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Cómo NO escribir un relato de terror

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El relato de terror y los blogs casan mal. Un relato de humor, un chiste, puede tener una o dos líneas, pero un relato de terror necesita preparación y tono para inquietar al lector cuando haya dejado de leer.

BANDEJA DE ENTRADA

de: Sandra S.
para: Javier Meléndez
fecha:
asunto: Mi blog de relatos de terror

¡Hola, Javier, soy S.!

¿Cómo estás? Yo aquí en (…) no paro de pensar en (…) En fin.

No sé si sabes que tengo un blog de relatos de terror y me gustaría saber si alguno podría adaptarse a guión.

BANDEJA DE SALIDA

de: Javier Meléndez
para: Sandra S.
fecha:
asunto: Re:Mis relatos de terror

“Hola, Sandra,

Leí algunos de tus relatos. Quizá el de (…) podría adaptarse a guión, pero necesitaría más trabajo. Si me lo permites, quiero hacerte algunas sugerencias sobre tus relatos…

El terror no se lleva bien con los blogs

Habrás leído que en un blog es preferible una entrada corta a una larga, y que debes usar imágenes para “animar” al lector. Esto no vale para un relato de terror. Si el texto es breve no tienes tiempo para crear desasosiego, y las imágenes son como los anuncios: rompen el puntito.

El terror se asienta en lo cotidiano

Para asustar con pocas palabras tienes que decir en el Telediario “sube la factura de la luz” o “Bruselas obliga a España a rebajar los sueldos”. Esto asusta a la mayoría de nosotros porque hay un contexto, una realidad. Los chistes son breves porque se ríen de cosas que conocemos, pero si escribes sobre una muñeca antigua asesina necesitas meter al lector en el mundo de los protagonistas/víctimas.

Cuando llega el monstruo, no es el monstruo el que te asusta, sino que sufra el personaje que te gusta.

¿Has visto lo gordos que son los libros de Stephen King? Antes de que el monstruo aparezca, King ha descrito un pueblo y ha presentado a personajes con los que podemos identificarnos. Cuando llega el monstruo, no es el monstruo el que te asusta, sino que sufra el personaje que te gusta.

No necesitas escribir mil páginas, pero un microcuento no es terror, ni siquiera trescientas palabras.

Escribe sin pensar en lo corto o lo largo del relato. Sólo tienes que llevarnos de la tranquilidad a la inquietud. 

Empieza las historia por un lugar. Luego por un personaje o una pareja o una familia. Gente normal que hace cosas normales. O al revés, empieza por los personajes. Pero no empieces por el monstruo.

No entrar a saco

No es bueno entrar a saco en el terror como haces: “Alicia no creía en fantasmas, pero aquella noche…” ni “cuando su esposa murió, todo perdió sentido para él, hasta que…” ni “Mamá, mamá, he visto una sombra en el lago”.

No hay que comenzar dando pistas sobre lo que tiene que asustarnos.

Mejor comienza con Alicia comiendo un helado en la calle, convierte la sombra del lago en una sombra en el cuarto de baño que se confunde con humedades, y muestra como el personaje ve morir a su mujer y se sume en la depresión antes de conocer el terror.

El terror se descubre, no viene dado

Tampoco comiences con una situación donde el terror es “una rutina” como haces aquí: “Hace un mes que escucho ruidos en el techo” ni “dos semanas atrás, Julia era una chica alegre. Todo cambió cuando su novio le regaló aquel reloj antiguo” ni “desde hace meses tengo la misma pesadilla cada noche”. 

El terror es descubrimiento: la primera vez de los ruidos, de la pesadilla o que llegó el reloj a casa (¡tira el reloj!).

Por lo mismo no comiences con castillos ni casas abandonadas ni un camping en el lago. Todo esto da pistas sobre lo que tiene que ocurrir. No asustas.

El entorno urbano es cada vez más inhóspito. El día a día lo es. Aquí hay monstruos.

No escribas sobre miedos antiguos

Fantasmas, criaturas en el armario, muñecas… ¿Usas estos temas porque crees que son temas de las historias de terror? Estos son miedos antiguos. Piensa quiénes son los monstruos en ‘La semilla del diablo’: el marido, el médico, los simpáticos vecinos… ¿Y en ‘El resplandor’? Un padre de familia que enloquece; los fantasmas son una propina.

¿Qué es lo peor que podría pasarte AHORA?

… Así que te sugiero: ¿Qué es lo peor que podría pasarte AHORA? Piensa que estás rodeada de monstruos con la cara de tu padre, tu madre, tus amigos… Que te lo quieren quitar todo, que lo pierdes todo, que pierdes tu salud…

Escribe de los terrores actuales, no de lo que las personas tenían miedo hace doscientos años.

… Y olvida a los gatos y los armarios cerrados.

La técnica de ‘la inversión’

En el terror también funciona LA INVERSIÓN. Esto es que las personas sufren lo que hacen a los animales y a las máquinas. No digo que los animales y las máquinas se rebelen en tus historias porque está muy visto. Pienso en cosas como esta: una persona abierta en canal y recibiendo un litro de limón en las tripas como ostras vivas (¿un cocinero que asesina a un cliente insatisfecho?).

La técnica de ‘¿Y si…?’

También funciona ¿Y si…? Por ejemplo, piensa en la gente enganchada al móvil. ¿Y si con el tiempo los smartphone acaban eligiendo y desechando a los usuarios?

… Así que olvida las habitaciones de hotel, las casas abandonadas, las gasolineras en la nada… Tú no quieres contar lo mismo que los demás, ¿verdad?

El terror no es una frase de cierre

“A la mañana siguiente, los padres encontraron un charco de sangre en la habitación del niño”; “a la mañana siguiente, encontraron el cuerpo de Elena, pero no su cabeza”; “lo último que sintió fue las mandíbulas de la desconocida criatura desgarrándole el cuello”.

… Estas frases con las que cierras algunos relatos, ¿crees que hacen un relato de terror? Parece que quieres cerrar el texto de cualquier manera. ¡Oh, sorpresa!

El terror no está en que describas una habitación, digas que hay ruidos en el techo y acabar con “a la mañana siguiente…” Es una salida fácil. Hay un millón de relatos en Internet de personas que a la mañana siguiente son encontradas sin cabeza.

‘No’ a las frases gastadas

Destierra “este relato está basado en hechos reales”, porque eso no hará que me asuste. Es un truco barato, ¿no te parece?

El terror tampoco se hace con frases gastadas como “aquella tarde el cielo estaba enojado” ni “el pasillo estaba oscuro como boca de lobo” ni “de repente una sombra pasó por su lado”… Si una frase te suena conocida, cámbiala. Pero, ojo… 

‘No’ a las ‘palabras raras’

… No uses palabras raras. El terror no admite interrupciones, y las palabras raras o poco frecuentes obligan al lector a coger el diccionario o a repensar y cortan el puntito.

El terror no está en las metáforas. “Sube la factura de la luz”, lo entiende todo el mundo. Nadie pensará que eres menos escritora porque se entienden tus palabras.

Las erratas nos sacan del terror

No escribas directamente el relato en el blog. Escríbelo en un procesador de texto. Ten cuidado con los errores ortográficos porque cortan el puntito como los anuncios.

No uses “letras terroríficas” sobre fondo negro. Usa fuentes normales, agradables a la vista.

‘No’ a otros blogs

No leas los relatos de terror de los blogs. Lee a escritores de verdad. No escribas para que te digan “guau, k miedo”, porque eso es mentira. Tú sabes que quien comenta quiere que leas sus relatos y le digas “guau, k miedo”.

… Todo esto es como una hermandad de repartidores de abrazos. Pero tú quieres ser una auténtica escritora, ¿verdad?

No sé si esperabas esto y si lo que digo podrá servirte. Ya me dirás.

Un abrazo,

J.

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