso es que él mismo acaba convirtiéndose en testigo de ellas. Me parece muy valiente que lo contara en un libro llamado Alucinaciones, de Anagrama, donde él habla de las alucinaciones como algo que a veces ocurre en nuestra mente pero que no solo es producto de ella. No es solo un engaño de la mente. El neurólogo hizo un estudio del término y explicó que en los siglos XVIII y XIX hablaban de alucinación para designar una especie de conexión con lo remoto, con lo ancestral.

Lo que le ocurrió fue que, cruzando un río, se le dislocó la rodilla y se vio arrastrado por la corriente. Cuando creyó que estaba a punto de desfallecer, de pronto, oyó una voz imperante (eso es un detalle curioso porque todos los testigos describen esa voz igual: es una voz firme, una voz que no tiene nada que ver con el propio yo, una voz absolutamente calmada cuando uno se encuentra presa del pánico porque sabe que cualquier decisión puede suponer la muerte).

La voz empezó a guiar a Oliver Sacks y a marcarle un paso casi militar.  Comenzó a caminar y consiguió salir del río. La voz le dijo: «Tienes que continuar». Entonces fue consciente de que si se quedaba dormido en el bosque, moriría. Esa voz le fue marcando el camino hasta que llegó a un aparcamiento y quedó a salvo.

Él denominaba ese fenómeno de una manera maravillosa: «La voz de la vida». Me parece un término muy bonito por parte de un neurólogo. Después de ser investigador, se convirtió en testigo y terminó aceptando que no tenía una explicación. Tenía una hipótesis: quizá, en un momento de tensión extrema, casi como fruto de un instinto de supervivencia, hay una parte de nosotros que se desdobla y es capaz de mantener la calma para darnos el camino hacia la vida. Sea cual sea la explicación, a mí me parece igual de interesante.

¿Quienes suelen ser los guardianes? 

He recogido todo tipo de casos. A veces es solo una voz que aparece en la nada, una voz que uno escucha y que le va guiando. Otras veces es una aparición perfectamente nítida que algunos relacionan con familiares fallecidos. Hay personas que ven aparecer a su padre, que falleció tiempo atrás, para advertirles algo minutos antes de que se produzca un accidente y desaparecen. Y eso les salva la vida.

Hay gente que habla de figuras religiosas: ángeles, imágenes bíblicas… Uno de ellos, Will Jimeno, un policía que trabajaba en la Autoridad Portuaria el 11 de septiembre de 2001, fue a rescatar a víctimas en la Torre Sur durante el atentado y, de pronto, se vio enterrado entre un montón de escombros. Sus compañeros empezaron a morir y cuando él está a punto de dormirse, sabiendo que dormir puede ser sinónimo de la muerte, tuvo una especie de ensoñación en la que creyó ver a una figura que él relacionó con Jesucristo y que le animó a mantenerse con vida.

Hay otros casos que a mí me parecen ya el colmo de la extrañeza. Aron Ralston se quedó atrapado mientras atravesaba el Cañon del Colorado. Después de cinco días con el brazo aprisionado entre rocas, de pronto, vio a un niño de unos cuatro años y se vio a sí mismo sin ese brazo. Dice que sabía que ese era su hijo del futuro. En ese momento tomó la determinación de amputarse el brazo con una pequeña navaja que llevaba en el bolsillo. Era estudiante de medicina y tenía conocimientos para poder hacerlo. La descripción de ese momento que hace en su libro es terrorífica pero cuenta que lo pudo hacer por esa imagen que acababa de ver. Consiguió salvar su vida, milagrosamente, y tuvo un hijo. Cuando el niño cumplió los cuatro años, Aron Ralston supo que era el niño que había visto en esa especie de ensoñación. A veces ocurren historias que parecen sacadas del Cuento de Navidad de Dickens.

La ciencia lo explicará algún día. 

Claro. Ahora mismo las posibilidades son todas. Cualquier disciplina puede ofrecernos su aproximación. Lo que yo intento hacer es acudir a la raíz del fenómeno, al estado original, cuando todavía no le hemos puesto un nombre, cuando no lo hemos encorsetado en nuestro sistema de creencias. Luego llega la religión y dice que esto es un ángel. Pero resulta que esta misma figura, tiempo atrás, era un guardián del bosque y mucho antes era una dama de los caminos. Y te das cuenta de que hay lugares donde aparecen estas cosas y donde siempre han existido. Hay muchas crónicas que ya hablaban de eso.

En Los guardianes dices que la figura del ángel de la guarda se encuentra en todas las culturas. ¿Es siempre una historia similar: un personaje sobrenatural que viene de otro mundo? 

Sí, pongo un ejemplo. Un testigo ve una especie de figura de gran tamaño, oscura, deslizándose, casi flotando por la superficie del Teide. Vamos allí. Es un sitio inhóspito. Empezamos a investigar, preguntamos a historiadores y expertos en la cultura guanche y descubrimos que siempre se ha venerado al guayota, el guardián del Teide, una figura que aparecía allí, que había que honrar y que en tiempos ancestrales le hacían sacrificios para pedir su protección. Ocurre lo mismo en los Andes: los incas ofrecían sacrificios humanos. En los lugares de encuentro donde hoy se están produciendo este tipo de encuentros ya se relataban cosas parecidas. Creo que hay una clave interesante de abordar.

Parece algo eterno y universal. Aunque en nuestra cultura oficial la idea de una aparición resulte un disparate, es algo profundamente humano.  

El libro empieza con una frase de Joseph Campbell (para mí, el mayor mitólogo de la historia). Dice: «El individuo tiene que saber y confiar, y los guardianes eternos aparecerán». No es cualquier frase ni cualquier autor. Él dedicó toda su vida a recorrer el mundo en busca de los mitos de cada civilización y llegó a una conclusión muy interesante que volcó en la teoría del monomito: existe un mito original del que beben todas las culturas y después cada una lo explica a su modo. Todos los mitos tienen unos patrones y unos denominadores comunes que se repiten continuamente y que parecen contar la misma historia. Las religiones lo van contando a su manera, las crónicas de la Antigua Grecia lo hacen a su forma, los tracios relatan otro tipo de encuentros, pero, en el fondo, te das cuenta de que estás leyendo y escuchando las mismas historias de hace miles de años.

A menudo es muy difícil mostrar pruebas de voces y apariciones. ¿Cómo hacéis para distinguir las historias reales de los que solo buscan notoriedad?

El periodismo del misterio tiene la lupa encima porque estamos tratando temas que la ciencia no sabe explicar del todo. Aunque eso no quiere decir que no lo esté investigando; la ciencia está investigando el misterio continuamente. Pero creo que hay que ser muy riguroso. Los guardianes está lleno de notas a pie de página. Eso es algo que no se ve en todos los ensayos, ni en libros políticos, ni en libros serios.

Es curioso que un libro de misterio esté lleno de referencias. ¿Por qué? Porque hay que demostrar que se puede investigar con rigor. Por ejemplo, te cuento la historia de Ron DiFrancesco, el último hombre que sale vivo de la Torre Sur el 11 de septiembre de 2001. Algunos medios contaron su vivencia. Dijo que había salido de allí guiado por una voz que le salvó la vida.

Me parecía una historia tan perfecta que llegué a desconfiar de ella. Por eso, en vez de limitarme a plasmarla en el libro, referenciando un artículo del New York Times, decidí contactar con Ron DiFrancesco: comprobar que existía, comprobar que su historia era creíble y comprobar que había cierta firmeza en el relato. Pasé un año de mi vida haciendo muchas cosas pero, entre ellas, intentar localizarlo. Escribí a periódicos y revistas, me descargué el listín de teléfonos de Canadá, llamé a todos los DiFrancesco que aparecían en el listín para ver si alguno era familiar de Ron, y todo eso para terminar dando con él y pasar otro año ganándome su confianza para que me hiciera un relato vivo de lo que él vivió.

Y para terminar demostrándome a mí mismo que su historia era cierta y que es realmente impactante. Él aún no ha superado muchas cosas pero está convencido de que una voz misteriosa le salvó la vida.

Para mí, esa es una forma de demostrar que se puede hacer este tipo de periodismo de forma rigurosa. Y lo hago, no por demostrar nada a nadie, sino por mi propio interés. Yo tengo mis preguntas y son reales. Y para responderme a mí mismo, tengo que ser más honesto que con ningún otro. El día que deje de interesarme dejaré de dedicarme a esto.

¿Los periódicos como el New York Times hablan de estas historias del misterio?

Sí que las cuentan. Lo que pasa es que en ese momento, el 11 de septiembre de 2001, era lógico que los medios estuvieran centrados en las cifras, los daños, las consecuencias geopolíticas del atentado, y dejaron de lado las historias personales, las sensaciones que ayudaron a muchas personas a salir con vida, las premoniciones: algunos tenían una cita concertada ese día en el edificio, empezaron a sentirse mal y decidieron no ir.

Pasa el tiempo y, por fortuna, uno puede hacer una investigación más reposada y darse cuenta de que hubo muchos casos. Sobre todo, en la Torre Sur. Los medios a veces ofrecen este tipo de testimonios sin ningún pudor, sobre todo, cuando tienen tanta fuerza como los de Ron. Su reloj estuvo expuesto en el Memorial del 11 de septiembre porque se paró en el momento que cayó la Torre Sur.

Me parece interesante que no nos quedemos solo en la tragedia, en el drama y la oscuridad que supuso todo aquello. Creo que hay que buscar la luz en ese tipo de sucesos y demostrar que hay gente que sobrevivió gracias a un milagro entre comillas y que, además, ellos acabaron convirtiéndose en guardianes de otros. Guardianes de carne y hueso que formaban parte de una especie de cadena de favores porque sentían que les habían regalado años de vida y no se habían salvado porque sí. Tenía que haber un sentido y por eso ellos también tenían que ayudar a otros. Los guardianes no solo son el fruto de este enigma que estamos intentando descifrar; quizá nosotros seamos en algún momento los guardianes de alguien.

En Los guardianes citas las preguntas que suelen aparecer ante este tipo de sucesos: ¿Por qué le ocurrió a él y a nadie más? ¿Por qué nunca antes ni después sucedió algo así? 

El libro es también un viaje al misterio de la mente humana. Y la mente humana no es siempre nuestra amiga. Nosotros consideramos que somos aliados de nosotros mismos pero a veces nos torturamos con preguntas de este tipo. Me sorprendió descubrirlo en Ron. Salió vivo de la Torre Sur, pasó tres días en el hospital y cuando despertó, una de las cosas que le atormentaban, y todavía le atormentan, fue: ¿Por qué sobreviví yo y no mis compañeros?

Dice que le da pudor ofecer una respuesta sobrenatural al enigma porque implicaría pensar que un Dios o una figura benefactora lo ha elegido a él para algo. Piensa que no merecía más que otros. Es algo que atormenta a los testigos pero no hay ninguna respuesta. ¿Por qué esa voz no salvó a otros ese 11 de septiembre? No hay respuestas. Quizá tenga que ver con la mente y con la predisposición que tenga uno, aunque no lo sepa, en un momento determinado.

¿Puede tener que ver con el tipo de percepción, intuición y sensibilidad de cada persona? Todos los individuos son rápidos en captar cierto tipo de información y no se enteran de otra que tienen en sus narices.

El problema es que hay testigos que no tenían ninguna creencia, no esperaban convertirse en testigos de nada de esto. Surge de pronto y a esta realidad parece importarle poco lo que nosotros creamos o nosotros queramos. Surge cuando tiene que surgir ante quien tiene que surgir y eso acaba haciendo que el sistema de creencias se tambalee en su cabeza.

Eso es muy interesante: analizar al testigo antes, durante y después. Y ver cómo esto le transforma la vida. Lo bonito es que lo transforma para bien, para ser muy consciente de lo que es la vida. Muchas veces estamos aquí con el piloto automático y no paramos a pensar que tenemos suerte de estar bien, de estar vivos. Esta gente ha renacido y, de repente, valora la familia, intenta quitarse horas de trabajo y hacer todo lo posible para tener una vida plena. Es una forma de agradecer esa segunda oportunidad.

¿Por qué a muchos les molestan tanto estas historias? Insultan, desprecian, tachan de ignorante y magufo al que las cuenta. 

[Javier Pérez Campos pone gesto de extrañeza, como si nunca antes hubiera oído algo así] Es interesante…

A ti te respetan.

A mí me respetan porque yo vivo en un núcleo muy particular.

Es interesante ver cómo van cambiando los detractores de la creencia eterna y universal en los guardianes, espíritus, otros planos mentales o lo que sea. En el XIX la Iglesia católica los atacaba a muerte porque los veían una amenaza a su poder y porque promovían la ciencia y los valores de la Ilustración. Formaban parte de la elite cultural de Europa. Hoy los atacan los ateos: ridiculizan a todo el que se niegue a creer que hay algo más que partículas de materia.

Yo creo que interesamos como rebaño. No interesamos siendo individuales, pensando, teniendo tus ideas particulares. Ahora conviene que seamos materialistas por encima del ser, que formemos parte de una cadena donde todo se puede comprar y vender. No importa tanto la esencia, el ser, sino el demostrar y aparentar. Y todo tiene que ver con eso: este tipo de cosas no se pueden explicar, no son racionales, no son materiales. Todo esto se aleja de lo que hoy en día es el dogma. Estas ideas pueden resultar peligrosas porque generan esperanza de una manera más interna que no tiene que ver con la emoción de desprecintar un teléfono recién comprado. No conviene.

De todas formas, creo que esto no es nuevo. Antoine de Saint-Exupéry escribió que su sociedad [de principios del XX] había abandonado la poesía, la reflexión, la identidad propia y se había vendido a un sistema que nos quería produciendo y comprando. Él hablaba sobre cómo cambiaban de frigorífico, cómo se podía comprar y vender todo, y cómo podían deshacerse incluso de lo que nos une de manera emocional. Es una reflexión muy interesante. Te das cuenta de que quizá por eso sea más necesario que nunca un libro como este, que pretende enfocar la luz en la esperanza, en las historias personales por encima de ese abismo y esa oscuridad con la que cada día nos bombardean los medios.

Lo que sí ha cambiado es la percepción que tenemos de estos fenómenos. Las personas de principios del XX, nuestras abuelas y bisabuelas, hablaban de las apariciones con total naturalidad. No les tenían miedo; eran parte de la vida. Ahora nos dan terror. Creo que el cine, la literatura y la industria del entretenimiento tienen mucho que ver en este cambio: de historias de esperanza, como tú las llamas, a historias de horror.

Antes los grandes creadores de mitos eran los chamanes. Ellos relataban cómo era el mundo de los ancestros. Eran los que se comunicaban con los dos mundos, los que traían la esperanza. Los creadores de mitos del XX y del XXI están en Hollywood, la fábrica del cine. Los mitos van variando del albur de la hoguera al proyector de cine y el cine a la carta. Ahora conviene que estas cosas asusten porque el miedo, cuando es ajeno, genera interés.

Yo he investigado el miedo: desde el práctico (el ancestral, cuando el rugido de la pantera nos ponía la piel de gallina) hasta los miedos modernos que ha construido una industria. No hay que irse muy lejos: la segunda parte de IT está siendo una película de las más taquilleras. Y dentro de poco estrenarán más películas de terror por Halloween.

Todo eso mueve a la industria: gente que quiere pagar un miedo que es cómodo. Pagas por que te asusten pero sabes que no pasa nada. Y te recuerda a cuando tu madre te contaba historias de terror en la cama y te daba un beso y tú te arropabas pensando que la sábana era mágica y no te iba a pasar nada. El miedo trae confort: al final, es una búsqueda que tiene que ver con nuestro sistema neurológico, nuestra psicología y nuestra mente colectiva. Ahora es normal sentir miedo por estas cosas. Nos lo han inculcado así. Pero vuelvo a lo mismo: todavía hay opciones de reconducir todo esto hacia el origen: el encuentro con lo ancestral era algo maravilloso y podía traer esperanza.

¿A ti estos hechos inexplicables te dan miedo?

Yo he pasado miedo en muchos sitios y sigo pasándolo. Es algo que llevamos metido muy dentro y es ingobernable. Cuando surge el miedo, no hay manera de controlarlo. Pero mi aproximación a este libro es muy distinta al anterior, Los otros, en el que yo hablaba de estos casos como algo que me atemorizaba. En Los guardianes sufrí la muerte de un ser querido y me di cuenta de que si estas personas vuelven, no puede ser para hacernos ningún mal. Esa energía buena que ellos dejan nos pueda ayudar a seguir adelante y a superar una muerte.

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Radiografía de un cerebro enganchado al móvil

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Durante los últimos años, el empleo de las nuevas tecnologías se ha extendido con fuerza en la sociedad. Está prácticamente generalizado el uso de internet en toda la población, principalmente entre los más jóvenes. Según datos de la encuesta del Ministerio de Sanidad ESTUDES 2018, el 99,6 % de los estudiantes de 14 a 18 años había utilizado internet en los últimos 12 meses.

El principal problema radica en que se puede pasar fácilmente de un uso generalizado de las nuevas tecnologías a un abuso de las mismas. Se ha detectado que el uso compulsivo de las nuevas tecnologías (internet, teléfono móvil, juegos online…) es un fenómeno creciente de nuestro tiempo, sobre todo, en los grupos de gente más joven.

Las últimas encuestas ESTUDES muestran que mientras casi un 3 % de la población de 15 a 64 años hace un uso compulsivo de internet, la prevalencia de este problema es siete veces mayor entre los estudiantes de 14 a 18 años.

El uso patológico de las nuevas tecnologías ha trascendido en los últimos años la consideración de trastorno del control de impulsos para encuadrarse dentro de las adicciones de comportamiento o sin sustancia. Se acepta que tiene una base común con el resto de conductas adictivas clásicas. Esta raíz común hace que la prevalencia de consumo de drogas como el alcohol y el cannabis sea superior entre los individuos que realizan un uso compulsivo de internet.

¿Qué pasa en el cerebro?

Conocemos desde tiempo atrás los mecanismos cerebrales que median la adicción a sustancias como el alcohol, la cocaína o el tabaco. Pero la aparición de estas nuevas adicciones sin sustancia ha obligado a los investigadores a repensar los mecanismos que podrían explicar este nuevo fenómeno.

En las personas que presentan dependencia a las nuevas tecnologías se han observado cambios estructurales y/o funcionales en regiones cerebrales como la corteza prefrontal, cingular, orbitofrontal y el sistema límbico. Estas zonas alteradas están implicadas en el procesamiento de fenómenos como la recompensa, la motivación o el control de impulsos.

Alteraciones similares aparecen también en personas con otros tipos de adicciones asociadas a drogas de abuso clásicas como la cocaína o las anfetaminas. El riesgo de aparición de estos trastornos es mayor entre los adolescentes porque las regiones cerebrales implicadas no han terminado de madurar a estas edades y son más vulnerables.

Estos déficits estructurales conllevan también un peor funcionamiento de estas regiones cerebrales. Aumenta la impulsividad, disminuye el control del comportamiento y crece la dificultad para tomar las decisiones más acertadas. Todos estos fenómenos contribuyen a generar un mayor riesgo de desarrollar una dependencia de las nuevas tecnologías.

Así reacciiona un cerebro enganchado al móvil
Iakov Filimonov / Shutterstock

En los sujetos que abusan de las nuevas tecnologías se ha descrito la existencia de alteraciones neuroquímicas y genéticas.

Características de las personas más vulnerables

También se ha descrito en los sujetos que abusan de las nuevas tecnologías la existencia de alteraciones neuroquímicas y genéticas que podrían contribuir a una mayor vulnerabilidad de estas personas a convertirse en dependientes de estas tecnologías. Factores como la existencia de estados emocionales alterados, una baja autoestima, una falta de identidad o una personalidad tímida o insegura pueden ser también factores de riesgo a tener en cuenta para valorar el peligro de desarrollar una dependencia a las nuevas tecnologías.

Como consecuencia de esta dependencia pueden aparecer síntomas ansiosos, irritabilidad, desajuste emocional y problemas en la interacción social. Los adictos a las nuevas tecnologías descuidan habitualmente sus rutinas diarias para permanecer más tiempo conectados, o bien sustraen horas al sueño nocturno, invirtiendo el ritmo circadiano. La cantidad y la calidad de su sueño son peores que en la población general. Esto disminuye el rendimiento académico o laboral asociado a la falta de concentración.

Permanecer conectados a la red más de 3 o 4 horas diarias facilita el aislamiento de la realidad, el desinterés por otros temas, los trastornos de conducta, así como el sedentarismo y la obesidad. También puede generar alteraciones físicas como sequedad de ojos, pérdida de audición, dolor de cuello y de espalda o inflamación e incluso artrosis de la articulación de la base del dedo pulgar. No basta con tratar estas afecciones de manera directa si no modificamos los hábitos que las han provocado. Si no lo hacemos, volverán a aparecer.

Es importante conocer tanto los mecanismos que median la dependencia a las nuevas tecnologías, como los factores de riesgo para su aparición. El objetivo es poder aplicar políticas de prevención eficientes y centradas en los grupos de población más vulnerables.

Una educación adecuada basada en la información veraz y en las evidencias científicas puede ser clave a la hora de reducir el riesgo de generalización del abuso de las nuevas tecnologías.The Conversation

Luis F. Callado, Profesor Agregado de Farmacologia, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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¿Cómo puedo conseguir que leas un poco? Insta Novels puede intentarlo

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Hay leyes inmutables como la segunda ley de Newton, el principio de causalidad o el axioma «qué taruga es la generación siguiente a la nuestra, a ver si conseguimos que lean», también llamada Ley de Me Estoy Haciendo Viejo.

Por otro lado, tenemos la eterna guerra santa para conseguir que nuevos lectores se entreguen a los placeres de la literatura escrita.

Pues bien, en el capítulo de hoy de dicha cruzada, la NYPL (Biblioteca Pública de Nueva York) ha pensado que lo suyo va a ser ir a por esos hijos de p*** iletrados a sus móviles, que es donde se hallan (perdona, estuve viendo Apocalypse Now anoche y, además, no tuve una educación digna).

Se han inventado una cosa que se llama Insta Novels y, efectivamente, es lo que sugiere su nombre: novelas –clásicas en este caso– entregadas en formato Instagram Stories y enriquecidas con chiribitas, tirurirus y un diseño fino filipino.

Yo entiendo que uno en la vida tiene que hacer lo correcto. Y lo correcto es leer, convertirse en un ciudadano de bien y no votar a Trump porque lo que te puede pasar luego es que te alegrases en su momento de ello y ahora te comas lo de los aranceles con guisantes salteados con jamón. Pero en fin, no nos desviemos. Lo de leer.

La NYPL decidió que sería buena idea que pudieras leer en tu móvil con calidad fetén. Para montar Insta Novels, se ha ayudado de diseñadores e ilustradores como MagozBuckCésar PelizerPsyop o Caitlin McCarthy. Su trabajo pasa por rellenar los slides de texto con sutiles animaciones y una identidad gráfica reconocible y de gran calidad.

Para la biblioteca, esta es una manera de cumplir con su misión de «avanzar en el conocimiento repartiendo acceso libre y abierto a las materias y la información».

Pues tracatrás. La entidad ha publicado ya Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll; El tapiz amarillo de Charlotte Perkins Gilman; La metamorfosis de Franz Kafka, Cuento de Navidad de Charles Dickens o El cuervo de Edgar Allan Poe.

Como una story en Instagram dura 24 horas colgada y tampoco es cuestión de leerse a Poe con estrés adicional al que su prosa produce, la NYPL deja las Insta Novels colgadas para siempre como story destacada (mira la imagen de aquí debajo).

insta-novels

En Mother New York, la agencia de diseño que se ha encargado de desarrollar el proyecto, se les ha quedado esa cara de felicidad que solo aparece cuando alguien insiste en sacar la tarjeta de crédito antes que tú y se ofrece a pagarte la cena. Y esa carita de pánfilos ha venido porque los libros no solo han aumentado la base de seguidores de la cuenta de la NYPL. Los usuarios ¡leen los libros! De verdad. Gente leyendo. Como para no llorar.

Corinna Falusi, la directora creativa de Mother, explicaba a Fast Company que el principal obstáculo de la misión era que Instagram es «una plataforma para compartir visuales y nosotros estamos compartiendo palabras». Por eso, era clave hilar fino con la tipografía y su tamaño y con los colores de fondo.

«Este es solo el comienzo de la utilización de la plataforma de una manera que no se ha utilizado antes», dice Falusi. Y como las buenas ideas están para copiarlas, por aquí vamos a tratar de hacerlo. Ya avisaremos.


Este contenido es una columna llamada El Piensódromo. La enviamos los viernes por email e incluye algún tipo de reflexión acerca del ecosistema que nos rodea y algunas recomendaciones culturales y lecturas adicionales. Si quieres recibirlo directamente en tu correo electrónico, puedes darte del alta en el formulario que hay aquí.

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Esto es un artículo sobre tercos y cabezones. Y punto

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Al terco y testarudo se le llama cabezón, almendruco y otro capazo de epítetos que inciden de manera más directa o tangencial en la dureza, el tamaño y la pesadez del seso. Son como peñascos y, como la mayoría de personas son más adaptables que ellos, suelen acabar ganando las batallas. Probablemente, te los encuentres como jefes o como presidentes del Gobierno.

Cabezón es un calificativo escurridizo, sobre todo, porque no hay cosa que guste más a un caborro que acusar a otros de tener la testa de titanio. Actúan como esos intolerantes que señalan a otros como intolerantes por criticar su intolerancia. 

Mara Aznar Briones, psicóloga y coautora del libro Deja de intentar cambiar, explica que muchas de estas personas acaban solas. No las abandonan, son ellos quienes se lo curran y expulsan a la gente de su vera: «Cuesta aguantar esa rigidez, al final puedes rodearte de un séquito, pero para eso hace falta poder [es el caso de los palmeros que acurrucan cada día a artistas intratables, a millonarios, a políticos], y, aun así, ¿el poder cuánto dura? Además, hoy somos personas que no tragamos con cualquier tipo de relación».

Aznar Briones ayuda a Yorokobu a comprender cómo funciona y de dónde mana tanto empecinamiento.

ENTRE PERSEVERANCIA Y DESEO DE DOMINIO

Pueden dividirse en dos modelos: «Hay una testarudez que parte de la pura perseverancia. Personas que, si empiezan algo, tienen que acabarlo y persisten hasta el final; estaríamos hablando de alguien muy responsable. Luego están los que quieren imponer su criterio y piensan que su verdad es la verdad y no hay más; son muy dominantes», describe.

La obcecación, incluso en el último caso, no es uniforme: existen tercos porosos en los que pueden llegar a infiltrarse las posturas de los otros hasta hacerlos empatizar y admitir la posibilidad de la duda; pero también los hay intraspasables y marmóreos. «Al final, hablamos de poder», sintetiza la experta.

Suele haber, detrás de esta actitud, un temor. «Todo el motor de comportamiento es el control: si imponen su idea y consiguen que se lleve a cabo, logran que no haya lugar a la improvisación porque son ellos los que manejan. Tienen miedo a situaciones que no controlan».

La falta de control no se refiere solo a situaciones prácticas; también a opiniones, a visiones del mundo.

Existen cabezayunques que atropellan y otros que seducen. «Las habilidades sociales juegan un rol importante. Se puede ser terco, pero si tienes habilidades sociales, persuades, llevas las cosas a tu terreno de manera sibilina», distingue Aznar Briones. En la otra margen están los que «se mueven por la irritabilidad, que es un neuroticismo». Son los de la vena en cuello y los brazos cruzados: «Te cabreas, te sulfuras y no convences, pero te pones tan pesado que al final te dan la razón».

Personas tercas y cabezonas

MANIPULANDO AL JEFE

La obstinación monolítica en un amigo es un coñazo; en un compañero de trabajo o un superior, es un problema. 

De tu amigo puedes reírte, aprender a esquivar ciertos temas, e incluso esquivarlo a él. Pero en el entorno laboral, a veces, uno debe defender su posición (por ejemplo, cuando se buscan responsabilidades de un error) a riesgo de sufrir algunas consecuencias adversas.

«A nivel laboral, enfrentarse directamente con este tipo de personas e intentar convencerlas, no es nada útil ni práctico. Y menos si hablamos de un superior. Además, hay quienes disfrutan el conflicto y se sienten cómodos en él. Enfrentarlos sería como darles de comer», advierte la psicóloga.

En un tú a tú, te devoran. Aznar Briones aconseja buscar aliados y rodeos, cambiar de punto de apoyo, o por ejemplo, «tener la habilidad de ofrecerle el beneficio que obtendrá, hacer que, cuando se trata de una iniciativa positiva, parezca que ha sido idea suya».

Pero ¿y la vergüenza?, ¿y el amor propio? La mayoría de personas sabrían identificar cuándo les están colocando una medalla que no les pertenece; muchas lo tomarían como una ofensa o un acto de condescendencia. ¿No lo ven así los obcecados?

El ego acorta el campo de visión: «Cuando vemos alimentado el ego, da todo igual, ya no te percatas de que te están haciendo el lío, solo percibes el beneficio; y eso te puede más».

LA INUTILIDAD DE DISCUTIR

Muchas de las discusiones que se mantienen cada día en la calle o en la oficina son inútiles porque primero se fijan posiciones y luego se busca cómo sustentarlas; o cómo dinamitar la postura contraria para que la tuya, aunque sea la más ruinosa y la menos apetecible, sea la única que quede en pie. Así funciona la comunicación política. Los argumentarios que los partidos distribuyen entre sus correligionarios no son más que esfuerzos por apuntalar un tejado que casi nunca tiene cimientos.

La comunicación dentro de toda organización regimentada dispensa siempre, quizás por necesidad, algo de cabezonería. Luego hay personas que se toman la pareja como una institución en perpetua lucha por el poder. En estos casos, es detectable: «Este tipo de conductas asoman desde el principio, desde el adónde vamos a cenar hasta en conversaciones sobre cualquier tema».

Esas parejas están desniveladas y es difícil revertir la jerarquía. Cuando la parte débil intenta hacer valer su criterio, aunque crea que tiene razón (aunque lo sepa), acaba agotándose y desistiendo. «Es lo normal. Pero hay personas que no ceden. Eso daña la relación porque no hay una capacidad de escucha real».

TENER RAZÓN AL MARGEN DE LOS ARGUMENTOS

Poco importan los contenidos del debate: los contenidos no dan la razón, ellos sienten que su razón preexiste, y ya piensan después cómo la van llenando. Por eso pueden contradecirse sin sonrojo ni detectar su incongruencia, porque para ellos no la hay, para ellos existe solo una verdad: que están ungidos por la razón y que todo lo que ayude a sostener esa unción será legítimo e imperativo.

¿Y cómo se relacionan con sus errores?

El arrepentimiento no comparece en los tercos pata negra: «No suelen ver culpa en sí mismos sino en la circunstancia. Consideran que siempre lo hacen bien, lo montan todo para que se vea que no fueron responsables del fallo», cuenta Aznar Briones. 

«Se ofenden rápido, no están acostumbrados a la crítica, responden con ataques o desviando la culpa. Sí pueden admitir errores cuando no implican ni perjudican a nadie, cuando pueden decir “he fallado” y frustrarse con ellos mismos». 

No obstante, es complicado pintar un perfil estático y dar unas causas al porqué de los sesos duros. A unos se les agranda el cráneo por inseguridad y baja tolerancia a la frustración; a otros, por disponer de un ego recio y una pronunciada falta de empatía. 

Sea como sea, no son sujetos seducidos por acudir a terapia para apretarse un par de tuercas. Para ellos implicaría asumirse como seres erróneos. No necesitan revisarse sino que alguien les bombee. Por eso, llegado el caso de la fragilidad o el hundimiento, acaban en la consulta de un coach.

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El arte de la falsificación o cómo las clases poderosas se fueron atribuyendo (más) privilegios en la Edad Media

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Cuando en 1281 el infante Sancho se casó con su amada María Alfonso de Meneses, conocida como María de Molina, lo hizo en un arrebato de juventud sin pensar mucho en los impedimentos y las consecuencias. Él ya se había casado antes con Guillerma de Moncada y además era pariente de su nueva esposa, por lo que no obtuvo la dispensa papal necesaria. Es decir, su matrimonio no estaba reconocido y sus hijos serían considerados bastardos.

Esto que no le importó mucho en 1281 empezó a tener más peso cuando se convirtió en el rey Sancho IV tres años más tarde. Y en 1295, enfermo y consciente de que moriría pronto, se apresuró a asegurar a su primogénito como heredero. ¿Cómo conseguir una dispensa papal que el papa no quiere concederte? Fácil: falsificándola.

Falsificar documentos en la Edad Media
Sancho IV el Bravo (Museo del Prado)

A Sancho IV no le salió bien del todo el truco. Pocos años más tarde, cuando él ya había muerto, el siguiente papa investigó el tema y concluyó que la dispensa era falsa, lo que provocó no pocos dolores de cabeza a su viuda. Sin embargo, ni fue un escándalo ni evitó que su hijo Fernando se convirtiese en Fernando IV. Las falsificaciones eran algo de lo más normal en la época por toda Europa. De hecho, se considera que más de la mitad de los documentos medievales que han llegado hasta nosotros son falsificaciones.

Los expertos distinguen dos tipos de documentos históricos falsos. Los «honestos» o «diplomáticos» buscaban sustituir un documento perdido o destruido o poner por escrito un acuerdo verbal. Quizá el papel, el sello y la firma no fueran de quien decían ser, pero esa persona o autoridad sí garantizó en su momento el derecho, propiedad o lo que fuera que decía el texto.

El otro tipo, ejemplificado por la bula papal de Sancho IV, es el de los falsos «históricos»: el contenido es falso. Buscan engañar, atribuirse unos derechos, biografía o pedigrí que no se ajustan a la realidad.

MONJES FALSIFICADORES

Aunque en el caso de Sancho IV fue la Iglesia la «víctima» de la falsificación, lo cierto es que un porcentaje muy alto de esos documentos que le echaban imaginación a la realidad salían precisamente de los monasterios y de las propias oficinas papales. Al fin y al cabo, en la época los monjes eran no solo quienes sabían escribir y contaban con los medios para hacerlo, sino también los guardianes de archivos, documentos y códices. ¿Qué mal podía hacer corregir algo que no les gustaba o simplemente asegurarse el poder no solo celestial, sino también terrenal?

Hay unos cuantos ejemplos de esto. Uno de los más sonados es el de la donación de Constantino: un decreto imperial del siglo IV por el que el emperador Constantino I, además de reconocer como soberano al papa Silvestre I, le donaba básicamente todo el Imperio romano de Occidente. La Iglesia empezó a usarlo como argumento para justificar la existencia de los Estados Pontificios y cualquier intento de intervención política del papa de turno.

Falsificar documentos en la Edad Media
Silvestre I y Constantino

El documento empezó a levantar sospechas ya sobre el año 1000, aunque no fue probado falso hasta 1440, cuando el humanista Lorenzo Valla señaló que el texto usa expresiones y giros lingüísticos inexistentes en el siglo IV. La Iglesia no dijo nada, simplemente corrió un tupido velo y dejó de mencionarlo. La teoría más extendida es que el documento se redactó en realidad hacia el año 750, cuando el papa Esteban II quiso –y consiguió, fundando los Estados Pontificios– justificar ante el rey franco Pipino El Breve que el papado era quien debía tener el poder sobre una serie de territorios en Italia.

Unos cien años después, en el siglo IX, del monasterio de Corbie, en Francia, empezaron a salir una serie de documentos, en teoría compilados por un tal Isidorus Mercator, obispo. Los documentos, decretales y cartas de los primeros papas recogían entre otras cosas la prohibición de acusar a obispos de delitos y requisitos para el proceso penal, que hacían imposible su condena si finalmente eran acusados.

Aunque hubo sospechas desde el principio, estas decretales, conocidas ahora como pseudoisidorianas, fueron muy influyentes durante varios siglos. A partir del XV las voces críticas se multiplicaron. Finalmente, en 1628, un predicador reformista suizo aportó la prueba de falsedad definitiva: los textos, en teoría escritos por los tres primeros papas, citaban una versión de las Escrituras que aún no existía durante sus vidas.

PRIVILEGIUM MAIUS O CÓMO PASAR DE DUQUE A ARCHIDUQUE

La relación de Rodolfo IV, duque de Austria y miembro de los Habsburgo, con su suegro Carlos IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de Bohemia, no era muy buena. Conforme Carlos IV hacía de Praga el centro político de Europa en el siglo XIV, su yerno se esforzaba por hacer lo mismo con Viena, pero partía de una situación de inferioridad. Carlos IV contaba con la gran ventaja de ser emperador. Además, había promulgado la Bula de Oro, un documento en el que describía la figura de siete príncipes electores que serían quienes escogiesen al siguiente emperador y había dejado a Austria –y, por lo tanto, a su yerno– sin voto.

Falsificar documentos en la Edad Media
Rodolfo IV

Para intentar ponerse al nivel de esos príncipes electores y aumentar así el poder político de Austria y los Habsburgo, Rodolfo IV encargó el Privilegium maius: cinco documentos falsificados –algunos, en teoría, emitidos por gente como Julio César y Nerón– que convertían a Austria en archiducado y le daban privilegios similares a los de los príncipes electores.

Falsificar documentos en la Edad Media
Rodolfo IV con su corona de archiduque. © KHM-Museumsverband
Falsificar documentos en la Edad Media
Corona de archiduque que utilizó Rodolfo IV. © KHM-Museumsverband

La falsificación no coló en su momento. Carlos IV, que no se fiaba un pelo de su yerno, encargó a varios expertos que examinaran el documento (uno de ellos, Petrarca) y se negó a confirmarlo al concluir que era falso. No obstante, Rodolfo IV se preocupó por aparecer en cuadros y demás representaciones siempre con los símbolos de archiduque para pasar así a la posteridad.

Falsificar documentos en la Edad Media
Carlos IV

Un siglo más tarde, su sobrino nieto Federico III de Habsburgo consiguió ser coronado emperador. Una de sus primeras acciones fue confirmar el Privilegium maius y convertir, de forma oficial, aunque basado en un documento falso, a Austria en un archiducado y a los Habsburgo en sus reyes (los poderes y privilegios que se fueron autootorgando eran los propios de la realeza). Fue así hasta que el Sacro Imperio Romano Germánico desapareció en 1806, cinco siglos después de la gran idea de Rodolfo IV, al que no es difícil imaginar riéndose desde su tumba.

Falsificar documentos en la Edad Media
Federico III

Las falsificaciones eran tan corrientes que, cuando a partir del Renacimiento se empezaron a descubrir y probar como tales, hubo quien se volvió un poco paranoico. Un caso extremo de esto fue el erudito francés Jean Hardouin, que a finales del siglo XVII y principios del XVIII publicó una serie de estudios en los que decía que, salvo algunas excepciones, todos los clásicos de la Antigüedad griega y romana habían sido escritos en realidad por monjes del siglo XIII. Es difícil culparlo. La afición falsificadora de la Iglesia y la gente poderosa de la Edad Media da para mucha teoría de la conspiración.

La entrada El arte de la falsificación o cómo las clases poderosas se fueron atribuyendo (más) privilegios en la Edad Media se publicó primero en Yorokobu.

David Sánchez: «Este cómic es ya… pufff… ha reventado la cosa»

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A David Sánchez le basta una portada para explicar a Dios. En poco más de un palmo de largo y poco menos de un palmo de ancho, el dibujante muestra la vida: el corazón que siente, el cerebro que trajina, y las matrices, las estrellas, lo infinito.

El resto de páginas de En otro lugar, un poco más tarde (Astiberri, 2019) introducen al lector en un viaje propio. Puede ocurrir que no entienda nada; lo que no ocurrirá jamás es que lo deje igual. Este cómic es una sacudida; una agitación para esa percepción que la razón no alcanza. Y David Sánchez le ha puesto música: el tecno que oía mientras aparecían estas páginas está en la playlist de Spotify que lleva el mismo título que el tebeo.

en otro lugar

En tu último libro hablas de orígenes. ¿Cuál es el origen de este cómic?

No trabajo con guion. Parto de pequeñas ideas en las que me inspiro y voy improvisando la historia. Hay cosas de las que quiero hablar: cosas muy abstractas. La manera en la que quiero hablar de ellas también es muy abstracta. Y por fin en este tebeo he aprendido a hablar de cosas abstractas de una manera abstracta.

No hay una intención de «cuento esto, para que el lector piense esto». Me voy dejando llevar. Lo único que sé es de qué quiero hablar. Es siempre lo mismo: de Dios… En este caso quería hablar también del principio de las cosas, de estas cosas para las que yo no tengo palabras. Y cuando no tienes palabras, para eso está el arte. Y como yo lo que hago son cómics, ahí que me tiro. Mi manera de trabajar es muy parecida a la de un pintor abstracto, pero lo que hago son cómics.

En otro lugar, un poco más tarde

¿Buscas que cada lector se pegue su propio viaje o eso surge sin que sea tu propósito?

Yo sé que lo que hago es así. No te estoy contando una cosa concreta. Sí hay una narración lineal y sencilla, pero deja por debajo mucho lugar a que tú interpretes y saques tu movida de ahí. Los maestros espirituales hacen eso: tienen una experiencia, ponen palabras a esa experiencia y la transmiten de una manera didáctica. Pero yo no soy un maestro espiritual; soy un dibujante. Si intento poner palabras a estas cosas, al final eres una especie de Gandalf, ¿no?

El título del cómic es impresionante: En otro lugar, un poco más tarde

Pues mira, te lo voy a contar. A mí, no hay cosa que más me guste que un título superbien puesto. Me encanta. Pero soy malísimo para eso. Yo nunca sé cómo va a acabar una historia. Voy tirando para adelante y cuando ya la tengo terminada, todavía no tengo título. Se lo enseñé a unas personas de confianza: Paco Alcázar, Manuel Bartual y Santiago García (son mis amigos desde hace tiempo y siempre compartimos lo que hacemos) y les encantó.

Yo tenía un título provisional; era el título de la carpeta donde estaba guardando todo: New Age. Pero no quería ponerle ese título y no tenía ninguna idea. Y cuando se lo enseñé a esta gente, Santiago García me propuso ese título. Me dijo: «¿Por qué no le pones En otro lugar, un poco más tarde? Es una de las pocas frases que aparecen dentro del libro». Y dije: «Claro, ya está. Adjudicado. Hay cuatro frases en el cómic y una de ellas le queda perfecta, pero yo no me había dado cuenta». Es un título que remite un poco a mi cómic anterior, Un millón de años, una movida que habla del tiempo.

En otro lugar, un poco más tarde

El cómic es pura psicodelia y un viajazo por distintos planos.

Claro. No me gusta hablar de esto, pero con este tebeo ya es inevitable. Es abiertamente psicodélico. Es mi fuente de inspiración; son mis experiencias psicodélicas. Todo me viene de ahí: de las cosas que recibo, las cosas de las que quiero hablar y la manera en la que quiero hablar, con toda esa pirotecnia que ves en estos viajes.

¿Te gusta Philip K. Dick?

Sí, claro. En el libro quería hablar de esa idea irrefutable de Philip K. Dick de que no sabemos qué es la realidad y podríamos estar insertados aquí, ahora mismo, con unos recuerdos implantados, y no habría manera de averiguar que eso no es así. Con que salgas una vez de Matrix, ya no puedes volver. Es lo que le pasa a uno de los personajes. Es el que menos interactúa en la historia porque lo que le pasa es que la salida de Matrix es tan bestia que ya se queda pillado.

¿Es una reflexión sobre la vida y la especie humana? ¿Es uno de los temas que te interesaba abordar?

Sí, pero es un mensaje muy abstracto. ¿Cómo hablas de la vida? No tengo un discurso muy intelectualizado o muy racionalizado de lo que quiero decir. Son estas cosas que te vienen cuando te metes ciertas sustancias. Estas ideas sobre Dios, el universo, que ya se te quedan. No es como cuando te lo dice un cura: «Te tienes que creer esto». No, has visto el diseño de todo. Lo has visto tú. Lo has entendido. Entonces ya te quedas como el personaje ese… ja, ja, ja… No hay vuelta atrás. No puedes hablar de otra cosa artísticamente. A mí me obsesiona. Es un todo muy grande: es Dios, es la vida, es todo a la vez. Y, para mí, la mejor manera de hablar de eso es hacer un cómic psicodélico. Igual que las plantas te hablan sin palabras y lo recibes y lo entiendes. Yo quiero transmitirlo igual: de una manera abstracta para no parecer un Gandalf.

Es un cómic que provoca más sensaciones que reflexiones. Después de leerlo, te quedas medio loco, medio revuelto. Necesitas un tiempo para que esas emociones vayan bajando y, en su poso, empieces a entender algo.

Lo que menos me interesa del cómic son las historias convencionales. Yo no soy escritor. Estoy aprendiendo a hacer cómics. El cómic es un medio en el que tú tienes que manejarlo todo: la composición, el diseño, el dibujo, la narrativa… Hay que ser bueno en muchas cosas. A mí no me interesan las historias con una trama. No sé hacer eso. Para mí, las historias son un pretexto para hacer otra cosa. Lo que me interesa está más allá de la trama. Me interesa transmitir las sensaciones que tengo en mis viajes o la especie de poesía que se crea entre la imagen y el texto. Yo qué sé. Por eso hago historias que no tienen trama. Son un avanzar de cosas que te llevan a un sitio. Me interesa mucho más la abstracción, las sensaciones, el viaje.

En otro lugar, un poco más tarde

Lo más habitual es que nos den las historias cerradas, pero en tus cómics el lector tiene que poner su parte. Todo está abierto. Obligas a la interpretación personal (o el desconcierto).

Claro. Esa es tu misión cuando cuentas una historia: contarla al lector, y contársela bien, y contárselo todo, y no dejar mucho trabajo para él. Pero a mí, cuando hago un cómic, lo que menos me interesa es contar una historia. Lo que tú has disfrutado de este tebeo es todo lo que hay por debajo, el lugar a donde te lleva.

En este cómic vuelven a aparecer calaveras. Dibujas muchas calaveras. ¿Es una obsesión?

Sí, es algo que me obsesiona. Siempre asociamos los esqueletos a la muerte, pero también son la vida. Es nuestra estructura; somos así por dentro. A mí, como dibujante, me obsesiona la anatomía. La calavera, para mí, no es solo el símbolo de la muerte. Es mucho más. No sé por qué. Tampoco me he parado a pensarlo.

No hace falta racionalizar las obsesiones. Solo hay que dejarlas salir.

Claro. Pero siempre que saco un tebeo me veo obligado a racionalizar un poco todo lo que he hecho de una manera contraria a lo racional.

No hace falta buscarle un sentido si no lo tenía cuando surgió. Si aparece a menudo, es porque, para ti, tiene un significado potente. 

Para cada persona tiene un significado. Una calavera es un símbolo poderosísimo; es un arquetipo. A mí me interesa hablar de esa manera porque los símbolos te dejan a ti la interpretación y porque es como me hablan a mí las movidas que me meto: con arquetipos, con imágenes, con símbolos.

¿Qué otras obsesiones dirías de ti? Y no hablo de obsesiones en el sentido de rayaduras. Para mí, son el motor de la genialidad.

Yo tengo carácter obsesivo. Mi obsesión principal es el dibujo. Es algo que no me ha abandonado nunca. No puedo parar de aprender, de interesarme, de avanzar. Y luego me obsesiona la idea de Dios, de la realidad, de qué cojones hacemos aquí, qué es esto. Para ti es normal estar viva, tener dos piernas, una mente… La mente nos capta y hace que las cosas sean lógicas. No te paras a pensar sobre ellas. Pero… es como si ciertas sustancias desactivaran esa parte del cerebro y ya nada es normal. Lo normal deja de ser normal y pasa a ser todo un milagro. Yo qué sé… Es que no me mola hablar de esto porque me veo como un Gandalf o un personaje de Dragon Ball.

Ja, ja, ja…

Por eso hago cómics abstractos. Lo que pasa es que luego me preguntáis…

Y te jodemos la vida. Pero está claro: no todo tiene que decirse en palabras. Ciertas vivencias no tienen que expresarse mediante el lenguaje.

Es que yo soy dibujante. Las palabras son el mejor método para comunicarnos y describir las cosas. Pero a mí me interesa más el arte y expresarme de una manera artística a través del dibujo. Quizá lo que choca un poco es que estamos acostumbrados a ver cosas abstractas en otros medios artísticos. En el cómic, no estamos muy acostumbrados a ver idas de olla. Lo normal es una historia con trama; o la novela gráfica, que ha estado muy de moda; la autobiografía y las historias muy personales…

Eso es lo que hacen que tus cómics sean tan «tus cómics», «los cómics de David Sánchez». La primera reacción es que te quedas flipado: ¿qué es esto? Luego empiezas a asimilar.

Y este es el más psicodélico. Es abiertamente psicodélico. Siempre hay ese punto en mis cómics, pero, claro, en este es ya… pufff… ya ha reventado la cosa. Y estoy viendo en las redes que algunos están flipando. Estoy supercontento.

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¿Te apetece poco morirte?

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Ahora se habla mucho de la inmortalidad. Sobre todo, los ricos. Se sienten tan a gusto en esta vida que no tienen el menor interés en pasar a la siguiente.

Pero parece ser que de momento tal objetivo seguirá siendo una quimera. Lo que sí resulta más fácil es la posibilidad de prolongar la esperanza de vida.

Si el tema te interesa porque tienes miedo a la oscuridad o porque no puedes soportar la idea de no enterarte de qué pasa en el mundo (en su autobiografía, Buñuel solo pedía que después de muerto le dejaran salir de su tumba para comprar el periódico), tal vez deberías seguir alguno de estos consejos:

  1. Vive junto al mar.

Los lugares donde la gente es más longeva son Cerdeña, Okinawa, Loma Linda, Nicoya e Icaria (conocidas por los expertos como «las zonas azules»). Casi todas son islas o, por lo menos, franjas costeras. Eso sí, ten cuidado con la subida del nivel del mar si piensas durar mucho.

  1. Cuidado con la carne.

Comer carne no ayuda a vivir más. En cambio, la otra, la del sexto mandamiento, sí. Al parecer, tener dos o tres orgasmos a la semana no solo prolonga la vida, sino que, obviamente, la hace más entretenida.

  1. Procura ser mujer.

De las 50 personas más longevas de la historia, 49 son mujeres y solo una es un hombre. No hace falta hacer muchos números para descubrir que lo del sexo débil es una falacia.

  1. Practica la verborrea.

Hablar mucho prolonga la vida (pero no escribir; por eso estos artículos son tan cortos). Nos lo cuenta el psiquiatra Luis Rojas Marcos en su libro Somos lo que hablamos. Y aquí, de nuevo, existe una discriminación de género: las mujeres pronuncian de media unas 15.000 palabras más al día, y esa es otra de las razones por las que duran más tiempo.

  1. Vende el sofá.

Estar de pie te ayudará a vivir más años. Eso hará que la longitud de los telómeros mejore y, de paso, la calidad de los cromosomas de las células rojas relacionadas con la longevidad.

  1. Be water my friend.

La capacidad de adaptación y de superar los golpes de la vida también ayudan a prolongarla. Es decir, la resiliencia, tan de moda en estos tiempos, resulta que funciona.

  1. Haz menos cosas.

Pero dedícales más tiempo. Eso te permitirá observar la realidad de una forma más profunda y serena, disminuyendo el nivel de estrés. Ya lo dicen en Marruecos: «Prisa mata, amigo».

  1. Amigos, hasta en el infierno.

Sobre todo, si quieres llegar allí más tarde. Tener amigos, socializar, también retrasa la entrada en el cementerio. No te quedes en casa, sal, conoce gente y pídeles el número del móvil para quedar otro día.

La lista podría continuar eternamente porque son muchas y muy variopintas las cosas que ayudan a prolongar la vida: ser bajito, cuidar los dientes, ser positivo, comer verduras y frutos secos, adoptar una mascota, tener autoestima, dormir lo necesario, adelgazar, reírse, correr, ser solidario, dejar de fumar, buscar objetivos realizables, enamorarse, retrasar la jubilación, sentirte útil, tomar café, tener hijos, hidratarse, evitar los hospitales…

Pero, en realidad, casi todas se resumen en una sola: disfrutar cada día. Eso es lo que de verdad te hará vivir más, aunque, de hecho, vivas menos.

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¿Sabes usar correctamente el pronombre relativo ‘quien’?

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Tenía ese porte al caminar de quien se sabe guapo. Paso firme pero lento, deleitándose en el movimiento sutil de sus pies y sus caderas. No era un contoneo, eso era demasiado femenino y él presumía de masculinidad. Pero sabía que ese ritmo tan peculiar en su manera de pasear atraía las miradas del público que más le interesaba: el femenino.

Si se cruzaba con alguna hembra y la notaba distraída, un leve sonido, como un maullido, en el momento justo conseguía atraer la atención de ella. Porque hasta la voz estaba acorde con la belleza exterior que tanto le hacía presumir. Su aptitud no pasaba desapercibida para el resto de machos del lugar. Le rehuían, le rechazaban, no querían estar cerca de donde él pisara.

Cualquier rival quedaba chico ante tanto atractivo. Imposible competir con ese porte felino que hacía ronronear de gusto a sus gatitas. Era el rey, el puto amo. Y lo sabía. Por eso eran para él las mejores tajadas y los mimos. Porque era el gato preferido de mamá, el rey de su Instagram y el dueño absoluto del corazón de aquella vieja a la que conocían en el barrio como la loca de los gatos.

Los gatetes son muy monos, sí, pero no conviene humanizarlos demasiado. Se les puede subir a la cabeza y no hay nada peor que un minino sobradito. ¿Y a qué viene hablar de gatos en un texto sobre lengua? Porque es un pie estupendo y monísimo para explicar cómo debemos usar el pronombre relativo quien.

Al lío y sin trapos calientes: ¿podemos decir que lo usamos correctamente en la frase: «Los gatos son quienes rasgaron las cortinas»? No. Quien se refiere solo a personas o a entes personificados, así que usarlo para hablar de animales (por muy animalista que seas y por mucho que creas que los bichos son mejores que las personas) no es aconsejable.

Tampoco valdría para «organizaciones, instituciones o entidades similares formadas por un grupo de personas», según nos recuerda el Instituto Cervantes en su libro Las 500 dudas más frecuentes del español. Por tanto, quedarás fatal si dices cosas como *«Esa es la empresa de quien depende mi sustento».

¿Qué hubiera sido entonces lo correcto? Cambiarlo por un que o por las formas complejas el cual, el que o sus formas en femenino y plural: «Los gatos son los que rasgaron las cortinas» o «Esa es la empresa de la que depende mi sustento».

Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que estamos en otoño, que da igual para lo que nos ocupa, pero que sirve para dar una nota de color al texto, vayan algunas cosillas más sobre el uso del relativo quien.

No lo utilices para introducir oraciones especificativas, o sea, con antecedente: *«El médico quien te podría atender en consulta ya se ha marchado». Quedarás fatal y te hará perder puntos en tu carnet de buen hablante. Mejor «El médico que te podría atender…» o «Quien te podría atender…»

Pero lo harás perfectísimamente si ese quien va precedido de preposición: «El médico a quien consultamos sobre tu fimosis ya se ha jubilado». Y un último apunte: recuerda que quien, ya sea relativo o interrogativo, tiene plural (quienes, quiénes), así que te conviene hacerlo concordar con su antecedente. Nada de *«Todos los hombres con quien habló eran sus admiradores» y más «… con quienes habló…».

Ale, ya puedes seguir contemplando gatetes.

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Otto Von Busch: «Tratamos a la moda como si fuera comida rápida, como si fuera mierda»

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Lleva las uñas pintadas, pesados abalorios cuelgan de su cuello y se enfunda camisetas remendadas en ángulos imposibles. Cuando uno ve a Otto Von Busch, lo primero que piensa es que va hecho un cuadro. Pero después de una animada charla con este teórico de la moda, la percepción cambia radicalmente y uno tiende a juzgar con más dureza la propia vestimenta y con más benevolencia la suya. A fin de cuentas, Von Busch lleva más de una década analizando cómo nos vestimos, estudiando la moda desde perspectivas innovadoras como la subcultura queer, el budismo o la cultura hacker.

De todas estas experiencias ha sacado teorías interesantes. Aboga por una moda más inclusiva y bidireccional y entiende la máquina de coser como una herramienta de liberación. Dice que no hay que convertir la industria textil en sostenible sino cambiarla de raíz, y asegura que los ricos nos están ganando el relato al hacernos creer que el problema es el consumismo de las clases medias y no la sobreproducción de las grandes empresas. Tiene unas ideas refrescantes y una elocuente manera de exponerlas.

Otto Von Busch siempre ha estado vinculado al mundo de la moda, primero como activista, después como diseñador, y en los últimos años como profesor de la prestigiosa escuela de arte y diseño Parsons, de Nueva York. Le llamamos por Skype un viernes por la mañana, cuando, entre clase y clase, tiene un hueco para dejar de lado su máquina de coser y encender su ordenador.

Sé que esta pregunta suena extrañamente sexy, sobre todo para hacerla por videollamada, pero dime, ¿qué llevas puesto?

Ja, ja, ja. Pantalones cortos y una camiseta, aunque ambos están customizados. Si te soy sincero antes lo hacía mucho más, cambiar mi ropa y adaptarla; pero ahora, entre los niños y el trabajo, es más difícil. Creo que es divertido jugar con la ropa. Como sabes, soy profesor en Parsons; sería una pena si me presentara en una escuela de moda con una sudadera y unos vaqueros cada día.

Y antes de ser profesor, ¿cómo y cuándo empezaste a customizarte la ropa?

Creo que con veintipocos. Me llevó tiempo reunir la seguridad y la autoestima para hacerlo. La moda me gustaba ya de antes, en mi adolescencia, pero no tenía dinero para permitírmelo, así que no estaba en mi radar realmente. Después empecé a ganar dinero, tomé algunas clases y gané confianza. Es un equilibrio complicado, necesitas seguridad para empezar a jugar con la moda. Tuve suerte porque al final, no sé de dónde, pero la saqué.

¿Crees que mucha gente llega a ese punto? ¿A tener esa confianza para empezar a jugar con la moda?

No y es curioso. Tenemos que empezar a preguntarnos, ¿qué pasa con la moda cuando nos hacemos mayores? Quiero decir, cuando somos niños nos encanta jugar con la ropa, nos disfrazamos de superhéroes, de detectives, de brujas… Incluímos la ropa en nuestros juegos. Después empezamos el colegio y algo pasa durante esos años que acabamos todos con una camiseta y unos vaqueros. Somos muy pocos los que nos salimos de eso. Ayuda quizá el que te muevas en ciertos ambientes, en la subcultura queer, el mundo del arte o el de la moda.

Otto Von Busch
Vital Vogues, (work by Otto Von Busch, photo by Ari Elefterin)

Como es tu caso. Antes hablabas de tus hijos, imagino que están en edad escolar. ¿Cómo se toman ellos que su padre tenga una estética tan peculiar?

(Risas) Bueno, resuelves muchas situaciones explicando que trabajas en el mundo de la moda. De hecho les he escuchado diciéndoselo a sus amigos, «Sí, es profe de moda, a veces se viste un poco raro». Pero es curioso porque… lo cierto es que sí que pienso cómo me voy a vestir cuando voy a recoger a mis hijos al colegio y me rebajo un poco. ¿Sabes? No quiero que se metan con ellos por cómo viste su padre. El colegio es un época delicada, no quieres que te avergüencen tus padres.

Bueno, lo cierto es que siempre lo hacen. En el colegio te suele avergonzar casi todo, especialmente en lo relativo a la moda.

Cierto. Hay algo en el colegio, en la experiencia social, que nos hace tener miedo a equivocarnos con nuestro look. Quizá sean los niños crueles que se meten contigo por no llevar la marca adecuada o simplemente que te haces mayor y cambias. El caso es que me llama la atención: en otros aspectos de la vida valoramos la espontaneidad, la libertad, pensar por uno mismo… Pero en la moda nuestras decisiones acaban tomándose por el miedo, la ansiedad y la vergüenza. Y creo que esto es algo fascinante.

Hay algo en este miedo que nos hace mirar a unos líderes, necesitamos a alguien que nos diga qué llevar. ¿Qué dice Anna Wintour?, ¿qué dicen las revistas?, ¿qué se ponen los famosos? Nos gusta vernos como independientes y valientes, pero lo cierto es que siempre estamos mirando alrededor para ver cómo encajar.

Tampoco tenemos muchas alternativas. La gente en su casa tiene libros de recetas o sartenes, pero raramente tiene libros de patronaje y máquinas de coser. ¿Por qué la moda se ha convertido en un monólogo y no en un diálogo?

Bueno, puedes achacarlo al consumismo. Pones el ejemplo de la cocina: ahora mismo cada vez hay más congelados, más comida basura y ultraprocesados listos para comer. Sucede en todos los campos, pero quizá el de la moda sea el más extremo. Tiene una producción tan intensiva y la globalización ha reducido los precios tanto que ahora es más barato comprar ropa que crearla tú.

Antes los pobres iban con ropa hecha en casa, ahora es lo contrario. Si ves niños con ropa hecha a mano significa que sus padres tienen tiempo para hacerlo, así que ya no es una cuestión de clase. Creo que tenemos que reclamar la máquina de coser como un elemento de liberación, dar la posibilidad a la gente de que haga cosas, no solo de que las compre. Me gustaría pensar que es algo que podría pasar en las propias tiendas, donde se puedan vender partes separadas y remiendos de ropa. Quiero decir, esto no debería ser una cosa contracultural o de cuatro jipis que se van a vivir al campo, debería ser algo integrado en la sociedad.

Creo que tenemos que reclamar la máquina de coser como un elemento de liberación, dar la posibilidad a la gente de que haga cosas, no solo de que las compre

¿Qué otras cosas cambiarías en la industria de la moda? ¿Cómo ves este sector, a qué problemas se enfrenta y cómo los está encarando?

Mal. Se habla mucho últimamente de la sostenibilidad y a mí me gustaría que alguien me dijera qué es, exactamente, lo que queremos sostener. El discurso imperante hoy en día es que la moda está bien como está, pero que nos gustaría quizá reducir el impacto ambiental que tiene, tapar un par de heridas aquí y allá para que las cosas sigan exactamente como están. Y creo que antes de hacer esto tenemos que empezar a cuestionarnos todo el sistema. ¿Es esta la mejor industria de moda que podemos imaginar? La gente tiene una relación tóxica con la moda, consume por los motivos equivocados. Es como «mañana tengo una cita, voy a comprarme algo, o estoy deprimido así que me voy a comprar un jersey barato para sentirme ligeramente mejor, o a comprar algo online de lo que ni siquiera me acordaré mañana».

Tratamos a la moda como si fuera comida rápida, como si fuera mierda. Y ha llegado un punto en el que los consumidores necesitan ese subidón de azúcar en sus venas. Como diseñadores tenemos que cambiar esto, tenemos que implicar al consumidor, enriquecer su experiencia. No se trata de convertir en sostenible nuestra relación tóxica con la ropa sino de cambiarla.

Entonces, ¿el gran problema de la industria de la moda es cómo consumimos?

No exactamente. Verás, el problema es también cómo lo enfocamos. Culpamos a la gente con pocos recursos, a la gente que compra en Zara o en H&M, de perpetuar las horribles condiciones de trabajo en países subdesarrollados. Y al mismo tiempo admiramos a la gente que se puede comprar un Chanel o un Vuitton. Idolatramos a la estrellas de cine y a las modelos que nos enseñan sus enormes armarios llenos de ropa cara; son aspiracionales, todo el mundo quiere ser como ellos. Y esto es hipocresía de rico: no puedes culpar a la gente que está imitando ese comportamiento.

Otto Von Busch
Ravenous Djinn by Otto Von Busch (2016) Mixed media, 31×28 cm

Culpar a la gente por sus hábitos de compras y decirles cómo deberían consumir es no darse cuenta de que para muchas personas la ropa es el vehículo para implicarse en la sociedad, para entrar en ese club, ver a sus amigos o conseguir ese trabajo. La moda va sobre disfrazarse, sobre ser alguien que aún no eres pero que puedes ser, y sobre mostrar quién quieres ser en un entorno social.

El problema, pues, no es tanto cómo consumimos sino cómo producimos. Culpamos a los clientes, decimos que el problema es el sobreconsumo, pero seguimos produciendo más y más y más. Es un juego de culpas y los consumidores lo están perdiendo. Pero no es cuestión de echarse la pelota sino de buscar soluciones entre productores, políticos y sociedad.

Muy bonito, pero ¿no es un planteamiento un poco naif? Estás hablando de cambiar algo que genera mucho dinero, ¿es factible que se produzcan estos cambios?

Ja, ja, ja. ¡Claro que no! Pero igualmente tenemos que cambiarlo, tenemos que intentarlo. Yo, por ejemplo, les enseño a mis alumnos que hay otras formas de ser diseñador, no la única que tienen en mente. El activismo es importante, hay un montón de campañas intentando conseguir más transparencia o más responsabilidad.

Tratamos a la moda como si fuera comida rápida, como si fuera mierda. Y ha llegado un punto en el que los consumidores necesitan ese subidón de azúcar en sus venas

Deberíamos tener una agenda más clara y añadir presión, desde fuera de la industria y desde dentro. No podemos solucionar los problemas de la industria con una colección de bambú, necesitamos herramientas más potentes y una visión más global.

¿Cómo valoras las colecciones cápsula de H&M con diseñadores como Alexander Wang o Moschino? ¿Crees que estos gestos ayudan a democratizar la alta costura?

Se está hablando mucho sobre el tema porque hay quien asegura que la industria de la moda se está democratizando, pero yo no lo creo. Simplemente porque la gente pueda abrirse un blog, convertirse en influencer o comprar ropa barata de grandes diseñadores dicen que el sistema se ha vuelto democrático. Y obviamente no es así. En democracia, para empezar, todos los votos son iguales, cosa que no sucede en la moda, donde la gente rica tiene más voz y voto. Aquí no hay elecciones, aquí no hay escrutinio.

La prensa generalista analiza y critica a los políticos; las revistas de moda rara vez lo hacen con los diseñadores. Claro, que estas revistas viven de sus anuncios y es muy difícil criticar las prácticas que te están dando de comer. No son nada críticos, es más bien la propaganda del sistema actual.

Otto Von Busch

La transparencia es necesaria, pero ¿crees que serviría para cambiar algo?

Ya, es algo que deberíamos discutir porque creo que todos nosotros sabemos qué es lo que está mal. Sabemos cómo son las condiciones de trabajo de las fábricas de H&M y similares, sabemos que nuestros iPhones están hechos con minerales de sangre en África, pero la recompensa social de tener estos bienes nos puede, la sociedad nos empuja a ello, pero es nuestra responsabilidad. Es como: necesito un teléfono para hacer mi trabajo diario, prácticamente tengo que mancharme las manos para gestionar mi vida diaria y sucede lo mismo con la industria de la moda. Hay una enorme presión que nos lleva al consumismo.

Todos estos problemas, ¿han cambiado a mejor o peor en los últimos años? ¿Qué podemos esperar del futuro?

La mayoría de las cuestiones que estamos hablando ahora llevan discutiéndose desde hace más de 30 años. Todo, desde los materiales ecológicos hasta las condiciones de los trabajadores y todo lo demás. Y muy poco ha mejorado en estos 30 o 40 años. De hecho la industria ha crecido tanto que lo poco que se ha hecho ha sido tragado, arrollado por este enorme crecimiento en la producción.

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‘On rau la realitat?’, cuando el arte imita a la vida

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Las ilustraciones de Núria Marquès son sencillas y limpias. Representan a un personaje recurrente, tienen una estética de dibujos animados y un acabado preciosista. Su estética tiene algo de onírico, pero los temas de los que habla son bien reales: las presiones sociales, el miedo y la represión. Su obra, así, remite a la fantasía en su estética, pero bebe directamente de la realidad en su ética.

«Tal vez no todos imaginamos nuestros miedos con esa sencillez, pero pocos pueden expresarlos de forma tan diáfana, sin crueldad», reflexiona Biel Amer, comisario (junto a Soad Houman y Catalina Joy) de la exposición On rau la realitat?.

La obra de esta artista barcelonesa puede disfrutarse en la nueva muestra de Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma. On rau la realitat? es una nueva lectura a los fondos de la colección del museo y reflexiona sobre la figuración realista como proceso creativo. Sobre cómo la realidad puede ser la mejor fuente de inspiración.

‘Ghost Rider’, de Nicholas Woods

Es Baluard se ha convertido en poco tiempo en un referente en la escena artística contemporánea española. Tiene una cuidada selección de exposiciones, pero destaca también por saber reinterpretar su colección permanente en torno a nuevas miradas, distintos enfoques.

«Unimos las piezas de lo que parece un puzle y las dejamos que dialoguen entre ellas», comenta Amer sobre este proceso de reinterpretación. «Algunas se atraen, otras se repelen. Por eso no partimos de una idea preconcebida, aunque sí de unos parámetros que conducen a la selección de artistas».

En esta selección destacan nombres como Irene de Andrés, Joan Bennassar Cerdà, Cati Cànoves, Diana Coca o Daniel Loves The Sodomites. Juntos componen un mosaico de 19 obras realizadas en distintos soportes (aunque predomina la pintura) que hablan del individuo, la perspectiva de género, el sistema del arte, el entorno urbano y los conflictos surgidos durante el nuevo milenio. Que hablan de la realidad.

‘El viatge de Leah’, de Cati Cànoves

El arte muchas veces se abstrae de lo que le rodea para elevarse a temas menos terrenales. Para pasear por mundos abstractos y realidades lejanas. Pero es cuando baja a tierra y representa nuestro día a día cuando tiene más capacidad de conexión con el público.

On rau la realitat? refleja la escena artística contemporánea, especialmente la vinculada a las Baleares. Pero también refleja el tiempo en el que ha sido creada. Hay obras que hablan del cuerpo, de la identidad o el género (Daniel Loves de Lesbians, Nuria Marqués, Diana Coca, Marta Pujadas, Olimpia Velasco); algunas reflexionan sobre la banalización del turismo como fenómeno de masas (Joan Bennassar Cerdà); otras, como la instalación de Joan Morey, reflejan con el lenguaje del arte un tema tan duro y real como la pandemia del virus VIH.

La exposición da buena cuenta del estado del arte contemporáneo balear. Pero, sobre todo, refleja la realidad en la que estas obras han sido creadas. Dicen que puede ser la mejor de las musas. En ese caso no está de más apuntar que la creatividad que la realidad genera puede tener un poder transformador sobre nuestras vidas.

‘Pulsión nómada’, de Olimpia Velasco

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Memes, ‘clickbait’ y moda: no te vas a creer cómo se fabrican los vestidos virales

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Si uno lee los artículos escritos sobre la última semana de la moda de París, podría pensar que hubo muchos triunfadores. Si, en cambio, decide echar un vistazo al ruido en las redes sociales, parece claro que solo hubo uno. La colección de alta costura de Viktor & Rolf apostaba por los vestidos virales, abullonados, el tul y los volantes. Las modelos, pomposas como princesas, marchaban por la pasarela a paso firme. Sin embargo, un pequeño gran detalle impreso en Helvética no acababa de cuadrar en la escena.

Sobre los ampulosos vestidos se podían leer frases irónicas, en una técnica que es bastante común en las camisetas juveniles low cost, pero inédita en la alta costura. Los usuarios de las redes sociales empezaron a usar fotos de los vestidos en tono humorístico, para expresar su estado de ánimo. «I am not shy, I just don’t like you», «Sorry I am late, I didn’t want to come» o un simple «No» servían para explicar cómo había ido el fin de semana en Twitter o para contestar al grupo de amigos por qué llegabas tarde en un contundente Whatsapp. Así, la colección acabó desbordando la cobertura en las revistas de moda para acabar en Know your meme, la enciclopedia virtual de los memes de internet.

Podría pensarse que convertir una colección de alta costura en un chiste virtual es algo negativo, pero no hay que llevarse a engaño. El movimiento de Viktor & Rolf estaba estudiado, no era el primero que jugaba a convertir sus piezas en memes ni sería el último. Las marcas de alta costura están empezando a imitar el lenguaje de internet, se han quitado el traje del lujo y se han enfundado el de los vestidos virales. Y el cambio está sentando fenomenal a su cuenta de resultados.

En 2015 muchos se rieron del vestido que Rihanna llevó a la gala MET y empezaron a hacer montajes convirtiéndolo en una enorme tortilla francesa. La que más se rió fue Guo Pei, la diseñadora del vestido. Solo un año más tarde esta directora creativa de Beijing, hasta entonces una desconocida en Occidente, se convertía en la primera china en desfilar en la semana de la moda de París, tenía su propia exposición, su libro y su documental. Poca broma.

Este quizá sea el caso más paradigmático pero no el único. Las alfombras rojas y las pasarelas han cambiado mucho gracias a internet. Quizá el caso más paradigmático sea el del jungle dress que llevó Jennifer López a los Grammys en el 2000. El vestido se hizo viral antes de que existiera esa palabra. Los creadores de Google decidieron implementar un buscador de imágenes a su motor viendo la cantidad de búsquedas que género (y así nació Google imágenes). Casi 20 años después, la cantante lo ha vuelto a llevar para cerrar el desfile de Versace, pero esta vez consciente de su alcance viral y bien acompañado de hashtags que imitaban fenómenos de internet como el #10yearschallenge.

 

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So this just happened…🌿✨ @donatella_versace #jungledress @versace #stillgoingstrong #20yearanniversary #catwalk

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Las alfombras rojas y las pasarelas han cambiado con internet. «Lo de estar guapísima a la gente ya no le interesa. Ya no vale con colocarse un Dior de un millón de euros; ahora te tienes que construir un relato que funcione en redes y que tenga un mensaje detrás». Leticia García es ensayista,(coautora junto a Carlos Primo de El nuevo traje del emperador) periodista (en SModa) y profesora (en el Instituto Europeo de Diseño). 

«La moda nunca había traspasado la barrera del humor y creo que eso es fundamental», opina García. «Se están dando cuenta de que el humor es lo que los va a convertir en virales y no que el vestido sea muy bonito o que se lo ponga Zendaya».

Pero las risas no son el único efecto secundario que ha venido a darnos la moda viral. García menciona otra novedad que se da particularmente sobre las alfombras rojas. «Los vestidos se están convirtiendo en algo más activista y eso mola mucho», opina. «A ver, la historia es la siguiente: te está viendo medio planeta llegar al MET y tú te pones una chaqueta que reivindica a las transexuales negras o un vestido con una historia feminista detrás o un mensaje anti-Trump. Eso es algo poderoso y antes no pasaba».

Activismo y humor se cuelan en los diseños para hacer que estos se compartan en Internet. Valentino ha contratado a cómicas para hacer varios fashion films; la instagramer Celeste Barber, famosa por imitar con un cuerpo real las poses irreales de las modelos, está en la portada de Vogue Portugal y cuentas como Siduations o Freddimade, especializadas en modificar fotografías de moda con fines humorísticos, han pasado de reírse de las grandes marcas a trabajar para ellas.

«Se han convertido en la bisagra entre la gente que consume Instagram y las marcas tradicionales», opina García. «Es que eran cuentas muy nicho, para gente del mundo de la moda; y las marcas se dieron cuenta de que tienen una forma de enganchar, de conectar con la gente, que muchos departamentos de comunicación no tenían».

 

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She’ll be there for you 👧🏻 #balenciaga #siduations

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Pero tienen que ponerse las pilas porque llegan tarde. García explica cómo al albor de las redes sociales se ha ido creando un ecosistema autóctono, con sus propios códigos y lenguajes, sin hacer ruido más allá del virtual: «Si ves la prensa tradicional, crees que las marcas de toda la vida son las que lo están petando, pero luego ves listados de búsquedas en Google o de compras y hay un montón de marcas que son nativas digitales, marcas que quienes son algo más mayores ni siquiera conocen».
El vestido viral que quizá no lo sea tanto

La alta costura se ha apuntado al meme como forma de conectar con el público milenial y la Generación Z, pero esta tendencia no es aplicable a las marcas low cost. Quizá se deba a que aquí no se intenta conectar con la gente joven; ya los tienen por sus precios, así que los memes y el humor no son tan necesarios.

Pero esto no significa que estas marcas vivan ajenas a la importancia de internet, más bien al contrario. Desde que aquel vestido azul y negro (¿o era blanco y dorado?) demostrara el poder de la Red, también en estos menesteres, todas las marcas intentan viralizar sus productos.

La chaqueta amarilla de Zara, el abrigo de pelo de Lidl o este verano, el vestido vaporoso de Amazon (que hasta tenía su propio hashtag, el #AmazonNightGown) son los ejemplos más evidentes. Prendas que empiezan a viralizarse por las redes sociales, de ahí dan el salto a las webs de moda y su eco empieza a rebotar de un lado a otro.

Pero en esta receta para conseguir vestidos virales entran ingredientes capaces de adulterar el resultado final. Por un lado las marcas saben bien qué influencers deben lucir una prenda para convertirla en viral; por otro, la constante renovación de stock en este tipo de marcas da la sensación al usuario de que necesita comprarse una prenda determinada en el más breve tiempo posible porque, si no, desaparecerá. Pero hay un tercer y último elemento y es el papel de la prensa especializada.

Tradicionalmente las revistas de moda han sido aspiracionales, destacando a las grandes marcas de alta costura por encima de las de bajo coste. Al fin y al cabo también eran las que pagaban la publicidad.

Pero, al saltar a la web, este equilibrio se ha roto y en muchas redacciones se han dado cuenta de que interesa más una noticia de cercanía que una de lujo. «Así son los nuevos vestidos virales de Zara » o «Consigue el look de Rihanna por menos de 100 euros» son noticias que generan más visitas que un clásico bazar con prendas a precios imposibles. Los clics muchas veces condicionan la información. Así, muchas veces se vende como viral algo que está en vías de serlo y la bola de nieve echa a andar.

Además, las revistas no están solas ya en este discurso y la gente quiere formar parte de una comunidad, englobarse bajo un hashtag, ser prescriptor. De esta forma, las prendas que antes solo eran populares hoy se convierten en virales.

Cambia el lenguaje pero se mantiene el mensaje. La moda es probablemente la vertiente del diseño más social que existe, solo puede lucirse si hay un público que la mira, un front row lleno, un potencial cliente que le da un like. La moda es social así que era cuestión de tiempo que paseara sus diseños por las redes sociales con un traje hecho a medida. Por eso los memes son tendencia en el mundo de la alta costura. Y está resultando ser una tendencia especialmente favorecedora.

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¿Son felices nuestras mascotas?

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Los científicos están comenzando a ser capaces de interpretar con exactitud las expresiones faciales de los animales y de entender lo que comunican.

Las expresiones faciales proyectan nuestras emociones internas al mundo exterior. Interpretar la cara de otras personas es algo natural y mecánico para la mayoría de nosotros. No hace falta que tu mejor amiga diga nada: con verle esas pequeñas arrugas alrededor de los ojos, las mejillas redondeadas y más elevadas y la comisura de los labios hacia arriba sabes que ha conseguido el ascenso que quería.

¿Qué pasaría si pudiéramos interpretar con la misma facilidad la cara de otros seres vivos? ¿Llegará el día en que podamos poner un teléfono inteligente frente a nuestro gato y saber cómo se siente?

Algunos investigadores están desarrollando sistemas de codificación que permiten interpretar de forma objetiva las expresiones faciales de animales, en lugar de deducir o suponer su significado. Un sistema de codificación describe con precisión cómo cambian los diferentes rasgos faciales cuando un animal siente una emoción concreta, como al entrecerrar los ojos o apretar la boca. Observando fotografías y anotando cuánto cambia cada uno de esos rasgos o “unidades de acción” podemos determinar con qué intensidad se siente una emoción.

Primera frontera: reconocimiento del dolor

Hasta ahora, solo se han desarrollado científicamente sistemas de codificación del dolor (escalas de gestos) para animales no primates. A pesar de su diferente anatomía, los ratones, las ratas, los conejos, los caballos y las ovejas (incluidos los corderos) ponen una cara de dolor similar: aprietan los ojos, se les abultan o aplanan los carrillos, cambian la posición de las orejas y tensan la boca.

Sentimientos de los animales
Se ha demostrado que los corderos son unos de los animales que hacen muecas cuando sienten dolor. (Mirjam Guesgen), Author provided
El impulso en el desarrollo de escalas de gestos proviene en gran medida de nuestro deseo y obligación ética de evaluar y mejorar el bienestar de los animales que se utilizan en laboratorios o para la alimentación.

Queremos conseguir una manera de averiguar con precisión y fiabilidad cómo se siente un animal con solo mirarlo, en lugar de tener que extraerle sangre para realizar pruebas o monitorizar su frecuencia cardíaca. Al conocer su estado emocional, podemos ayudarle a reducir su dolor, cansancio o miedo e, idealmente, fomentar su alegría.

Es probable que los animales, sobre todo los sociales, hayan desarrollado expresiones faciales por la misma razón que nosotros: para comunicarse entre ellos o, en el caso de los perros, con nosotros.

Especialmente para las presas, las sutiles señales que otros miembros de su grupo pueden percibir (pero no los depredadores) son útiles para su seguridad, por ejemplo. Una señal de comportamiento de dolor puede generar la ayuda o el consuelo de otros miembros del grupo, o bien servir de advertencia para no acercarse a la fuente del dolor.

Sentimientos de los animales
Una niña con su perro en la 10.ª Exhibición Anual Canina, el pasado mes de junio en Beirut. Es posible que podamos interpretar la cara de los perros con facilidad porque evolucionaron junto al ser humano durante más de 100.000 años. (AP Photo/Hassan Ammar)

Si podemos descifrar los gestos, en teoría también deberíamos poder comprender las expresiones faciales provocadas por otras emociones como la alegría o la tristeza. También es probable que queramos entender las expresiones faciales de los animales más cercanos a nuestros corazones: nuestras mascotas.

Una aplicación en el móvil para las emociones animales

Algún día, los dueños de mascotas, los ganaderos y los veterinarios podrían poner un teléfono inteligente delante de un perro, de una oveja o de un gato y hacer que una aplicación les diga qué emoción concreta está sintiendo el animal.

Sin embargo, conseguir un sistema de identificación de emociones automatizado requiere muchos pasos. El primero es definir las emociones de una manera comprobable y no específica por especie.

El segundo es recopilar datos descriptivos de referencia sobre la expresión emocional en un entorno controlado y experimental. Una forma de hacerlo podría ser hacer que los animales experimenten situaciones que provoquen una emoción concreta y ver cómo cambian los patrones cerebrales, la fisiología, el comportamiento y el rostro. Cualquier cambio debería ocurrir con la suficiente fiabilidad como para poder denominarlo “expresión facial”.

Sentimientos de los animales
Una aplicación para teléfonos inteligentes, desarrollada por la empresa japonesa Anicall, pretende mostrar los ‘sentimientos’ de un gato. Puede que algún día las aplicaciones traduzcan las expresiones animales a emociones. (AP Photo/Eugene Hoshiko)

Ya contamos con algunos indicios que podemos seguir: cuando los caballos están deprimidos cierran los ojos, incluso cuando no están durmiendo. Cuando las vacas tienen miedo aplanan y agachan las orejas sobre la cabeza y abren mucho los ojos. Cuando las ratas están contentas tienen las orejas más abiertas y hacia delante y de un color más rosado.

Después de recopilar estos datos, deberíamos convertir esa información científica en un sistema tecnológico automatizado. El sistema debería poder extraer de una imagen las unidades de acción facial claves y determinar en qué medida esos rasgos difieren de la expresión neutra de referencia.

El sistema también debería poder resolver las diferencias individuales en los rasgos faciales, así como las sutiles diferencias en la forma en que cada sujeto expresa una emoción. El proceso de extracción y cálculo de los rasgos se complica o falla cuando un rostro está mal iluminado, en ángulo o parcialmente cubierto.

Aunque estamos progresando en la identificación automatizada de la expresión facial humana, todavía nos queda mucho camino en lo referido a los animales. Un objetivo más realista a corto plazo sería entender mejor qué emociones expresan los animales no humanos y cómo lo hacen. Puede que las respuestas nos estén mirando directamente a la cara.


*La versión original de este artículo fue publicada siendo la autora investigadora postdoctoral en la Universidad de Alberta.The Conversation


Mirjam Guesgen*, Freelance Science Writer, University of Alberta

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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Charqui de sangrecita: así es cómo Perú reduce la anemia infantil con un remedio inca

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De cada diez niños peruanos, cuatro padecen anemia por déficit de hierro. Proporción que en regiones andinas como la de Puno es de siete de cada diez. El Ministerio de Salud llevaba años tratando de hacer frente al que es uno de los mayores problemas sanitarios del país. Pero sin los resultados esperados. Hasta que Acción contra el Hambre viró el enfoque del problema hacia un planteamiento antropológico.

La solución la encontraron en el charqui, una técnica de conservación de alimentos utilizada por los incas, basada en el secado al sol y la adición de sal. Y, en concreto, en uno de los platos más populares de la zona elaborado con esta técnica: el charqui de sangrecita.

«Consiste en secar la sangre de los animales que se cocinan y añadirla espolvoreada en sus platos», explica Antonio Vargas, responsable de nutrición de Acción contra el Hambre.

La plaga de anemia ferropénica entre la población infantil andina alentó a la organización a poner en marcha una investigación etnográfica. El objetivo, recuperar las técnicas de procesamiento de alimentos ricos en hierro que se utilizaron durante siglos en la zona. Como explica Vargas: «Los pueblos altoandinos han lidiado con la anemia y han desarrollado soluciones para combatirla».

Porque, si ya de por sí es difícil convivir con la falta de hierro a una altitud normal, no digamos en los Andes: «A más de 1.000 metros sobre el nivel del mar, los glóbulos rojos tienen más dificultad para captar oxígeno, agravando el problema nutricional».

REMEDIO NO APTO PARA VEGANOS

La colaboración de los mayores del lugar fue esencial en este proyecto. Tras varias entrevistas con ancianos de la comunidad, Acción contra el Hambre aprendió los pasos necesarios para la elaboración del charqui de sangrecita. A partir de ahí diseñaron varias recetas para menores de tres años y gestantes, y las difundieron en demostraciones culinarias entre las comunidades.

«Una buena nutrición no depende solo de los alimentos, sino también del conocimiento. Con este proyecto contribuimos a mejorar la disponibilidad y el consumo de hierro en la dieta infantil a partir de la identificación de técnicas locales apropiadas para su promoción y difusión, y tomando en cuenta el contexto agrícola, económico y cultural», explica el director técnico de Acción contra el Hambre, Amador Gómez.

MÁS CHARQUI, MÁS HIERRO

Con los proyectos de reducción de anemia implementados entre 2011 y 2015 en la Región Ayacucho se ha logrado atajar el problema entre la población infantil. En Iguaín, por ejemplo, el porcentaje de niños afectados pasó del 65% al 12%. Razón por la que la OMS otorgó al distrito el Premio Sasakawa el pasado mes de mayo.

El éxito del proyecto llevado a cabo por la ONG reside, en parte, en la buena aceptación del charqui entre la población andina. Algo que, a su vez, contrarresta el rechazo que estas comunidades suelen manifestar a los suplementos de hierro.

«Una de las razones que explica que estas poblaciones rurales no sean constantes en la toma de suplementos de hierro es la mala tolerancia a estos productos y su coste. En estudios realizados, se comprobó que incluso en los programas subvencionados o sostenidos por las diferentes administraciones su consumo mejoraba mientras duraba la distribución, pero tampoco se asegura su empleo entre la población al 100%», explica Vargas.

RECUPERANDO EL CHARQUI

Pese a lo bien que los niños suelen recibir los platos elaborados a partir de esta técnica ancestral, en los últimos años el charqui se había dejado de utilizar en muchos hogares. «Por varios motivos el consumo de la sangre se ha distanciado de los procesos de desarrollo social, quedando relegado a una práctica del pasado».

La recuperación del charqui de sangrecita es una de las mejores noticias posibles contra quienes tratan de combatir la anemia infantil en la región dada su demostrada eficacia: «El hierro que se administra con esta práctica es de tres a cinco veces mayor que la del hierro no hemínico. En individuos normales se absorbe entre el 15% y el 25%, y en individuos deficientes en hierro, entre 25% y 35%. Esto conlleva a que la población vea en no demasiado tiempo un resultado y lo integren dentro de sus prácticas familiares saludables».

LO BUENO DE ‘TIRAR’ DEL PASADO

En la actualidad la ONG trabaja en colaboración con la Pontificia Universidad Católica de Perú para optimizar el uso de la sangrecita y determinar la cuantificación de la dosis efectiva. A su vez, el Ministerio de Salud del país recoge algunas de estas medidas dentro de sus recomendaciones, valorando especialmente la sostenibilidad de la idea.

«En un futuro queremos seguir extendiendo la aplicación de este tipo de técnicas y productos tradicionales a localidades con un contexto sociocultural y geográfico similar, que se vean afectadas por el mismo problema, dada la alta aceptación y el bajo coste», explica Vargas.

El responsable de nutrición de Acción contra el Hambre considera que no solo es posible sino recomendable replicar el enfoque antropológico de este proyecto en otros lugares del planeta. «La sapiencia de la cultura popular no debe ser menospreciada, sino, por el contrario, estudiada y redescubierta. Este tipo de estudios permite identificar acciones que no solo tienen impacto, sino que además permiten ver la sostenibilidad y la no dependencia en su realización », concluye. 

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Maquillaje extremo: de cubrir imperfecciones a marear

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A Mimi Choi la naturaleza no le basta. Los ojos le gustan de cuatro en cuatro, de seis en seis; las bocas, de dos o en dos o a poder ser tres. La piel del rostro se le pone a veces como mondas de una patata recién pelada justo antes de desprenderse, como una jaula y hasta como una ola. No le bastaba la naturaleza como no le bastaba lo que su trabajo le daba: ser maestra, el colegio, quedaba muy lejos de los mundos de Salvador Dalí y de M. C. Escher, que es en los que a ella le habría gustado quedarse a vivir. 

Para combatir el aburrimiento, el encorsetamiento y también el estrés, empezó a pintarse las uñas. Pero no como se las habría pintado su madre, su abuela o sus amigas. Lo que Mimi hacía era un arte peculiar con las uñas como lienzo. Pero las uñas son pequeñas y cada vez se le iban quedando más pequeñas. Entonces, se dijo: «La cara». Se maquillaba tan bien que era la más reclamada entre las mujeres de su familia y entre sus amigas. Ya ninguna se maquillaba si podía llamar a Mimi para que lo hiciera con esas manos que ya nadie sabía en qué se habían convertido.

Maquillaje extremo
Mimi Choi

Dejó su trabajo en la escuela y empezó a estudiar maquillaje. Pero resultó que también era insuficiente, muy alejada de los mundos que ella imaginaba. Hasta la escuela de maquillaje le aburría porque lo que ella quería no era cubrir imperfecciones sino hacer que quien la mirase se mareara y sintiera miedo y a veces hambre. Ella, desde pequeña, se había sentido un poco artista. Así que se dijo que podría hacer del maquillaje un arte algún día. Borrar las fronteras entre ambos y también entre lo real y lo irreal.

Maquillaje extremo

Maquillaje extremo

Solo tendría que encontrar el cómo. Y el cómo estaba en ella misma, en su subconsciente. Sus ojos comenzaron a multiplicarse, su boca (o sus bocas) empezaron a desplazarse. Aquel que la veía quedaba hipnotizado, mareado o asustado, pero nunca indiferente. Y así fue como llegó a tener más de un millón de seguidores en Instagram, toda una legión de gente que ve cómo su cara está a punto de hacerse pedazos y, de pronto, sigue en su sitio. 

Maquillaje extremo

Pero Mimi Choi no está sola. Aunque considera que su trabajo no se parece al de otras artistas del maquillaje que arrasan en Instagram, como Hugry, Dain Yoon, Vanessa Davis o Yezamyn Douglas, entre otras. Toda ellas se han convertido en artífices de un mundo estrafalario, inquietante y colorido, a veces mórbido y tenebroso, que arrastra millones de seguidores en Instagram y que tiene, como elemento fundamental, el rostro como soporte de un maquillaje tan extremo que deja de ser maquillaje tal como lo entendemos para convertirse en arte. Y ocurre, claro, en una red que lo estaba pidiendo a gritos desde que se extendió el uso de filtros de tipo Snapchat. La de la imagen por excelencia y en la que casi nunca, casi nada, es lo que parece. 

Maquillaje extremo

Maquillaje extremo

Es el caso de Jezamyn Douglas, su maquillaje va más allá de la cara, cruzando los límites del bodypainting. Pero incluso cuando es en el busto donde se dibuja un paisaje, a menudo fantasioso y fluorescente, la cara y el pelo de la artista australiana se combinan y se convierten en una parte indispensable de la obra. Jezamyn, por si hay dudas, sube el proceso en vídeo a la red social, donde se puede ver cómo una persona se convierte en acantilado, en manantial o en helado. Para Jezamyn, el arte va por delante. «Es el medio por el que expreso mi creatividad y en el que experimento con distintas emociones y técnicas. Me encanta maquillarme como sea y me encanta cómo he encontrado una manera de combinar maquillaje y arte», cuenta a Yorokobu.

Maquillaje extremo

Maquillaje extremo

Maquillaje extremo

Esa manera la encontró hace solo dos años. Jezamyn apenas puede ver la línea que separa realidad y fantasía porque le parece «tan bonito crear un look que es tan realista a pesar de que una pintura en 2D parezca en 3D». A ella la edición fotográfica no le interesa demasiado y solo utiliza Instagram como una plataforma para mostrar su trabajo. El mundo, la realidad, es lo que inspira los mundos fantasiosos que luego plasma en su cara y busto. «La inspiración me llega de todo lo que me rodea; intento estar a la última, uso mucho Pinterest y miro fotos en Google porque me ayuda a conseguir que una ilusión parezca mucho más realista», añade. 

Maquillaje extremo

Maquillaje extremo

Al igual que ella, Mimi Choi trata de evocar emociones y sentimientos. Ese es para ella su verdadero triunfo: «Si se sienten mareados o asustados, lo cuento como un logro. Muchos de mis looks mórbidos están inspirados por mi parálisis del sueño, en la que mi mente está consciente pero mi cuerpo no responde justo antes de que me despierte», cuenta a Yorokobu. Ese momento, nunca demasiado largo ni demasiado breve, hace a Mimi tener «visiones aterradoras» de las que ha encontrado la manera de librarse: «Me he dado cuenta de que cuando las pinto nunca más vuelvo a tener esa misma alucinación». 

Maquillaje extremo

Maquillaje extremo

Maquillaje extremo

A Mimi a veces la cara se le derrite como un helado y otras veces se le vuelve hamburguesa, con su queso fundido y todo. A veces, se le parte y se le multiplica la cara. Todo vale. El rostro, si una se lo propone, puede ser también una pizza. Más allá de si tiene hambre Mimi cuando se maquilla, lo que siempre sucede es la inquietud que deja la parálisis del sueño que sufre casi a diario. Esa angustia que vive por un momento es, junto con Dalí y Escher, su auténtica inspiración. 

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Fuego y gasolina para salvar el ecosistema

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Si uno se pone negativo, ha de hacerlo bien, de plusmarca, como si fuera a ganar la Champions. Así que vamos a hacer un piensodrómo de sustracción, a la contra, por eliminación.

[Nota para despistados: Este contenido es una columna llamada El Piensódromo. La enviamos los viernes por email e incluye algún tipo de reflexión acerca del ecosistema que nos rodea y algunas recomendaciones culturales y lecturas adicionales. Si quieres recibirlo directamente en tu correo electrónico, puedes darte del alta en el formulario que hay aquí.]

Este piensódromo no habla de Greta Thunberg y de sus discursos contra el establishment mientras el establishment aplaude en primera fila del auditorio con esa actitud de «sin problema, los chungos de los que habla son los otros».

Tampoco de que, haya quien haya en la primera fila del auditorio de Greta Thunberg, ella lleva razón en su mensaje de alerta ante un poluto futuro.

El Piensódromo de hoy tampoco va de decirte que sí, que está muy bien que tú dejes de usar pajitas de plástico y que eches las latas de cerveza al contenedor amarillo, pero que si las 200 empresas más contaminantes del mundo se ponen serias, el problema con el ecosistema se resuelve en 5 años.

De lo que vamos a hablar es de si hay que pegarle fuego a todo, hombre ya. Esta columna de hoy sí va un poco de lo indigno que es poner a caldo a unos activistas que cortan el tráfico en un calle cuando están haciendo lo que ni tú ni yo estamos haciendo: pelarse el culo en la calzada para que alguien haga algo para evitar un desastre medioambiental más acusado del que ya se cierne sobre nuestro futuro.

Así, sin hacer amigos, plantea el debate en su columna de opinión en The Guardian George Monbiot. Monbiot es escritor, activista y especialista, antes en la BBC y ahora en The Guardian, en contar cosas de los animalicos, la naturaleza y todo eso.

Debe andar un poco hasta el moño porque su pregunta es directamente si solo una rebelión puede evitar un apocalipsis ecológico. Mombiot está harto de que unos miren hacia otro lado; harto de que otros se quejen de los que no miran a un lado con excusas tan chabacanas como «mira a los chavalinos que protestan, todos con su iPhone»; harto de los carnets de pureza de los que tan fans somos en esta España mía, esta España nuestra.

El periodista lamenta que la clase política haya sido incapaz de poner coto al deterioro del ecosistema y que los votantes que les pusieron ahí crean que «votar es la única acción política requerida para cambiar un sistema».

De hecho, lo que Monbiot asegura es que el voto, sin gasolina, es inútil para el propósito que nos tiene ocupados esta soleada mañana de viernes. «A menos que esté acompañado por el poder concentrado de la protesta –articulando demandas precisas y creando un espacio en el que puedan crecer las nuevas facciones políticas–, la votación, aunque esencial, sigue siendo un instrumento contundente y débil». Idos a la mierda con vuestros votos y vuestra indolencia en cuanto a movilizaciones activas en defensa del ecosistema, viene a decir.

El británico comenta también que el punto de no retorno no lo es en todo y para todo. «Como señala el autor Jeremy Lent en un ensayo reciente, es casi seguro que es demasiado tarde para salvar algunas de las grandes maravillas vivientes del mundo, como los arrecifes de coral y las mariposas monarcas. También podría ser demasiado tarde para evitar que muchas de las personas más vulnerables del mundo pierdan sus hogares. Pero, argumenta, con cada incremento del calentamiento global, con cada aumento en el consumo de recursos materiales, tendremos que aceptar pérdidas aún mayores, muchas de las cuales aún pueden evitarse mediante una transformación radical». ¿Estamos perdidos? Sí. ¿Estamos totalmente perdidos? Vamos camino de ello, pero aún no.

La alerta propugnada por Monbiot llama a un principio de equidad en el disfrute del ecosistema. Todas las generaciones. En todos los sitios. Y la única solución que ve para ello es una movilización rupturista. Cita a Erica Chenowet para cuantificar la cantidad de personas que se han de movilizar para que un alzamiento pacífico tenga éxito y cambie algo. «Los humanos somos mamíferos ultrasociales […]. Una vez que percibimos que el statu quo ha cambiado, pasamos repentinamente del apoyo a un estado a ser apoyo a otro». Vamos, que también somos unos borregos que cambian de opinión con la masa. «Cuando un 3,5% comprometido y vociferante se une para apoyar una demanda de un nuevo sistema, la avalancha social que le sigue se vuelve irresistible».

Extinction Rebellion son esas personas a las que percibes como hippies excéntricos que se lanzaron esta semana a montarte un atasco cuando ibas en tu coche diésel de 2009 de camino al trabajo. «Hoy, Extinction Rebellion sale a las calles de todo el mundo en defensa de nuestros sistemas de soporte vital», señala George Monbiot. «A través de una acción atrevida, disruptiva y no violenta, obligan a la irrupción de nuestra situación ambiental en la agenda política».

La clave de que la solución a este problema del ecosistema se convierta en el objetivo número 1 de nuestra sociedad depende de que lleguemos a ese número suficiente de ciudadanos rebeldes que mande al carajo las excusas para reclamar un futuro.

Esa es la situación. ¿Seguimos enviando a una teenager con síndrome de Asperger a que nos haga el trabajo sucio o vamos de una vez a la ferretería a por las cadenas para engancharnos a ciertas puertas y determinados puentes?

La entrada Fuego y gasolina para salvar el ecosistema se publicó primero en Yorokobu.

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